En el Balneario de Archena
Ayer, en plan “broche de oro” a mis ya casi extintas vacaciones de verano, fui con los niños al famoso Balneario de Archena. Resultaba casi imperdonable vivir tantos años en Murcia y no haber ido todavía a tan prestigioso lugar de disfrute y descanso, y lo cierto es que merece realmente la pena. Si se trata de una excursión de ocio y placer, hay sobradas ocasiones para pasárselo de miedo, pero, si acaso existen motivos terapéuticos, no hay nada como un buen remojón en sus aguas termales, de las que sales hecho una sopa pero relajado y revitalizado. Como es lógico, los peques no querían salir de las piscinas, y he de reconocer que yo tampoco estaba muy deseoso de ello. Solamente los motivos económicos me obligaron a pensármelo dos veces, ya que al llegar te dan un reloj que cronometra el tiempo que permanec
es en la instalación y, cuanto más rato estás, más tienes que cotizar al salir. Aunque el día era espléndido y daba gustito dejarte bañar por el sol mientras te chapuzabas en la enorme piscina central, fue en la zona cubierta donde mejor nos lo pasamos. Afortunadamente, todavía no padecemos reumatitis ni artritis ni artrosis galopantes, por lo que nos dejamos llevar (nunca mejor dicho) por una corriente de sensaciones, en mitad de un auténtico río que te arrastra sin peligro, cuando no zambulléndonos en un burbujeante jacuzzi o pasando de la pila de agua fría a la de agua
ardiente, lo cual, por cierto, debe ser más bien pernicioso, aunque resulta muy divertido experimentar el contraste. En fin, fueron dos horitas de chapuzones y felicidad que me proporcionaron algunas de las últimas sonrisas y de las mejores sensaciones del mes vacacional por excelencia.
Comentarios
Besitos; Bichito
un beso
MARISA