Cine/ "AL FINAL DEL CAMINO"


Humor, amor y sexo en la Ruta Jacobea



Fui a ver “Al final del camino” simplemente porque me gustó su tráiler. Punto. Mientras me consta que muchos jóvenes se han dejado abducir por los excesos de “Mentiras y gordas” (escrita nada menos que por toda una ministra), yo, que, como sabéis, ya no soy precisamente un adolescente, preferí invertir mis seis euros con treinta céntimos en esta “road movie” que protagoniza la inolvidable pareja de la serie “Aquí no hay quien viva”. En “Al final del camino”, Malena Alterio interpreta a una periodista a la que su novio, que afirma estar en crisis, acaba de poner los cuernos, razón por la cual ella lo abandona. Fernando Tejero es un fotógrafo especializado en retratar medicamentos y que todavía trata de superar una traumática separación. Ambos se llevan como el perro y el gato pero tendrán que limar diferencias cuando son enviados por la revista en la que trabajan a realizar un reportaje acerca de un supuesto gurú que se hace llamar Olmo y que cobra veinte mil euros a parejas en crisis a cambio de resolver sus problemas mientras realizan el Camino de Santiago. Como a veces suele suceder, mi percepción acerca de esta película ha ido variando conforme transcurrían las horas desde que se apagaron las luces de la sala. Mientras la veía, me parecía simpática, graciosa, divertida en ocasiones, y hasta le deparé alguna que otra carcajada. Tres días después, opino básicamente lo mismo, pero me doy cuenta de su decepcionante vacío artístico, de la precariedad de sus elementales gags, de que lo mejor de ella cabía en un tráiler de menos de dos minutos. A veces sucede. Ni los “milagrosos” métodos de Olmo (encarnado por Diego Peretti abusando de su acento argentino que choca con su aspecto de Hugh Grant andino) adquieren la debida relevancia, ni existe el más mínimo intento de investigarlos en profundidad ni de desenmascarar sus supuestas intenciones fraudulentas. Se nota demasiado que la Ruta Jacobea sirve tan sólo para enmarcar tres o cuatro chistes afortunados en unos paisajes naturales ciertamente maravillosos. Como es lógico, Fernando Tejero y Malena Alterio tendrán que hacerse pasar por novios para poder investigar sin levantar sospechas, y uno de los posibles alicientes era no sólo su interrelación sino también el modo en que interactúan con Olmo y con las otras tres parejas que hacen terapia durante el Camino: un matrimonio formado por un andaluz afable y bonachón y una mujer más bien ninfómana, un apuesto coreano y su esposa y dos falsos gays que tan sólo aspiran a ligar con cuantas féminas desvalidas se les pongan por delante. Al final del Camino todos ellos habrán experimentado una serie de cambios que modificarán su modo de afrontar la vida: la reportera y el fotógrafo se enamoran como mandan los cánones, el matrimonio andaluz y el coreano acaban jugando al intercambio de parejas y los pseudogays descubren las maravillas reales de la homosexualidad. Todo un topicazo, oiga, y ninguna sorpresa. Fernando Tejero y Malena Alterio están tan sobreactuados y reiterativos como siempre, y uno se pregunta si serán capaces algún día de dejar de interpretar, eternamente y una y otra vez, a su “Emilio” y a su “Belén” de “Aquí no hay quien viva”. Javier Gutiérrez, “Satur” en “Aguila Roja” es quien sale mejor parado de todo el elenco actoral, robando todos y cada uno de los planos en los que sale. Su novio gay lo interpreta otro actor televisivo, Jorge Monje, “Juanito el Chico” en “Amar en tiempos revueltos”. El director de este tinglado que naufraga en su intento de convertir en un personaje más al Camino de Santiago es… Roberto Santiago. ¿Estaría predestinado?

Luis Campoy

Lo mejor: Javier Gutiérrez
Lo peor: el guión esquemático y lleno de tópicos, el encasillamiento de Fernando Tejero y Malena Alterio
El cruce:Superman II” + “Dí que sí” + “Aquí no hay quien viva
Calificación: 6 (sobre 10)

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