Cine/ "MAMMA MIA"

“GREASE” en una isla griega


Cuando el grupo ABBA se separó, allá por 1982, casi me pareció increíble. Eran los reyes incuestionables de la música pop, capaces de imprimir un toque mágico en todo aquello que fabricaban, vendían millones y millones de discos y todavía no habían provocado el hartazgo ni el rechazo en sus legiones de fans. Su disolución constituyó una pequeña tragedia para el mundo de la música, a la altura de las de los Beatles o Mecano. Ahora, más de 25 años después, lo que parece increíble es que fuesen capaces de regalarnos tantas y tantas melodías memorables, de interpretarlas con aquellas voces deliciosas y de instrumentarlas y producirlas en un registro por el que no pasa el tiempo.

Dos de las fans de ABBA fueron tan incapaces de aceptar el fin del grupo que decidieron prolongar su existencia concibiendo un musical cuya banda sonora estuviese constituída por sus más célebres canciones, alrededor de las cuales tejieron un leve hilo argumental que les daba una cierta sensación de unidad. Desde su estreno en 1999, la obra diseñada por la productora Judy Craymer y la libretista Catherine Johnson barrió allá donde quiera que se estrenó, incluída España, donde una de las protagonistas fue Nina, la celebérrima directora de la Academia de la primera Operación Triunfo.

Sophie, una joven inglesa que vive en una idílica isla griega en compañía de su madre, Donna, tiene 20 años y decide casarse. Ante tan trascendental evento, la muchacha sueña con ser llevada al altar en brazos de su padre, cosa harto complicada porque ignora quién fue éste. Rebuscando en los viejos diarios de su madre, descubre que hasta tres hombres pasaron por el lecho de Donna en el verano en que ella fue concebida, por lo que, ni corta ni perezosa y sin consultarlo con nadie, decide enviar sendas cartas a cada uno de sus posibles padres invitándoles a su boda…

Lo primero que sentí cuando supe que se preparaba una versión cinematográfica de “Mamma Mía” fue… envidia (de que se llevara al cine esta obra antes que “Les Miserables”, mi musical favorito), aunque en seguida lo asumí como algo lógico, dada la envergadura y complejidad de la quasi-ópera basada en el novelón de Victor Hugo. Sin embargo, he de reconocer que lo que me dejó realmente a cuadros fue la identidad de los actores elegidos (no está de más recordar que los protagonistas realizarían la mayor parte de su interpretación… cantando) para encarnar a Donna y compañía: Meryl Streep, Pierce Brosnan, Colin Firth, Stellan Skarsgard y Julie Walters. En ese momento empecé a temblar, y no dejé de hacerlo hasta que escuché la banda sonora de la película. Para cerciorarme de que no me equivocaba, tuve que leer y releer como treinta veces que quien estaba cantando “The Winner Takes It All” o “Super Trouper” no era otra que Meryl Streep. Si ya admiraba desde siempre a la protagonista de “Holocausto”, “El Cazador”, “La decisión de Sophie”, “Leones por corderos”, “El Diablo viste de Prada” o, sobre todo, “Memorias de Africa”, cuando la escuché cantar lo que sentí fue algo cercano a la veneración. Alucinante. Otra nominación al Oscar para la señora Streep.

Pero “Mamma Mía” no es sólo Meryl Streep. Pocas veces he sentido en una sala de cine tanta alegría, tanta ilusión y tantas ganas de vivir. Debo ser un ñoño, sí. Pero no puedo negar que, de principio a fin, me lo pasé pipa disfrutando los maravillosos paisajes griegos, la sorprendente composición de la señora Streep, la frescura de Amanda Seyfried (todo un acierto de casting en el papel de Sophie), la gallardía de Pierce Brosnan, la fragilidad de Colin Firth, la campechanía del gran Stellan Skarsgard (protagonista de “Rompiendo las olas” y padre de Orlando Bloom en “Piratas del Caribe 2 & 3”), el sentido del humor de Julie Walters y, sobre todo, las decenas de canciones de Abba que acechan por doquier, todas ellas correctamente subtituladas y que suenan mejor que nunca. Parafraseando el título de una de las más célebres composiciones del inolvidable cuarteto sueco: gracias por la música, y a las canciones, y a tantas emociones que se pueden sentir dejándose llevar en la fresca oscuridad de una sala de cine.
Luis Campoy

Lo mejor: las maravillosas canciones de Abba, la fotografía, Meryl Streep, Amanda Seyfried, las contagiosas ganas de vivir
Lo peor: las otras canciones de Abba que no son tan maravillosas pero hay que tragárselas igualmente
El cruce: “Grease” + “Mi gran boda griega”
Calificación: 8,5 (sobre 10)

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
A pesar de lo que estoy leyendo por ahí, en otros blogs de más “prestigio” que el mío, que es más bien humilde, la película es muy agradable, casi entrañable, las canciones son preciosas en su mayoría y hasta los actores que no cantan ni en la ducha hacen un buen papel.
bichito ha dicho que…
La ví y pensé que era una película muy "fresca", pero en el buen sentido de la expresión. Mucho colorido en la imagen, muy viva, y sobre todo los incondicionales de ABBA.....buenísima su música, muy bien adapatada en cada secuencia, y la letra encantadora. No podría decir cual es la mejor o la peor, pero "Se me escapa de las manos...", es increíble. Una canción dedicada a esos hijos que crecen y se nos van yendo a iniciar otra vida lejos de nosotros, para mí es conmovedora. siempre me gustó. Thanks for the music, ABBA.
Anónimo ha dicho que…
Para "Bichito": Qué curioso..... La escena que comentas especialmente, en la que la Streep y Amanda Setyried cantan el "Slipping through my fingers" sería tal vez la última que yo hubiera destacado, porque a) representa la antítesis de lo que más he valorado en la película (la alegría y el buen humor) y b) la canción, indiscutiblemente bella en su languidez, es de las menos conocidas de Abba. Pero, claro, para gustos, los colores. Buen comentario, gracias por haberte incorporado a nuestra pequeña familia.

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