Cine/ "NOSFERATU"


 
 
 
 
El jazz mató a la estrella del cine mudo






Mi tío Angel, que en paz descanse, fue a ver “Nosferatu” de F.W. Murnau en un cine de estreno de Alicante, poco antes de nuestra Guerra Civil. El pobre pasó tanto miedo que le contó a su hermana (mi madre) que, cuando regresó a casa, lo hizo subiendo las escaleras tan rápido que se golpeaba las nalgas con los talones. Sentir tanto pánico, siquiera un poquito, es imposible si uno ve la película como la ofreció el CineClub Paradiso de Lorca, mi queridísimo CineClub Paradiso, el pasado Jueves en el Teatro Guerra de la Ciudad del Sol. Loable empeño el de esta Asociación cultural lorquina a la que tuve el honor de pertenecer en sus comienzos, a la que nunca olvidaré y a la que quién sabe si me reintegraré algún día. Loable empeño, sí, el de recuperar la mítica tradición de proyectar las películas totalmente mudas y con el único acompañamiento de la música interpretada en directo. Pero, claro, no toda la música en directo es apta para apoyar las imágenes que llenan la pantalla. Como llevo algún tiempo desconectado de la rutina cineclubera, desconozco cómo surge la idea de confiar la musicalización de este clásico del expresionismo alemán a un pianista llamado Arsenio Martins, que, a tal efecto, ha echado mano de una formación que lidera y que lleva por nombre ”Aroma Jazz Trío”. Efectivamente, el aroma de jazz que desprendía la partitura compuesta e interpretada por el Sr. Martins y su grupo lo que hacía no era “acompañar” las imágenes sino más empujar al espectador a distanciarse de ellas. Lo siento por Martins y por quienes pusieron toda su ilusión en construir tan maravillosa velada cinéfila, pero, desde el principio al fin y siempre y en todo momento, la música fue no el contrapunto sino el contrincante del inmortal clásico de Murnau. Por lo que respecta al film en sí mismo, “Nosferatu” fue una de las primeras apariciones de un vampiro en el Cine, y la primera vez en que la novela “Dracula” de Bram Stoker se convirtió en película. No obstante, Friedrich Wilhelm Murnau, su realizador y máximo responsable, optó por la vía fácil de adaptar la novela pero sin pagar los derechos de autor, pensando que bastaría con cambiar los nombres de los personajes. Así, el ilustre protagonista ya no atiende al nombre de Drácula, sino que cambia su apellido por el de Orlock (manteniendo, éso sí, su título nobiliario de Conde), y es conocido por los lugareños que habitan sus tétricos parajes carpatianos como "Nosferatu" (que en griego significa "No muerto"). Por lo demás, la trama sigue fielmente el esquema de sobras conocido: un agente inmobialiario inglés se desplaza a un remoto país centroeuropeo para vender una finca a un misterioso aristócrata que duerme de día y sale de noche, el cual se revoluciona al ver la sangre de su invitado y, sobre todo, el cuello que luce su prometida en una fotografía, razón por la cual el Conde decide desplazarse a Inglaterra en un barco en el que viaja dentro de un ataúd, llevando consigo unos puñados de tierra de su hacienda, unas docenas de ratas... y la Peste. Si Murnau pensó que bastaría con rebautizar a los protagonistas para despistar a los propietarios legítimos de los derechos, no pudo andar más equivocado, porque los herederos de Bram Stoker le demandaron y el litigio llegó a tal extremo que la sentencia judicial le obligó a quemar todas las copias del film que circulaban por Alemania (en las copias restantes se exigió que los títulos de crédito reconociesen que el argumento se basaba en la novela de Stoker). El caso es que, cuando, recientemente, se reeditó la película en vídeo y posteriormente en DVD, no existía una sola versión completa que se aproximase a la que estrenó Murnau en 1922, por lo que hubo que recurrir a instituciones cinematográficas, cineclubs, museos e incluso a coleccionistas particulares para recomponer lo más parecido a la visión del director. Las leyendas (negras) en torno a "Nosferatu" se sucedieron desde el principio. Para empezar, y, a pesar de que el actor elegido para dar no-vida al protagonista, Max Schreck, ya había hecho varias películas y obras de teatro y continuaría actuando en otras tantas después de desempeñar el papel que le inmortalizó, corrió el rumor de que Shrek era un vampiro auténtico que durante el rodaje atacó a algunos miembros del equipo (no dejéis de ver, si tenéis ocasión, la deliciosa "La sombra del vampiro", que reconstruye la filmación de la película y en la que John Malkovich incorpora a Murnau y un irreconocible Willem Dafoe a Schreck). Poco se sabe de los demás actores que le acompañaron, todos ellos actuando en un registro totalmente diferente, tan sobreactuados como mandaban los cánones del expresionismo. Murnau consiguió con "Nosferatu" una de sus grandes obras maestras (la otra es "Amanecer", también recuperada por el CineClub Paradiso), en la que supo como nadie aunar el lirismo y el suspense, la poesía y el terror, gracias a una fotografía espléndida y unos imaginativos efectos especiales. Los contraluces, las sombras ominosas y cada una de las apariciones de Nosferatu/Schreck han pasado al imaginario colectivo de todas las generaciones posteriores, y el propio Francis Coppola en su "Dracula" de 1992 no dudó en homenajearla con todos los honores que se merece. Personalmente, hubiera preferido verla sin los muy molestos (e innecesarios) intertítulos que rompen el ritmo de sus imágenes, y, sobre todo, "oirla" en su espléndida insonoridad, pero lo cierto es que "Nosferatu" es una joya de un tiempo lejano en que el Cine era Cine de verdad. Incluso aunque se exhiba en un Teatro y a partir de una copia en DVD.



Luis Campoy



Lo mejor: la fotografía en general, el imaginativo uso de las sombras, la composición de Max Schreck


Lo peor: las interpretaciones hiperteatralizadas del resto del elenco actoral… la performance jazzística que desdibujó su exhibición en Lorca.


Calificación: 9 (sobre 10)




Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Luis, justo justo lo que acabas de comentar, es lo que yo le dije a Jesus. Lastima que no pudieras ir cuando proyectamos Amanecer, el día anterior, donde la musica encajaba como un guante con la pelicula.
El martes por la noche me dieron ganas de llorar, pero por el espectaculo que esta disfrustando y del que practicamente eramos solo 18 o 19 personas los que teniamos el lujo de darnos.
Pero todo cambio el miercoles ( y por desgracia para ti, tu hijo y tus acompañantes), donde tambien me daban ganas, pero de reir, ya que por un lado la musica era genial, pero solo para escucharla, y por el otro la pelicula, la cual he tenido pocas veces la oportunidad de verla. Pero todo junto, no funcionaba y tu mejor que nadie lo has expresado.

Un abrazo

MONTY
Luis Campoy ha dicho que…
Sí, me hubiese gustado ver "Amanecer", pero no siempre se puede lograr todo... No diré yo que la música de Martins no fuese "genial", pero, claro, sólo si la oyes en un club de jazz. Jesús, nuestro presidente, me dijo que la que compuso para "Amanecer" era mucho más adecuada. En cualquier caso... ¡Felices Fiestas!

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