¿Existe España?


Dicen que todo adolescente, o, por extensión, toda persona, se enfrenta antes o después a una angustiosa crisis existencial. Preguntas como “¿Quién soy?”, “¿De dónde vengo?”, “¿A dónde voy?”, “¿Se comerá Pep Guardiola las uvas como técnico del Barça?” (bueno, esta última quizás no) nos las hemos hecho absolutamente todos, en un momento u otro de nuestra vida. Ahora, a nivel nacional y colectivo, hemos de interrogarnos con una nueva y desasosegante duda: “¿Existe España para los norteamericanos?”. El otro día, el candidato republicano a la Casa Blanca, míster John McCain, accedió a responder a las preguntas de varios medios de comunicación, entre los que se hallaba una corresponsal de Radio Caracol de Colombia, que a su vez trabajaba de free-lance para la Cadena SER española. Tras unos primeros minutos en los que McCain, al igual que antes había hecho su futura vicepresidenta Palin, se limitó a recitar casi de memoria el manual de estilo de su partido, fue preguntado por la citada periodista colombiana acerca de su predisposición a recibir en audiencia al presidente Zapatero de España. Todos sabemos que son dos los motivos por los que nuestras relaciones con el Tío Sam no atraviesan su mejor momento: uno, Zapatero, cuando todavía era líder de la oposición, se negó a ponerse en pie al pasar la bandera estadounidense durante un desfile militar; y dos, nada más acceder a la presidencia, cumplió su promesa electoral de retirar las tropas españolas de Iraq. Para estos yanquis ultrapatrióticos, hijos de Rambo y de Chuck Norris, el desprecio a la enseña de las barras y estrellas y el abandono de las posiciones en terreno iraquí constituyen sendas afrentas difícilmente perdonables, y por descontado que el cumplimiento de una promesa electoral no tiene absolutamente ningún valor para ellos. El caso es que McCain inicialmente se hizo el loco y se fue por las ramas respondiendo estupideces como que “él recibiría a cualquier dirigente que fuese amigo de su país”, pero, cuando la radiofonista colombiana insistió (hasta un total de cuatro veces) en su requerimiento sobre la persona del presidente español, el muy republicano evidenció que, una de dos, o no tiene ni puta idea de quién coño es Zapatero, o es incapaz de situar en un mapa a una nación como España, de la que, por cierto, proviene el segundo idioma más hablado en su nación. Cualquiera de estas dos posibilidades acojona un poco teniendo en cuenta que, como más de una vez he dicho en esta misma página, McCain o su rival Obama van a ser quienes dirijan los destinos del país más poderoso del mundo mundial, en el que, aunque ciertos incultos de poder hiperdesarrollado no lo sepan, existe una nación en cuyo patronímico aparece una letra (la “Ñ”) que ellos son incapaces de pronunciar correctamente. Está claro que yo, si pudiera hacerlo, no votaría a un matusalem fascista y algo garrulo, sino a un hombre muchísimo más joven, aparentemente más inteligente y de talante más liberal, pero… tampoco olvidemos que hace tan sólo unos meses, durante su gira por varios países europeos, Barack Obama visitó Berlín Londres y París… pero no Madrid, lo cual provocó que un simpatizante republicano como parece ser Mariano Rajoy acusara a ZP de haber provocado el desinterés de los norteamericanos para con nosotros. Sea como sea, sería menester que nuestros embajadores más reconocidos como Pau Gasol, Rafa Nadal, Antonio Banderas, Pedro Almodóvar, Penélope Cruz o Javier Bardem no cejaran en su justo empeño de situar en el mapa mundi a nuestra piel de toro asaeteada inmerecidamente por las banderillas de la ignorancia.

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