Cine/ "LA NIEBLA"
ALGO ACECHA EN LA BRUMA
Como en la mayoría de los relatos urdidos por el muy célebre Stephen King, la acción de "La Niebla" transcurre en una pequeña localidad del Medio Oeste americano, uno de esos pueblos en los que nunca pasa nada y todo el mundo se conoce. Una noche de tormenta, un enorme árbol se desploma sobre el estudio de un pintor especializado en carteles para películas (homenaje evidente al insigne Drew Srtruzan), que, a la mañana siguiente, se desplaza a la ciudad en compañía de su hijo, con el fin de adquirir materiales para la reparación de la ventana rota. Conforme va acercándose al pueblo, observa con temor cómo una espesa y amenazadora capa de niebla va cubriéndolo todo, de forma que lo más seguro para las decenas de personas que coinciden en el supermercado es permanecer allí, juntas, hasta que la bruma se disipe... si se disipa.
Frank Darabont, guionista y director de "La Niebla", se ha convertido en un experto adaptador al cine del universo perturbador de Stephen King. Suyas fueron las versiones cinematográficas de "Cadena perpetua" y "La milla verde", las cuales se saldaron con un considerable éxito de crÍtica, sobre todo la primera. Lamentablemente, con "La Niebla" no logra cuajar un producto tan afortunado, por diversas razones que voy a tratar de explicar. En primer lugar, apuesta por una decidida incursión en el género fantástico, lo que le aleja del realismo dramático que tan bien domina. Lo terrorífico de "Los pájaros" de Hitchcock o "Tiburón" de Spielberg residía en el hecho de que, repentinamente, ciertas especies animales se volvían contra los humanos, cosa perfectamente posible. Sin embargo, que bajo la niebla acechen insectos mutantes pesadillescos provenientes de una dimensión paralela no es precisamente lo que el espectador necesita para tomarse en serio el sufrimiento de los protagonistas, ciudadanos anónimos encarnados por actores anónimos que en general actúan eficazmente, si bien se echa en falta un reparto en el que siquiera deslumbre alguna estrella mínimamente reconocible, porque ni Thomas Jane, ni Marcia Gay Harden ni Toby Jones puede decirse que sean estrellas del mismo nivel que Tim Robbins, Morgan Freeman, Tom Hanks o Jim Carrey, protagonistas de anteriores trabajos de Darabont; además, en cualquier película de “catástrofes” de los 70, lo primero que se lograba era la composición de un nutrido elenco de viejas y nuevas glorias de Hollywood, con las que era fácil conectar y que además constituían un reclamo infalible de cara a la taquilla. La sensación de que cualquier actor con más recursos podría haber logrado una actuación más competente que la de Thomas “El Castigador” Jane no me abandonó durante ningún momento del metraje, así como la certeza de que fue un error asignarle como “voz” española la del doblador habitual de Tom Hanks; era imposible resistirse a la tentación de cerrar los ojos y tratar de imaginar que el “chico de la película” era Hanks y no Jane. En resumen: al problema de que el enemigo es excesivamente fantástico (y Darabont comete el mismo error que Shyamalan en “Señales” y “La joven del agua”, Francis Lawrence en “Soy leyenda” o Matt Reeves en “Monstruoso”: se recrea demasiado en visualizar lo que, para causar auténtico terror, un terror real, debería haber sido apenas entrevisto) se une el de que el héroe que debe combatirlo no acaba de resultar del todo convincente, lo cual hace que el film naufrague parcialmente a pesar de su muy logrado clima opresivo y su tensión creciente.
Seguramente sobre el papel el guión elaborado por Darabont a partir del relato breve de Stephen King era muchísimo mejor de lo que ha acabado resultando en pantalla, pero aún quedan varios atisbos de buen cine en esta propuesta cuyo acierto más evidente es, sin duda, su desenlace. No voy a contarlo, pero sí os diré que se trata uno de los finales más lógicos y previsibles y, al mismo tiempo, más duros y desoladores que pueden verse en una película. Y ante este rasgo de valentía de Frank Darabont sí que hay que descubrirse.
Lo mejor: el clima de desasosiego, la escena de la cuerda, Toby Jones
Lo peor: los bichos, la explicación de su origen, Thomas Jane
El cruce: “La Niebla” (de John Carpenter) + “Los pájaros” + “Aliens, el regreso”
Frank Darabont, guionista y director de "La Niebla", se ha convertido en un experto adaptador al cine del universo perturbador de Stephen King. Suyas fueron las versiones cinematográficas de "Cadena perpetua" y "La milla verde", las cuales se saldaron con un considerable éxito de crÍtica, sobre todo la primera. Lamentablemente, con "La Niebla" no logra cuajar un producto tan afortunado, por diversas razones que voy a tratar de explicar. En primer lugar, apuesta por una decidida incursión en el género fantástico, lo que le aleja del realismo dramático que tan bien domina. Lo terrorífico de "Los pájaros" de Hitchcock o "Tiburón" de Spielberg residía en el hecho de que, repentinamente, ciertas especies animales se volvían contra los humanos, cosa perfectamente posible. Sin embargo, que bajo la niebla acechen insectos mutantes pesadillescos provenientes de una dimensión paralela no es precisamente lo que el espectador necesita para tomarse en serio el sufrimiento de los protagonistas, ciudadanos anónimos encarnados por actores anónimos que en general actúan eficazmente, si bien se echa en falta un reparto en el que siquiera deslumbre alguna estrella mínimamente reconocible, porque ni Thomas Jane, ni Marcia Gay Harden ni Toby Jones puede decirse que sean estrellas del mismo nivel que Tim Robbins, Morgan Freeman, Tom Hanks o Jim Carrey, protagonistas de anteriores trabajos de Darabont; además, en cualquier película de “catástrofes” de los 70, lo primero que se lograba era la composición de un nutrido elenco de viejas y nuevas glorias de Hollywood, con las que era fácil conectar y que además constituían un reclamo infalible de cara a la taquilla. La sensación de que cualquier actor con más recursos podría haber logrado una actuación más competente que la de Thomas “El Castigador” Jane no me abandonó durante ningún momento del metraje, así como la certeza de que fue un error asignarle como “voz” española la del doblador habitual de Tom Hanks; era imposible resistirse a la tentación de cerrar los ojos y tratar de imaginar que el “chico de la película” era Hanks y no Jane. En resumen: al problema de que el enemigo es excesivamente fantástico (y Darabont comete el mismo error que Shyamalan en “Señales” y “La joven del agua”, Francis Lawrence en “Soy leyenda” o Matt Reeves en “Monstruoso”: se recrea demasiado en visualizar lo que, para causar auténtico terror, un terror real, debería haber sido apenas entrevisto) se une el de que el héroe que debe combatirlo no acaba de resultar del todo convincente, lo cual hace que el film naufrague parcialmente a pesar de su muy logrado clima opresivo y su tensión creciente.
Seguramente sobre el papel el guión elaborado por Darabont a partir del relato breve de Stephen King era muchísimo mejor de lo que ha acabado resultando en pantalla, pero aún quedan varios atisbos de buen cine en esta propuesta cuyo acierto más evidente es, sin duda, su desenlace. No voy a contarlo, pero sí os diré que se trata uno de los finales más lógicos y previsibles y, al mismo tiempo, más duros y desoladores que pueden verse en una película. Y ante este rasgo de valentía de Frank Darabont sí que hay que descubrirse.
Lo mejor: el clima de desasosiego, la escena de la cuerda, Toby Jones
Lo peor: los bichos, la explicación de su origen, Thomas Jane
El cruce: “La Niebla” (de John Carpenter) + “Los pájaros” + “Aliens, el regreso”
Calificación: 7 (sobre 10)
Luis Campoy
Luis Campoy
Comentarios
ante tí, tambien hay que descubrirse.
un besito como siempre
MARISA