Inconformismo



Menudo cambio. Normalmente, mis fines de semana los pasaba en mi casa, invirtiendo mi tiempo en aumentar y embellecer mi colección de música o cine, a veces sacando a pasear a mis progenitores y salir, salir, tan sólo salía durante aproximadamente una hora, a algún sitio cercano al cuartel general al que había que regresar antes de que las responsabilidades asumidas tocasen retirada. Salvo algunas excepciones en las que mi paciencia se sentía colmada, dí por bueno todo aquéllo y, gozoso, lo asumía como la única alternativa viable. El caso es que uno se acostumbra a todo y, en consecuencia, cuando se sale de la propia casa el viernes y no se retorna hasta el domingo, resulta tan inesperado como gratificante. A un tiro de piedra de menos de hora y media, Alicante sigue en pie, llena de alicientes, llena de expectativas, llena de recuerdos. También está llena de comics, aunque ahora un poco menos tras haberme traído yo unos cuantos. Es parte del ritual: desayuno en la Plaza Nueva frente al Aquarium, periplo turístico-comercial que suele terminar con mi brazo cansado de soportar el peso de una bolsa cargada de historietas, aperitivo, comida, café, cine, tal vez más cine, tal vez más café, tal vez paseo en barco, tal vez un poco de marcha, y, finalmente, un descanso muy merecido tras tantas experiencias agotadoras y, tal vez, otras que lo son aún más pero no se pueden transcribir aquí; descanso que suele ser reparador cuando los perros no ladran a la luna y las prostitutas del piso de abajo no resuelven sus diferencias con sus clientes a grito pelado. Si es que, incluso cuando se vive un día casi perfecto, nos despertamos a la mañana siguiente con la sensación de que el nuevo día tiene que ser aún mejor que el anterior, cuando no con la amargura de que ni siquiera todo el bagaje adquirido durante tan hermoso fin de semana nos acaba de llenar la despensa emocional de cara a los largos días laborables que se sucederán. Somos incorregibles, los humanos. Con nada nos conformamos. Y en nuestro propio inconformismo tenemos la causa y la consecuencia de nuestro patético exceso de humanidad.

Comentarios

bichito ha dicho que…
Una vista muy bonita. Ahí he estado yo, pero de noche. Mucho más bonita de noche, si no has tenido el privilegio de verlo en el momento más silencioso del día, te lo recomiendo. Pero eso sí,no lo hagas solo, hazlo en compañía, por que si lo haces solo, esa bonita imagen, te parecerá triste y amarga.
Y en cuanto a lo de los "perros" y "prostitutas", me ha hecho reír. Pero es real, o fué un sueño?. Por que parece sacado de una novela de suspense. Jajajaj.
Besitos
Anónimo ha dicho que…
Yo he visto Alicante de día y de noche, ¡ten en cuenta que viví allí desde los 0 hasta los 23 años! Y en cuanto a los detalles que enriquecen el post, mejor no preguntes; es parte de la magia que sólo perciben quienes gustan de leer. De todas formas, ya sabes cómo son estas cosas: no sólo en Alicante, a veces no sabes si lo que te dicen o te cuentan es realidad o sólo ficción.

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