La historia siempre es la misma. Está uno viendo tranquilamente (o no, depende del resultado...) el partido del Barcelona en un bar, cuando surge una persona, dándoselas de listo y de gracioso y siempre provisto de una voz potente, y poco a poco va animándose a jalear todas las acciones del equipo rival del Barça, sea el que sea, a criticar cualquier decisión arbitral que no perjudique manifiestamente a los azulgranas y, por supuesto, a celebrar hasta desgañitarse cualquier gol que el portero culé encaja. Me pregunto a qué se debe esa manía persecutoria... Yo, barcelonista confeso, trato de ver todos los partidos que disputa mi equipo, sea cual sea la competición, y, por suerte o por desgracia, no tengo otro remedio que acercarme a algún bar que tenga contratados los canales deportivos necesarios, léase "Canal +" o "Gol T". En este tipo de establecimientos, como en cualquier otro lugar, se junta toda clase de gente: simples parroquianos que sólo van buscando el café, la copa o la tapa, aficionados al fútbol en general, detractores a ultranza del Deporte Rey, simpatizantes de cualquiera de los equipos que contienden en el televisor... y, desgraciadamente, individuos (siempre hombres, por cierto) con notorio afán de protagonismo, y que, mire usted qué casualidad, coincide que siempre se jactan de ser madridistas. Voy a decir una perogrullada, pero ser del Madrid, del Real Madrid, me parece tan lícito y respetable como ser de cualquier otro equipo. Sólo me pregunto por qué a esos señores vocingleros y maleducados no les parece igualmente respetable mi adscripción moral blaugrana. ¿Qué pasa, que, por simpatizar con los colores blancos a los que patrocina una famosa web de subastas, ya se creen con derecho a molestar, sí, molestar a los que simplemente estamos cenando y viendo la tele?. ¿Se piensan que su libertad de expresión les autoriza a reventar al prójimo una velada que podía haber sido feliz? Vuelvo a decir que a mí me gusta ver jugar al Barcelona, al que considero "mi" equipo, y son sus partidos los únicos que me interesa presenciar. Por éso no entiendo a santo de qué existen en tal número estos especímenes destructores de la convivencia y apóstoles de la intolerancia. O sea, si te gusta un equipo, perfecto: en tu casa o donde se te antoje, ve a disfrutar de su juego, de sus goles y de las astracanadas de su entrenador. Pero ¿a qué viene éso de tener que acudir a un lugar público, el día que no juega tu club, sólo para jorobar la existencia de quienes sólo quieren disfrutar de un momento de ocio? Y lo siento, pero repito: qué puñetera casualidad, esos energúmenos siempre son del Madrid y van a chinchar a los que son (somos) del Barcelona. Pero ¿no era el Real Madrid el club "Caballero del Honor"...?
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