El "Quijote" de los comics: "WATCHMEN"
“Quis custodies ipsos custodies?”… “Who watches the watchmen?”… “¿Quién vigila a los vigilantes?”… Bajo este enigmático slogan subyace el espíritu del que está considerado como uno de los mejores comics de todos los tiempos. Se publicó en 12 entregas entre 1985 y 1986 y sus autores fueron el guionista Alan Moore y el dibujante Dave Gibbons. Visto desde la perspectiva de hoy en día, puede interpretarse que el trazo de Gibbons, sin ser torpe o confuso, no responde al modelo de espectacularidad o detallismo que los dibujantes más cotizados de la actualidad infieren a sus trabajos. Sin embargo, el modélico guión de Moore, tan rico en connotaciones sociopolíticas, tan bien estructurado en base a una trama principal y otras subtramas que la complementan, no ha perdido en absoluto su vigencia, su interés, su apabullante calidad.
Estamos en 1986. Nueva York. Los superhéroes, también denominados “vigilantes”, llevan años prohibidos por decreto, condenados al olvido por una normativa gubernamental. Sin embargo, su existencia es más necesaria que nunca. El mundo está aterrorizado ante la posibilidad de una guerra atómica entre las dos grandes potencias (Estados Unidos y la URSS), y cada día que pasa crece la psicosis colectiva acerca de que la reciente invasión de Afganistán por parte de los soviéticos será la chispa que haga detonar la III Guerra Mundial. A pesar de la prohibición, algunos de los héroes no han cesado del todo su actividad. Uno de ellos, apodado El Comediante, es brutalmente asesinado. Un antiguo compañero suyo, Rorschach, que se niega a resignarse a la inactividad, inicia una investigación personal que le lleva al convencimiento de que existe un meticuloso plan para destruir moral o físicamente a los vigilantes que continúan vivos y aún serían capaces de volver a la acción si acaso se les necesitase (Búho Nocturno, Dr. Manhattan, Ozimandias y Espectro de Seda).
Muchos años atrás, un grupo de vigilantes conocido como The Minutemen se veía obligado a cesar su actividad, y sus miembros se disgregaban para siempre. Sin embargo, no todos iban a afrontar la inactividad del mismo modo. Edward Blake (El Comediante) continuaría desarrollando trabajos “sucios” para el gobierno de los EEUU, en operaciones secretas en lugares como Corea o Vietnam. Jon Osterman, alias Dr. Manhattan, también sigue trabajando para el aparato gubernamental, concretamente en el terreno de la investigación acerca de la desintegración del átomo, proceso en el que él mismo había perdido todo atisbo de humanidad al desintegrarse y volverse a recomponer en forma de una criatura azul de poder poco menos que ilimitado. Búho Nocturno (Dan Drieberg) y Rorschach (Walter Kovacs) han seguido su carrera mientras les ha sido posible, formando una pareja sorprendentemente bien avenida a pesar de sus diferencias. Drieberg es un ricachón que siempre ha tratado de destinar sus dineros a luchar contra la injusticia, pero finalmente acepta la realidad y su pintoresca nave, el “Arquímedes” y sus gadgets acaban por dormir el sueño de los justos en los sótanos de su casa. Rorschach jamás ha acatado ni acatará la obligación de cesar su actividad, ya que considera que el crimen es una enfermedad que simplemente hay que exterminar. Sus métodos son bastante expeditivos, y su rostro real no lo conoce absolutamente nadie; bajo su máscara (una asfixiante superficie blanca sobre la que palpitan, negras, las manchas que utilizan los psicólogos para realizar la prueba de asociación visual conocida precisamente como “Test de Rorschach”) oculta las miserias de una infancia de sufrimiento, marginación y malos tratos. Adrian Veidt es considerado unánimemente El Hombre Más Inteligente de la Tierra, y también es uno de los más ricos. Aunque ya no lucha contra el crimen bajo su personalidad de Ozimandias, ha sacado pingües beneficios a fuerza de comercializar su imagen (muñequitos articulados que reproducen su figura, ataviada con ropajes pseudo egipcios, y la de su mascota Bubastis, un lince mutado genéticamente) y es lo bastante listo como para entender que todo aquél que tiene cerebro y dinero no tiene por qué quedarse cruzado de brazos mientras el mundo se limita a temblar ante la posibilidad de un holocausto nuclear. Finalmente, el toque femenino lo aporta Laurie Juspeczyk, también conocida como “Espectro de Seda II”, que heredó tanto el apodo como la vocación aventurera de su madre, la cual, en su juventud, tuvo un roce muy poco agradable con El Comediante. Laurie ha pasado los últimos años viviendo con el Dr. Manhattan, pero la frialdad y carencia de sentimientos de éste la desespera hasta el punto de tener que refugiarse en los brazos del mucho más sensible y humano Dan Drieberg, alias Búho Nocturno.
El impactante asesinato de El Comediante (machacado a golpes y arrojado al vacío desde su ático) y la investigación posterior de Rorschach constituyen el punto de partida de “Watchmen”, que es mucho, muchísimo más que un simple tebeo para niños. De hecho, si no se tratase de una “novela gráfica” sino simplemente de una “novela”, seguramente estaríamos hablando de uno de los títulos fundamentales de la literatura de los últimos 25 años. Pero claro, el hecho de que, como complemento y contrapunto a los espléndidos textos de Alan Moore aparezcan ilustraciones en las que puede verse a personajes disfrazados, predispone a muchísima gente a dudar de la seriedad o la madurez de la obra. Como todo el mundo sabe, existe un odioso prejuicio generalizado hacia los comics, y no sólo se considera “inmaduro” o “infantil” a quien los lee o colecciona, sino que se comete el error de meter en el mismo saco a “Mortadelo y Filemón” y a “The Ultimates”, a “El Guerrero del Antifaz” y a “The Authority”, a “Esther” y a “Batman: The Dark Knight Returns”. Craso error. El comic es, para quien lo afronta sin prejuicios, todo un arte en sí mismo, el Noveno Arte, y, desde luego, la calidad literaria de sus especímenes más ilustres nada tiene que envidiar a la de un buen libro “para adultos”. “Watchmen” sólo utiliza a los superhéroes como excusa y como metáfora, pero su inteligentísima mezcla de thriller de acción, denuncia social, parábola política y alegato antinuclear merece que incluso un lector “serio” le dé una oportunidad.
No sería difícil establecer paralelismos entre algunos de los protagonistas de “Watchmen” y otros héroes archiconocidos del panorama comiquero internacional. Obviamente, El Comediante es una especie de reverso tenebroso del Capitán América (ambos trabajan para el gobierno de su país, pero los elevados ideales de este último contrastan con el cinismo y pragmatismo de El Comediante), Búho Nocturno y Rorschach reflejan, desdoblada en dos, la personalidad de Batman (Búho Nocturno aspira únicamente a hacer el bien, pero Rorschach considera que lo primero de todo es la aniquilación y el exterminio de los malvados), el Dr. Manhattan sería un Capitán Marvel a la inversa y Ozimandias una mezcla de Superman y Thor… sin superpoderes. No oculto que, de todos ellos, mi favorito es Rorschach, no por su comportamiento agresivo y violento, sino por su perseverancia en su sangrienta cruzada contra el mal, por su conducta aparentemente simple y elemental, que revela que, bajo su apariencia humana de fealdad y brutalidad, subyace el deseo primitivo de imponer la justicia sobre la injusticia, la paz sobre la violencia… aunque, para ello, tenga que ser más violento que nadie.
A pesar de la proliferación de adaptaciones cinematográficas de casi todos los comics habidos y por haber (de “Asterix” a “Batman: El Caballero Oscuro”, de “Superman” a “Hellboy”, de “Spiderman” a “Wanted”, de “X-Men” a la inminente “The Spirit”), hasta ahora parecía que una obra tan compleja y adulta como “Watchmen” era poco menos que inadaptable. Sin embargo, tras alcanzar la gloria con su excelente “300” (basada, también en una novela gráfica, obra de Frank Miller), el joven director Zack Snyder anunció que su próximo proyecto volvería a tener a un comic como punto de partida, y sería nada menos que… “Watchmen”. Los aficionados de todo el mundo se posicionaron rápidamente a favor o en contra de tal empresa: en contra, porque las obras maestras, como sucede con todo aquéllo que veneramos o idolatramos, demasiado fácilmente suelen defraudarnos cuando se las adapta a un medio diferente de aquél para el que fueron concebidas (las películas inspiradas por otros trabajos del mismo Alan Moore como “La Liga de los Hombres Extraordinarios”, “Desde el infierno” o, en menor medida, “V de Vendetta” constituyeron ejemplos concluyentes de este axioma); y a favor, porque el buen resultado de “300” permite albergar fundadas esperanzas, y porque ¿qué diablos? ya iba siendo hora de que una de las mejores historietas de la Historia tuviera su oportunidad de llegar al gran público que no lee comics pero sí va al cine. Según parece, y al igual que hiciera en su celebrada narración de la gesta de Leónidas y sus 300 espartanos, Zack Snyder de nuevo ha prescindido del uso de decorados tangibles, rodando todos y cada uno de los planos ante pantallas verdes sobre las que posteriormente se han añadido los escenarios virtuales generados por ordenador, y, para dar vida a sus “Watchmen” de celuloide, ha reunido un reparto poco menos que inescrutable, ya que el único nombre mínimamente conocido es el de Billy Crudup como Dr. Manhattan y junto a éste aparecen los de los oscuros Patrick Wilson (Búho Nocturno), Jackie Earle Haley (Rorschach), Jeffrey Dean Morgan (El Comediante), Matthew Goode (Ozimandias) y Malin Akerman (Espectro de Seda). La fecha inicialmente prevista para el estreno de la película es el 6 de Marzo de 2009, pero hace unas semanas saltaba la noticia de que una disputa sobre los derechos de explotación del material gráfico original enfrentaba a dos compañías de distribución (Warner Bros. y 20th Century Fox), por lo que el film, cuya posproducción está finalizando en estos momentos, podría demorar su exhibición hasta un año más (2010)… o incluso nunca llegar a verse. Para amenizar la (acaso larga) espera, y también para que quienes no conozcáis el comic podáis daros una idea de lo que es y a lo que ha dado lugar, os dejo la dirección de la página web, donde está a vuestra disposición su espléndido y muy adictivo tráiler, sin duda, el mejor que yo he visto en mucho, muchísimo tiempo.
Estamos en 1986. Nueva York. Los superhéroes, también denominados “vigilantes”, llevan años prohibidos por decreto, condenados al olvido por una normativa gubernamental. Sin embargo, su existencia es más necesaria que nunca. El mundo está aterrorizado ante la posibilidad de una guerra atómica entre las dos grandes potencias (Estados Unidos y la URSS), y cada día que pasa crece la psicosis colectiva acerca de que la reciente invasión de Afganistán por parte de los soviéticos será la chispa que haga detonar la III Guerra Mundial. A pesar de la prohibición, algunos de los héroes no han cesado del todo su actividad. Uno de ellos, apodado El Comediante, es brutalmente asesinado. Un antiguo compañero suyo, Rorschach, que se niega a resignarse a la inactividad, inicia una investigación personal que le lleva al convencimiento de que existe un meticuloso plan para destruir moral o físicamente a los vigilantes que continúan vivos y aún serían capaces de volver a la acción si acaso se les necesitase (Búho Nocturno, Dr. Manhattan, Ozimandias y Espectro de Seda).
Muchos años atrás, un grupo de vigilantes conocido como The Minutemen se veía obligado a cesar su actividad, y sus miembros se disgregaban para siempre. Sin embargo, no todos iban a afrontar la inactividad del mismo modo. Edward Blake (El Comediante) continuaría desarrollando trabajos “sucios” para el gobierno de los EEUU, en operaciones secretas en lugares como Corea o Vietnam. Jon Osterman, alias Dr. Manhattan, también sigue trabajando para el aparato gubernamental, concretamente en el terreno de la investigación acerca de la desintegración del átomo, proceso en el que él mismo había perdido todo atisbo de humanidad al desintegrarse y volverse a recomponer en forma de una criatura azul de poder poco menos que ilimitado. Búho Nocturno (Dan Drieberg) y Rorschach (Walter Kovacs) han seguido su carrera mientras les ha sido posible, formando una pareja sorprendentemente bien avenida a pesar de sus diferencias. Drieberg es un ricachón que siempre ha tratado de destinar sus dineros a luchar contra la injusticia, pero finalmente acepta la realidad y su pintoresca nave, el “Arquímedes” y sus gadgets acaban por dormir el sueño de los justos en los sótanos de su casa. Rorschach jamás ha acatado ni acatará la obligación de cesar su actividad, ya que considera que el crimen es una enfermedad que simplemente hay que exterminar. Sus métodos son bastante expeditivos, y su rostro real no lo conoce absolutamente nadie; bajo su máscara (una asfixiante superficie blanca sobre la que palpitan, negras, las manchas que utilizan los psicólogos para realizar la prueba de asociación visual conocida precisamente como “Test de Rorschach”) oculta las miserias de una infancia de sufrimiento, marginación y malos tratos. Adrian Veidt es considerado unánimemente El Hombre Más Inteligente de la Tierra, y también es uno de los más ricos. Aunque ya no lucha contra el crimen bajo su personalidad de Ozimandias, ha sacado pingües beneficios a fuerza de comercializar su imagen (muñequitos articulados que reproducen su figura, ataviada con ropajes pseudo egipcios, y la de su mascota Bubastis, un lince mutado genéticamente) y es lo bastante listo como para entender que todo aquél que tiene cerebro y dinero no tiene por qué quedarse cruzado de brazos mientras el mundo se limita a temblar ante la posibilidad de un holocausto nuclear. Finalmente, el toque femenino lo aporta Laurie Juspeczyk, también conocida como “Espectro de Seda II”, que heredó tanto el apodo como la vocación aventurera de su madre, la cual, en su juventud, tuvo un roce muy poco agradable con El Comediante. Laurie ha pasado los últimos años viviendo con el Dr. Manhattan, pero la frialdad y carencia de sentimientos de éste la desespera hasta el punto de tener que refugiarse en los brazos del mucho más sensible y humano Dan Drieberg, alias Búho Nocturno.
El impactante asesinato de El Comediante (machacado a golpes y arrojado al vacío desde su ático) y la investigación posterior de Rorschach constituyen el punto de partida de “Watchmen”, que es mucho, muchísimo más que un simple tebeo para niños. De hecho, si no se tratase de una “novela gráfica” sino simplemente de una “novela”, seguramente estaríamos hablando de uno de los títulos fundamentales de la literatura de los últimos 25 años. Pero claro, el hecho de que, como complemento y contrapunto a los espléndidos textos de Alan Moore aparezcan ilustraciones en las que puede verse a personajes disfrazados, predispone a muchísima gente a dudar de la seriedad o la madurez de la obra. Como todo el mundo sabe, existe un odioso prejuicio generalizado hacia los comics, y no sólo se considera “inmaduro” o “infantil” a quien los lee o colecciona, sino que se comete el error de meter en el mismo saco a “Mortadelo y Filemón” y a “The Ultimates”, a “El Guerrero del Antifaz” y a “The Authority”, a “Esther” y a “Batman: The Dark Knight Returns”. Craso error. El comic es, para quien lo afronta sin prejuicios, todo un arte en sí mismo, el Noveno Arte, y, desde luego, la calidad literaria de sus especímenes más ilustres nada tiene que envidiar a la de un buen libro “para adultos”. “Watchmen” sólo utiliza a los superhéroes como excusa y como metáfora, pero su inteligentísima mezcla de thriller de acción, denuncia social, parábola política y alegato antinuclear merece que incluso un lector “serio” le dé una oportunidad.
No sería difícil establecer paralelismos entre algunos de los protagonistas de “Watchmen” y otros héroes archiconocidos del panorama comiquero internacional. Obviamente, El Comediante es una especie de reverso tenebroso del Capitán América (ambos trabajan para el gobierno de su país, pero los elevados ideales de este último contrastan con el cinismo y pragmatismo de El Comediante), Búho Nocturno y Rorschach reflejan, desdoblada en dos, la personalidad de Batman (Búho Nocturno aspira únicamente a hacer el bien, pero Rorschach considera que lo primero de todo es la aniquilación y el exterminio de los malvados), el Dr. Manhattan sería un Capitán Marvel a la inversa y Ozimandias una mezcla de Superman y Thor… sin superpoderes. No oculto que, de todos ellos, mi favorito es Rorschach, no por su comportamiento agresivo y violento, sino por su perseverancia en su sangrienta cruzada contra el mal, por su conducta aparentemente simple y elemental, que revela que, bajo su apariencia humana de fealdad y brutalidad, subyace el deseo primitivo de imponer la justicia sobre la injusticia, la paz sobre la violencia… aunque, para ello, tenga que ser más violento que nadie.
A pesar de la proliferación de adaptaciones cinematográficas de casi todos los comics habidos y por haber (de “Asterix” a “Batman: El Caballero Oscuro”, de “Superman” a “Hellboy”, de “Spiderman” a “Wanted”, de “X-Men” a la inminente “The Spirit”), hasta ahora parecía que una obra tan compleja y adulta como “Watchmen” era poco menos que inadaptable. Sin embargo, tras alcanzar la gloria con su excelente “300” (basada, también en una novela gráfica, obra de Frank Miller), el joven director Zack Snyder anunció que su próximo proyecto volvería a tener a un comic como punto de partida, y sería nada menos que… “Watchmen”. Los aficionados de todo el mundo se posicionaron rápidamente a favor o en contra de tal empresa: en contra, porque las obras maestras, como sucede con todo aquéllo que veneramos o idolatramos, demasiado fácilmente suelen defraudarnos cuando se las adapta a un medio diferente de aquél para el que fueron concebidas (las películas inspiradas por otros trabajos del mismo Alan Moore como “La Liga de los Hombres Extraordinarios”, “Desde el infierno” o, en menor medida, “V de Vendetta” constituyeron ejemplos concluyentes de este axioma); y a favor, porque el buen resultado de “300” permite albergar fundadas esperanzas, y porque ¿qué diablos? ya iba siendo hora de que una de las mejores historietas de la Historia tuviera su oportunidad de llegar al gran público que no lee comics pero sí va al cine. Según parece, y al igual que hiciera en su celebrada narración de la gesta de Leónidas y sus 300 espartanos, Zack Snyder de nuevo ha prescindido del uso de decorados tangibles, rodando todos y cada uno de los planos ante pantallas verdes sobre las que posteriormente se han añadido los escenarios virtuales generados por ordenador, y, para dar vida a sus “Watchmen” de celuloide, ha reunido un reparto poco menos que inescrutable, ya que el único nombre mínimamente conocido es el de Billy Crudup como Dr. Manhattan y junto a éste aparecen los de los oscuros Patrick Wilson (Búho Nocturno), Jackie Earle Haley (Rorschach), Jeffrey Dean Morgan (El Comediante), Matthew Goode (Ozimandias) y Malin Akerman (Espectro de Seda). La fecha inicialmente prevista para el estreno de la película es el 6 de Marzo de 2009, pero hace unas semanas saltaba la noticia de que una disputa sobre los derechos de explotación del material gráfico original enfrentaba a dos compañías de distribución (Warner Bros. y 20th Century Fox), por lo que el film, cuya posproducción está finalizando en estos momentos, podría demorar su exhibición hasta un año más (2010)… o incluso nunca llegar a verse. Para amenizar la (acaso larga) espera, y también para que quienes no conozcáis el comic podáis daros una idea de lo que es y a lo que ha dado lugar, os dejo la dirección de la página web, donde está a vuestra disposición su espléndido y muy adictivo tráiler, sin duda, el mejor que yo he visto en mucho, muchísimo tiempo.
Luis Campoy
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