¿Y si al final ganara McCain?
Cuando a todos en Europa ya les duelen las rodillas de tanto postrarse ante el candidato demócrata a la Presidencia de los EEUU, Barack Obama, llega su rival republicano y se apunta un tanto que puede ser decisivo. En un artículo anterior acerca de este mismo tema, ya anticipaba que lo mejor para una formación política con aspiraciones de gobierno era lograr cuanto antes la unidad interna, la pacificación intestina, y por éso consideraba que debía cesar la rivalidad entre las dos cabezas visibles del partido, Obama y la senadora Hillary Clinton, quien haría bien en abandonar sus veleidades personales e integrarse en la candidatura de su “oponente”. Pero claro, yo, al igual que la mayoría de los analistas, observadores y curiosos, pensaba que, tan pronto como retirase su alternativa, Clinton se convertiría automáticamente en la “Número Dos” de Mr. Barack, su futura vicepresidenta; los hasta entonces antagonistas trabajando juntos, reuniendo en torno a ellos a la totalidad de los votantes demócratas, más ilusionados y motivados que nunca. Pero no. Tras pensárselo durante algunas semanas, Obama ignoró olímpicamente a la ex-Primera Dama y designó al maduro Joe Biden como su segundo de a bordo, probablemente convencido de que su propia (y muy criticada por todos) inexperiencia se vería contrarrestada por la sobrada veteranía de Biden. La bisoñez tamizada por la experiencia, la juventud equilibrada por la madurez. Pero, ay, apenas unas semanas después, el vetusto y acartonado McCain se descuelga con una decisión de ésas que, tal vez sin casi proponérselo, son capaces de voltear completamente la tortilla. El duro septuagenario se va de cacería a la inhóspita Alaska y encuentra un auténtico filón: Sarah Palin, casi treinta mil años más joven que él, tanto o más reaccionaria, retrógrada y facha… pero muchísimo más guapa. Y no, no es que los gobernantes gobiernen mejor si son guapos que si son hijos de Picio, pero hay que reconocer que el contraste entre el vejestorio ex-marine y la todavía lozana Palin, acentuado por el hecho de que, a pesar de representar al ala conservadora y retrógrada de la sociedad yanqui, los republicanos estén dispuestos a entregar el segundo mayor grado de responsabilidad a una mujer, ha tenido un efecto rotundamente explosivo. Todo el mundo habla de Sarah Palin, aunque sólo sea para criticar sus planteamientos ultraconservadores, como promover la abstinencia sexual (a pesar de que su hija, embarazadísima a los diecisiete años, no parece comulgar con esta teoría) o potenciar (¡olé el ecologismo responsable!) la construcción de centrales nucleares, pero, paralelamente, ¿quién demonios habla de Joe Biden?. Creo que Obama ha metido la pata, y esa equivocación puede costarle muy cara, no sólo a él sino a la esperanza de auténtico cambio que representa. Por mucha sabiduría vital que atesore, Biden, además de ser un ilustre desconocido fuera de los USA, es un ancla que puede lastrar a los demócratas, mientras que Palin, por muy chapada a la antigua que sea su ideología, representa un soplo de aire fresco, una inyección de vitalidad para los republicanos. Quedan dos meses de apasionante campaña electoral, y parece que Barack puede ganarle la partida a McCain en los debates televisivos, pero no hay que olvidar que los norteamericanos son más dados a fijarse en los detalles más nimios y estúpidos que en la capacidad intelectual de sus futuros dirigentes.
Comentarios
Pues no sería de extrañar. Al principio parecía el abuelito de las patatas era muy mayor para el cargo, pero cuando lo han designado los republicanos por algo será. Luego el golpe de de la Vicepresidenta (futura, claro) parece que va a pesar lo suyo. Está claro que nosotros los europeos no acertamos nunca. Y el caso es que ya se decía, si en Europa apostamos por uno luego sale el otro. Lo que está claro es que van a ser unas elecciones muy reñidas. Adios. JA desde Alicante.