Cine actualidad/ "PESADILLA EN ELM STREET (El origen)"

Inútil fotocopia




Mientras veía, en la sesión nocturna del pasado viernes, esta nueva versión de la ya ¿clásica? "Pesadilla en Elm Street" de Wes Craven, me acordé tanto de la película original como del disparatado y absurdo remake de la genial "Psicosis" de Alfred Hitchcock que el muy irregular Gus Van Sant perpetró hace ya algunos años. Aquella revisitación de "Psicosis" (filmada repitiendo exactamente los mismos planos y encuadres del film original... sólo que en color) fue, sin duda, uno de los desperdicios más inútiles de celuloide que se han realizado en años: ¿para qué realizar una nueva versión de una película si no se aporta nada, si se copia todo, si cualquier mínima alteración sólo va a perjudicar el recuerdo que todos conservamos de una película memorable?. Con esta nueva "Pesadilla en Elm Street" que ahora produce el temible Michael Bay (director de "Transformers", "Pearl Harbor" y "Armageddon") pasa tres cuartos de lo mismo. Hace mucho tiempo que no he vuelto a ver aquella “Pesadilla” ochentera que tuvo un éxito inusitado y generó un sinfín de continuaciones y una serie de televisión, pero recuerdo perfectamente su argumento: varios jóvenes que residen en la Calle del Olmo (Elm Street) de una pequeña localidad (norte)americana son salvajemente asesinados, mientras duermen, por el horrible y despiadado Freddy Kruger, un diabólico asesino de cara quemada y guante rematado con cuchillas que sólo puede acceder a ellos desde el universo de sus pesadillas… Obviamente, en esta nueva versión nada ha cambiado, y la historia es exactamente la misma. Eso de “El origen” que acompaña al título español es un mero eufemismo que indica la pretensión de los productores de volver a iniciar una saga preñada de continuaciones, cosa que, a juzgar por la poca repercusión comercial de este primer episodio, veo difícil que pueda suceder. El actor Jackie Earle Haley, uno de esos secundarios a quien el público difícilmente puede reconocer porque casi siempre actúan o enmascarados (fue Rorschach en “Watchmen”) o severamente caracterizados, es quien toma el relevo del original Robert Englund, y no lo hace ni bien ni mal sino todo lo contrario. El enorme e insalvable hándicap de esta “Pesadilla en Elm Street” del siglo XXI es tener que competir con un recuerdo relativamente reciente y no hacer absolutamente nada por distanciarse de él. Nuevamente son masacrados un puñado de adolescentes tanto o más gilipollas que los de hace veinticinco años y sus muertes son idénticas a como acontecían entonces; el carismático asesino sigue teniendo la cara quemada, sigue vistiendo un viejo sombrero y un raído jersey a rayas rojas y negras, y, naturalmente, utiliza el mismo guante de cuchillas. ¿Para qué, pues, rodar un remake? ¿Por qué no remasterizar la película original y reestrenarla? Todos hubiéramos salido ganando. Un remake sólo tiene sentido o justificación cuando cambia (para bien) algo del original, cuando mejora algún aspecto técnico o artístico, cuando aporta un punto de vista distinto o novedoso. Yo, como he dicho antes, hace años que no he vuelto a ver la primera “Pesadilla”, pero la inmensísima mayoría de secuencias de esta nueva producción no es que sean parecidas sino que son idénticamente iguales a las de aquélla. Vamos, es como volver a ver lo mismo, pero, eso sí, interpretado por actores de menos carisma (Rooney Mara, Kyle Gallner, Thomas Dekker…), que no hacen olvidar a ninguno de sus predecesores y entre los que apuesto a que no se incluye ningún futuro Johnny Depp (recordemos que el famoso “Jack Sparrow” realizó uno de sus primeros papeles en el film primitivo). Sólo si no habéis visto y no podéis ver la película original, o si el calor agobiante os reconcome el cerebro, tiene justificación el meterse en un cine (bien refrigerado, eso sí) para ver esta fotocopia más bien inútil, que ha realizado (es decir, clonado) el justamente desconocido Samuel Bayer.



Luis Campoy



Lo mejor: que te da ganas de revisionar o ver por primera vez la película original, a la que, de paso convierte casi en clásico


Lo peor: lo copia todo y no aporta nada, empeorando la resolución de determinadas situaciones. Además, sale perdiendo en la comparación con los actores originales, del primero al último.


El cruce: “Pesadilla en el Elm Street” + falta de imaginación + deseo de ganar pasta como sea


Calificación: 4,5 (sobre 10)

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