Cine actualidad/ "WALL STREET, El dinero nunca duerme"

El dinero no se duerme... pero los espectadores sí




Un joven ejecutivo de una empresa financiera norteamericana ve cómo no sólo peligra su puesto de trabajo al filtrarse rumores malintencionados sobre la viabilidad de la compañía (lo cual conduce al suicidio a su jefe y mentor), sino que también se queda en el aire su proyecto más personal, basado en las energía alternativas. De repente, cuando más desesperado está, cae en la cuenta de que su novia se apellida... Gekko. Un nuevo universo de argucias y triquiñuelas financieras se abre para él, y en él se adentrará a pesar de los riesgos que acercarse a Gordon Gekko conlleva...



No dejo de leer y escuchar en diversos medios de comunicación que esta nueva colaboración del director Oliver Stone y el actor Michael Douglas es un remake de "Wall Street", aquel estupendo film de 1987 que, además de una taquilla más que correcta, cosechó varios premios para Douglas, entre ellos el Oscar al Mejor Actor. Pero ¿remake...? Remake es una nueva versión, mientras que lo que se supone que es esta “Wall Street: El dinero nunca duerme” es una secuela, es decir, una continuación. Pero claro, quienes así hablan no están del todo desencaminados, por cuanto, nuevamente, el estupendo personaje encarnado por Douglas, Gordon Gekko, vuelve a hacer de Mefistófeles de un joven e inocente Fausto que sucumbe a sus diabólicos encantos bursátiles. Porque, ya puestos a recuperar la carismática figura de Gekko, más ahora que nos hallamos sumidos en una salvaje crisis económica de la que no acabamos de salir y que por sí sola ya merecería protagonizar una película, ¿era realmente necesario repetir el mismo esquema argumental de la primera parte? Yo pienso que no, y menos con un guión muchísimo menos hábil, lúcido e interesante que el del film original. De hecho, si pudiéramos quitar a Michael Douglas y a su alter ego Gekko de la trama, lo que nos quedaría no sería muy diferente de lo que podemos encontrar cualquier sábado o domingo por la tarde en uno de esos "Estrenos TV" que emiten casi todas las cadenas. Porque, mientras que el primer "Wall Street" poseía la capacidad de apasionar al espectador, de atraparlo en una tela de araña a pesar de la imposibilidad de comprender en su totalidad las múltiples acepciones económicas que contenían sus portentosos diálogos, este segundo capítulo no sólo resulta aburrido desde el principio, sino que tanto pretende dosificar a su indiscutible estrella, Michael Douglas, que, cuando por fin aparece, uno ya está tan aletargado que casi no se le disfruta. Y no es que el joven Shia LaBeouf no lo haga bien (yo diría que está incluso mejor que Charlie Sheen, el pipiolo del film original), es sólo que ni él ni Carey Mulligan (la prometedora actriz de "Una educación") ni mucho menos Josh Brolin o los muy avejentados Frank Langella y Eli Wallach tienen el peso específico para sustentar un argumento que se pretende complejo pero se queda en aparatoso, como aparatosos son los suntuosos y grandilocuentes escenarios en los que se desenvuelven los protagonistas, prácticamente inmunes a la ya citada crisis económica. Oliver Stone se ha equivocado del todo con esta película (recuerdo que la primera la rodó como homenaje a su padre, que era corredor de Bolsa), desde el principio hasta el final. Pasado el brillante prólogo (con Douglas saliendo de la cárcel, en una escena calcada del arranque de "Granujas a todo ritmo"), ya desde los títulos de crédito, en los que se mantiene la mima grafía de los originales pero se sustituye el "Fly me to the moon" de Frank Sinatra por una ignota cancioncilla que ni conozco ni me apetece conocer, es inevitable la comparación de este producto con el otro que le inspiró, que, oye, no era una obra maestra, pero al menos contaba una buena historia, presentaba en sociedad a un villano de campanillas y poseía unos diálogos memorables de los que muchos aún nos acordamos. Nada de éso pervive en "Wall Street: El dinero nunca duerme". El villano ya no lo es tanto (el personaje de Josn Brolin es el verdadero "malo" de la función), los buenos diálogos brillan por su ausencia y, a cambio, sólo nos encontramos con una insoportable sucesión de canciones que aparecen en los momentos más inadecuados. Muy poco bagaje para un director como Stone y una estrella como Douglas, a quien, sabedores de su grave enfermedad, deseamos una pronta recuperación, para que le dé tiempo a protagonizar muchas películas superiores a ésta...



Luis Campoy



Lo mejor: Michael Douglas, Shia LaBeouf, el cameo de Charlie Sheen


Lo peor: los mohínes de Carey Mulligan, la historia laaaarga y soporífera


El cruce: "Wall Street" + "Granujas a todo ritmo" + "Los padres de ella"


Calificación: 5 (sobre 10)

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