Cine/ "TRANSFORMERS 2: LA VENGANZA DE LOS CAÍDOS"
La diversión perfecta
Ante películas como la que nos ocupa, sobran las palabras. En todos los sentidos. Analizarla con profundidad es prácticamente imposible, porque carece de profundidad alguna. Su argumento es tan simple y pueril que me da la sensación de que, si me pongo a explicarlo, estoy perdiendo mi tiempo y haciéndoos perder el vuestro. Basta con decir que repiten los protagonistas (tanto humanos como robóticos) de "Transformers", con la excepción de Jon Voight, y que se les suma otro mamotreto cibernético que se hace llamar "The Fallen" ("El Caído"). ¿De qué va la película? No importa, ¿qué más da? ¿Qué emociones motivan a sus personajes? Muy posiblemente, ninguna; son todos estereotipos. Su vacío ¿literario?, su nadería ¿dramática? es total y causa vergüenza. Ahora bien... Esto es cine, amigos, y no literatura, y, una vez asumido el hecho de que no estamos ante una buena película, es necesario decir que nos hallamos ante un espectáculo cinematográfico sin parangón, una gozada para los sentidos de la vista y el oído. Si os digo que “Transformers 2: La venganza de los caídos” es una de las dos o tres películas más espectaculares que he visto jamás, no exagero mucho. Tampoco, si digo que sus efectos visuales son lo más de lo más. Naturalmente, la parafernalia visual no la redime de sus múltiples defectos, ya apuntados en la primera parte, y aquí yo diría que incluso exacerbados, pero ¿qué sentido tiene rasgarse las vestiduras a causa de ello? Si en la primera entrega al menos hacía hincapié en la refrescante composición del teórico protagonista, Shia LaBeouf, ahora tengo que decir que el pobre se ha convertido poco más o menos que en un personaje de dibujos animados, tan secundario como cualquier otro de los que le acompañan, con una única excepción. Megan Fox se ha erigido, merecidamente, en uno de los más tórridos sex-symbols del siglo XXI, y el director Michael Bay la fotografía descaradamente en todas las poses habidas y por haber, componiendo un almanaque en movimiento que haría las delicias de los mecánicos más lascivos. Por lo que respecta a los verdaderos reyes de la función, los robots gigantes transformables, todas y cada una de sus apariciones están resueltas con una magnificencia y un poderío visual que apabulla y, en cierto sentido, da algo de pena constatar que no ha sido puesto al servicio de una historia con algo más de enjundia. Pero ¿qué se le va hacer? Este es el estilo de Michael Bay: cine lleno de entretenimiento y espectacularidad… y totalmente vacío de contenido. Probablemente, la diversión perfecta.
Luis Campoy
Lo mejor: los efectos visuales, el sonido, la fotografía
Lo peor: el argumento, los diálogos, todos y cada uno de los actores
El cruce: “Transformers” + “Jumper” + “La Momia”
Calificación: 8 (sobre 10)
Ante películas como la que nos ocupa, sobran las palabras. En todos los sentidos. Analizarla con profundidad es prácticamente imposible, porque carece de profundidad alguna. Su argumento es tan simple y pueril que me da la sensación de que, si me pongo a explicarlo, estoy perdiendo mi tiempo y haciéndoos perder el vuestro. Basta con decir que repiten los protagonistas (tanto humanos como robóticos) de "Transformers", con la excepción de Jon Voight, y que se les suma otro mamotreto cibernético que se hace llamar "The Fallen" ("El Caído"). ¿De qué va la película? No importa, ¿qué más da? ¿Qué emociones motivan a sus personajes? Muy posiblemente, ninguna; son todos estereotipos. Su vacío ¿literario?, su nadería ¿dramática? es total y causa vergüenza. Ahora bien... Esto es cine, amigos, y no literatura, y, una vez asumido el hecho de que no estamos ante una buena película, es necesario decir que nos hallamos ante un espectáculo cinematográfico sin parangón, una gozada para los sentidos de la vista y el oído. Si os digo que “Transformers 2: La venganza de los caídos” es una de las dos o tres películas más espectaculares que he visto jamás, no exagero mucho. Tampoco, si digo que sus efectos visuales son lo más de lo más. Naturalmente, la parafernalia visual no la redime de sus múltiples defectos, ya apuntados en la primera parte, y aquí yo diría que incluso exacerbados, pero ¿qué sentido tiene rasgarse las vestiduras a causa de ello? Si en la primera entrega al menos hacía hincapié en la refrescante composición del teórico protagonista, Shia LaBeouf, ahora tengo que decir que el pobre se ha convertido poco más o menos que en un personaje de dibujos animados, tan secundario como cualquier otro de los que le acompañan, con una única excepción. Megan Fox se ha erigido, merecidamente, en uno de los más tórridos sex-symbols del siglo XXI, y el director Michael Bay la fotografía descaradamente en todas las poses habidas y por haber, componiendo un almanaque en movimiento que haría las delicias de los mecánicos más lascivos. Por lo que respecta a los verdaderos reyes de la función, los robots gigantes transformables, todas y cada una de sus apariciones están resueltas con una magnificencia y un poderío visual que apabulla y, en cierto sentido, da algo de pena constatar que no ha sido puesto al servicio de una historia con algo más de enjundia. Pero ¿qué se le va hacer? Este es el estilo de Michael Bay: cine lleno de entretenimiento y espectacularidad… y totalmente vacío de contenido. Probablemente, la diversión perfecta.
Luis Campoy
Lo mejor: los efectos visuales, el sonido, la fotografía
Lo peor: el argumento, los diálogos, todos y cada uno de los actores
El cruce: “Transformers” + “Jumper” + “La Momia”
Calificación: 8 (sobre 10)
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