Algo patético

Una vez más, la tan ansiada velada eurovisiva se ha saldado con casi los mismos protagonistas de siempre: el representante de nuestra televisión pública (en esta ocasión, el simpático y gorjeador Daniel Diges), el locutor encargado de narrar el evento (el eterno y jubiladísimo José Luis Uribarri) y la gentil presentadora que hacía de portavoz del jurado español (la rubia Anne Igartiburu). No obstante, ya habréis oído que un espontáneo inesperado se coló en la fiesta y obligó a Diges a repetir su actuación al concluir las actuaciones del resto de contrincantes. Yo, casualmente, encendí la televisión justo al final de la primera interpretación de “Algo pequeñito”, así que, cuando, una vez concluída ésta, Uribarri comenzó a hablar de lo vergonzosa e injustificable que había sido la aparición de un espontáneo, pensé que se refería al corista de apoyo a quien no tenía el gusto de conocer, y que, por cierto, iba vestido y peinado exactamente igual que nuestro cantante titular. Pero no, el que, burlando la seguridad del Festival, se coló en el escenario para darse publicidad y, de paso, estropear nuestra actuación, fue el famoso (sobre todo, a partir de ahora) Jimmy Jump, un exhibicionista catalán, de profesión, sus espontaneidades. Con todo, y dado que, ya que el año pasado Soraya Arnelas se había quedado la penúltima y, por tanto, Daniel Diges se vio obligado a cantar en segundo lugar, el hecho de tener que repetir su interpretación podría haber beneficiado los intereses de nuestro país. Pero qué va, una vez más se demostró que este evento se ha degenerado tanto que no existe otro criterio a la hora de votar las canciones que la proximidad geográfica o la afinidad política entre las naciones participantes. Una vez más, el viejo zorro Uribarri fue capaz de ir adivinando, casi sin equivocarse, a qué países iban a regalar sus votos cada uno de los jurados nacionales. Ya lo hemos comentado antes y seguramente lo volveremos a comentar después: si nadie hace algo para cambiar las normas de votación de este certamen que siempre parece próximo a extinguirse y siempre parece dispuesto a renacer, lo más sensato sería no presentarse, no concursar, no gastarse un dineral en promoción para luego no tener derecho a nada. Italia ya lo ha hecho, y seguro que no ir a Eurovisión no ha sido lo peor a lo que ha tenido que enfrentarse Berlusconi este año. Para mí, "Algo pequeñito" ha sido una de las mejores canciones que se han presentado este año, por no decir la mejor, la más alegre, la más original y la mejor coreografiada. La sangre fría y el aplomo tanto de Daniel Diges como de sus acompañantes cuando se personó el aguafiestas fue digna de todos los elogios del mundo. Pero claro, luego se vota como se vota y a quien se le vota. El espectáculo de este eurotongo es, siempre, desolador y patético al final. ¿Merece la pena seguir participando? Yo, desde luego y si de mí dependiera, no volvería a participar jamás de los jamases si no se modificaran ostensiblemente las normas de votación. Aunque éso le quitara a Uribarri la posibilidad de lucirse como adivino.
 

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
YO TAMBIEN PIENSO LO MISMO.

MARISA
Azusa ha dicho que…
Estoy totalmente de acuerdo contigo, la verdad.

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