Face to face

No fue ni mucho menos decisivo, pero los índices de audiencia están ahí: 13 millones de personas (sumando el número total de espectadores que lo vieron en Televisión Española, en Cuatro y en la Sexta) presenciaron el cara a cara entre Zapatero y Rajoy. Había hambre de confrontación política de primer nivel, aunque lo que se dijo no fue sino una especie de resumen o repetición de los consabidos argumentos que ambos líderes llevan disparándose mutuamente desde hace no sólo meses, sino años. Me pregunto si no les resultará tan cansado decir las mismas cosas como a mí escucharlas. Porque si aburrido y reiterativo es oir cómo Rajoy esgrime su archiconocida retahíla de acusaciones y descalificaciones, hay que reconocer que no es menos soporífero el modo en que el Presidente (perdón, el candidato socialista) recopila sus argumentos defensivos mientras convierte en armas arrojadizas los puntos negros de la actuación de los anteriores gobiernos populares. Es un toma y daca casi infantil, pero, en el fondo, ¿no es éso precisamente a lo que ya nos tienen acostumbrados? ¿A qué otra cosa podríamos aspirar? Viendo cómo un tipo tan gris y poco carismático como don Mariano aspira a convertirse en Presidente de España, no me extraña que lo más probable sea que ZP prolongue su estancia en la Moncloa durante cuatro años más. Y la verdad es que, a medida que pasan las semanas, me doy cuenta de que prefiero esta posibilidad a la de que le releve su barbudo enemigo. Rajoy es una mezcla de Pepito Grillo y mosca cojonera que se repite más que un plato de judías con chorizo, y Zapatero enarbola sus cejas triangulares mientras sus enormes ojos saltones parecen la viva imagen de la inocencia. Para mí, si hay que imputarle la victoria parcial a alguno de los dos contendientes, el vencedor sería, sin duda, el líder del PSOE, aunque sea porque lleva cuarenta y ocho meses tratando de desarrollar políticas sociales de izquierda y durante algo más de noventa minutos tuvo frente a sí (a la derecha del espectador) a una Némesis redicha y engañosamente campechana que bien haría en no sonreir jamás, porque detrás de cada sonrisa parece subyacer la impostura de una fachada ensayada hasta la extenuación.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola Luis!

Fue un placer para mi conocerte. echaré un vistazo a tu blog de vez en cuando, me parece interesante.

Ah! esta es mi página http://www.agenciacreativa.net la tenemos muy olvidada y trabajamos en una nueva versión...

Ya la veras.

Un abrazo!

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