Cine/ "QUANTUM OF SOLACE"


El consuelo de la venganza

Pequeño paso en falso tras la estupenda reformulación del mito bondiano en “Casino Royale”, “Quantum of Solace” no es ni mucho menos la peor película de la serie (título que se disputarían delirios como “El hombre de la pistola de oro”, “Moonraker”, “Diamantes para la eternidad” o “El mañana nunca muere”), pero sí deja un sabor de boca algo agridulce. El principio del film es apabullante; en realidad, DEMASIADO apabullante: una persecución automovilística por tierras italianas, con James Bond/Daniel Craig zafándose de sus enemigos en el interior de un túnel. El ritmo de la secuencia es vertiginoso, una proeza de filmación y sobre todo de montaje, y lo mejor (¿lo peor?) es que, una vez terminada, enseguida tiene lugar otra secuencia de persecución tanto o más movida que la anterior. Naturalmente, se le presupone a cualquier film del agente 007 la proliferación de este tipo de escenas trepidantes e hiperespectaculares, pero, cuando en apenas 15 minutos ya han tenido lugar dos de ellas, y, sin embargo, en el tercio final del film se produce una importante laguna que casi induce al tedio, me temo que algo está fallando. ¿Y qué falla?. Para empezar, el villano. Una de las características de esta nueva etapa con el rubio Craig vestido de smoking es el intento de aferrarse a un realismo, o, mejor dicho, a una especie de “posibilismo” en el que personajes y situaciones sean más “policíacas” que “fantásticas”, con más elementos de “thriller” y menos de “ciencia ficción”. Ello conlleva una “humanización” o “racionalización” de los “malos”, que ya no son tan megalómanos como los Blofeld, Drax o Stromberg de antaño, por lo que también resultan menos amenazadores, menos fascinantes, menos interesantes. Si ya el LeChiffre de “Casino Royale” era uno de los puntos débiles de aquella, por otra parte, estupenda película, este Dominic Greene interpretado sin pena ni gloria por un grisáceo Mathieu Amalric constituye un gravísimo hándicap: como he dicho en infinidad de ocasiones, el héroe vale y destaca tanto más cuanto más “miedo” impone el villano al que ha de enfrentarse; aquí, Greene es un patético don nadie al que, sin su cohorte de guardaespaldas, poco más le queda aparte de unos ojos saltones bastante desagradables. Otro de los fallos es la excesiva supeditación a la citada “Casino Royale”, de la que “Quantum of Solace” es una especie de continuación o secuela. Aunque pocos lo digan, el “intraducible” título original vendría a significar “Una pizca de consuelo”, haciendo referencia a la necesidad de James Bond no sólo de superar el dolor que le produjo la muerte de la hermosa Vesper Lynd (Eva Green) al final de la aventura anterior, sino de vengarla aun a costa de llevarse por delante a todo bicho viviente que se le ponga a tiro. Casi diríase que este 007 más cercano, más sobrio, más duro y más humano se ve obligado, a causa de esta especie de luto, a ser menos promiscuo, por lo que se reduce a la mínima expresión el característico aluvión de espectaculares “chicas Bond”, aquí representadas por una Olga Kurylenko bastante menos sexy de lo que aparecía en “Max Payne” y una mucho más atractiva Gemma Arterton cuyo trágico fin (bañada en petróleo al igual que Shirley Eaton perecía bañada en oro en “Goldfinger”) constituye uno de los momentos inolvidables del film. Indiscutiblemente bien rodada, prodigiosamente montada y deliberadamente supeditada al lucimiento de un Daniel Craig incluso más asentado que en su primera incursión en la serie, “Quantum of Solace” peca, para mí, de un desequilibrio demasiado evidente entre sus escenas de acción y sus momentos de sosiego, perjudicado por la falta de carisma del villano y el exiguo interés de la trama principal, que ya no versa sobre la destrucción del mundo sino sobre el aprovechamiento de los cada vez más escasos recursos naturales. Afortunadamente, las estupendas composiciones de Judi Dench (“M”), Jeffrey Wright (Felix Leiter) y, especialmente, Giancarlo Gianini (“Mathis”), los nuevos secundarios fijos de la serie, suponen una reconfortante y gratificante pizca de consuelo.

Luis Campoy

Lo mejor: Daniel Craig, el arranque, la catarsis final
Lo peor: el desequilibrio entre la excesiva acción y la trama principal carente de interés, el villano a cargo de Mathieu Amalric
El cruce: “Casino Royale” + “Licencia para matar” + “Bajo el fuego”
Calificación: 7 (sobre 10)

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola Luis.

Me vuelvo a poner en contacto contigo, tras ese desagradable comentario en el que me repudiabas (jajajjajajja) no es broma.

Bueno, me alegro de que volvamos a coincidir en algo,y es que el viernes andaba yo algo depre y pense que lo unico que me podia animar (en ausencia de los encantos de ninguna señorita, que por diferentes motivos no iba a tener esa noche) era irme a ver la peli de Bond, donde disfrutaria viendo los mantorros y las palizas del mas brutal de los agentes secretos.

Que equibocado estaba, cuando pense eso, ya que solo al principio, y poco mas fue el unico momento en el que disfrute y logre alejar mis males.

Todo lo demas, un toston, si casi me duermo (debido al madrugon y el estress) pero aguante por si mejoraba la cosa.
Nada, que otra vez nos vuelven a desilusionar.

QUE PENA, ¿NO?

TU AMIGO MONTY
Anónimo ha dicho que…
¡Hola, Jose (perdón, Monty!). Ya sabes que aquel artículo no fue ni mucho menos un repudio, sino un modo lo más cómico posible de narrar una situación un pelín incómoda. Te agradezco la visita y también, claro está, el comentario. No, no es "Q.O.S." el mejor de los Bonds, ni mucho menos (aunque me gustaría conocer la opinión de mi amiguete Santiago Lafuente), y sólo puedo decirte que, al menos, con tanta escena de acción, mi hijo Jorge, que se empeñó en acompañarme al cine, al menos disfrutó de un ratito entretenido a costa de tantas persecuciones y explosiones. Y sobre los encantos de las señoritas, ya sabes: muuuuuuuuuucho cuidadito. Un abrazo.

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