La guerra del agua

Hace unos días leía en el periódico un artículo de opinión en el que el articulista opinaba que, desde que Zapatero revalidó su triunfo electoral, los espacios deportivos de las televisiones “dedicaban más tiempo al Barça que al Real Madrid”, cosa que, obviamente, parecía molestar al articulista merengón. Sobre esto sólo tengo que decir que últimamente no pongo en marcha el cronómetro cuando me siento frente a la caja tonta, pero sí es cierto que, desde que tengo uso de razón, he podido constatar justamente lo contrario: cualquier ínfimo suceso acontecido en el vestuario del Santiago Bernabeu merecía, en cualquier cadena de televisión, una atención y, sobre todo, un tiempo que nada de lo que pasaba en el club azulgrana parecía merecer. Digo ésto a cuento de que, como dice el sapientísimo refrán, “Nunca llueve a gusto de todos”, por lo que, si trasladamos algo tan trivial como una rivalidad deportiva a un terreno mucho más inquietante como es el de las reservas hídricas, creo que resulta lógico que se haya desatado la llamada “Guerra del Agua”. Me parece muy, muy lamentable que el novísimo ejecutivo “rosa” (Berlusconi dixit) de ZP lo primero que haga sea enfrentar a unas comunidades con otras por un quítame allá esos hectómetros cúbicos. A veces pienso que don José Luís está mal asesorado o que no es cierta su independencia respecto a la presión de los independentistas “moderados”. Vale que aceptó investirse en segunda ronda para no tener que pactar con nadie, pero ésto de que, después de haber clamado a los cuatro vientos que no haría trasvases, la primera decisión que adopte sea la de favorecer el suministro acuífero a los catalanes en detrimento de los valencianos y murcianos, tanto o más necesitados, suena no tanto a inconsciente error político como a gravísima afrenta con matices post-electoralistas. Vamos, que le doy la razón a Camps cuando dice que regar los campos catalanes precisamente porque en aquella “comunitat” gobierna una facción del PSOE es un agravio comparativo, un desprecio y una humillación a los territorios en los que el electorado respaldó mayoritariamente al Partido Popular. Todos los nuevos gobiernos se merecen (o eso dicen) un período de gracia de 100 días para cometer errores y, sobre todo, para subsanarlos. Espero fervientemente (y conmigo algún que otro millón de españoles) que, en los próximos tres meses, las mentes pensantes del ejecutivo zapateril lleven a cabo las medidas oportunas para proporcionar a TODAS las comunidades necesitadas el beneficio y la paz del agua que es su vida.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Decirte... que éste es un artículo inteligente, y que quien obra mal, no lo és, es decir quien no hace lo correcto, cuando gobierna para todos (es un decir) demuestra ser bastante cortito.

Siempre he pensando que los partidos politicos carecen de inteligencia, sinó otro gallo les cantaria.

yo, en estas circunstancias recuerdo a mi perrita LINDA, que cuando pario a sus tres cachorrillos, les deba leche a todos por igual.

besitos mi admirado y querido escritor.

marisa

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