Rivalidad regional


Hoy, ración doble de fútbol. Me piden que escriba un artículo sobre el partido que enfrentó, el pasado domingo, al Murcia y al Cartagena. La verdad es que nunca se me hubiera ocurrido hacerlo, ya que, como todos sabéis, mis simpatías futbolísticas las concentro en mi equipo de toda la vida, el Barça, y mis antipatías, lógicamente, son para el eterno rival, el Madrid. Lo del derby regional murciano, siendo un tema que me interesa (vivo en la Comunidad de Murcia, ¿qué diablos?), no tenía pensado que fuese tema monográfico de un post, pero, bien mirado, ¿por qué no?. Como sucede en los enfrentamientos Barça-Madrid, se trata de todo un clásico, magnificado por el hecho de enfrentar a dos clubes que representan a las ciudades más importantes de la región, las que acaparan el mayor volumen demográfico, económico y político, siendo, además, Cartagena, el objeto de reivindicación independentista de quienes consideran que la llamada "Ciudad Departamental" se merece desgajarse de su rival y tener categoría de provincia (o cantón) por sí misma. Yo siempre he pensado que lo de la "provincialidad" de Cartagena era una hermosa utopía carente de base lógica, tratándose de un territorio pequeño en el que vive un contingente humano que no justificaría tamaño separatismo, pero estoy seguro de que tal pensamiento ya me convierte, a los ojos de cualquier cartagenero, en partidario del centralismo (regional), y, por tanto, en simpatizante del Real Murcia. Pues no. Es cierto que estoy más al tanto de la trayectoria del club pimentonero que de la del albinegro, pero sólo porque, donde yo tengo acceso a la prensa escrita, la edición del periódico "La Verdad" que se distribuye es la de Murcia y no la de Cartagena, y, lógicamente, se presta más atención al equipo local que al distinguido rival. En cualquier caso, es de dominio público que ambas entidades están siguiendo caminos absolutamente contrapuestos. El Murcia logró ascender hace un par de temporadas a Primera División, la cual le vino ostensiblemente grande, y sus malos resultados hicieron que el presidente Jesús Samper (que no vive en la capital del Segura y sólo muy raramente acude a su palco) destituyera al entrenador que había logrado el ascenso, Lucas Alcaraz, nombrando en su lugar a un Javier Clemente en horas bajas que no sólo no evitó el regreso del equipo a Segunda sino que, tras un inicio de temporada lamentable, a su vez fue relevado por un tal José Miguel Campos, que tuvo la fortuna del principiante y encadenó una serie de victorias consecutivas. No obstante, se demostró que la flauta había sonado por una caprichosa casualidad, porque el Murcia se las vio y se las deseó para no continuar su descenso imparable a Segunda B. El advenimiento de la temporada 2009-2010 ha sido pésimo para los pimentoneros, que, a fecha de hoy, todavía no han ganado un solo encuentro en Liga, mientras que su enemigo secular, el Cartagena, actualmente rebautizado con el simpático apelativo de “Efesé” (transcripción literal de “F.C.”, iniciales de “Fútbol Club”), tras una campaña triunfal en la categoría de bronce, se ha revelado como uno de los “gallitos” de la Segunda División. El duelo fratricida del pasado domingo se presentaba lleno de morbo pero se presuponía desigual, y así fue: los carthagineses se merendaron sin piedad alguna a los panochos. Como consecuencia, los unos son líderes de la tabla clasificatoria, y los otros, un poco más colistas. Los cartageneros, si todo acabase como está ahora, disputarían la liguilla de ascenso a Primera División, mientras que los murcianicos se sumirían de cabeza en las profundidades abisales de la Segunda B. Así es la vida. La máxima rivalidad regional, por una vez, no tuvo justa equivalencia en la mínima rivalidad deportiva.

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