Cine/ ASTERIX EN LOS JUEGOS OLIMPICOS
Derroche de medios, escasez de resultados
¿Quién dijo que adaptar un comic al cine era una tarea fácil..? Durante años, o, mejor dicho, durante décadas, los tebeos más populares en nuestro país han sido "El Guerrero del Antifaz", "El Capitán Trueno", "Roberto Alcázar y Pedrín" (representantes de la hiperespañolidad más acusada), además de "Tintín" y, sobre todo, "Asterix ", en calidad de ilustres aportaciones foráneas. Marvel era una ilustre desconocida, y D.C. tan sólo eran las iniciales que aparecían en la portada de los tebeos de Supermán (sí, con acento) que alguien importaba desde México. Asterix y Obelix (a éstos no les pongo la tilde porque nadie tiene muy claro dónde ubicarla, al menos por cuanto a su pronunciación) fueron los héroes de la generación anterior a la mía, y todavía a mí me salpicó su magia, basada no sólo en la calidad y claridad de su dibujo, sino, sobre todo, en la comicidad e ironía de sus guiones. Las adaptaciones animadas de estos personajes creados por Renè Goscinny y Albert Uderzo conservaron bastante bien el aspecto estético de la historieta, pero cometieron el comprensible error de infantilizar los textos para hacerlos accesibles a un público formado por niños ... pequeños. Fue no hace mucho cuando los franceses se decidieron a rendir el debido homenaje a sus universales galos, y tuvieron el acierto de contar con el gran Gerard Depardieu para dar vida a Obelix, mientras que el menos conocido Christian Clavier se hacía cargo del rol de Asterix. La película resultante, "Asterix y Obelix contra César" fue un considerable triunfo económico, al tiempo que un rotundo fracaso artístico. La obligada continuación, "Asterix y Obelix: Misión Cleopatra", mantuvo el mismo elenco original y, sorprendentemente, mejoró ligeramente el nivel del producto. Así las cosas, llega ahora el tercer episodio de la saga, con una considerable inversión presupuestaria y un aparente hándicap que al final no lo es tanto: la sustitución de Christian Clavier por Clovis Cornillac en el papel de Asterix.
"Asterix en los Juegos Olímpicos" se basa, obviamente, en la historieta de igual título y traslada la acción a una Grecia que hace poco hubiéramos definido como "de cartón piedra" pero que hoy en día hay que denominar "de píxel y byte", dado que, aunque se erigieron suntuosos decorados en la muy publicitada “Ciudad de la Luz” de mi Alicante natal, el pestilente tufo a infografía puede percibirse en todas y cada una de las secuencias. No estoy en contra del progreso, aunque sí me fastidia que los ordenadores sean la técnica dominante a la hora de (re-)construir escenarios, ambientes e incluso personajes. Puede que yo me haya vuelto más arcaico que la antigüedad grecorromana que el film pretende evocar, pero tengo una cosa muy clara: la escena cumbre de “Asterix en los Juegos Olímpicos”, la carrera de cuádrigas en la que participa el ex-piloto Michael Schumacher, en ningún caso está mejor visualizada, rodada o montada que su indiscutible modelo canónico, la magistral secuencia central de “Ben-Hur”, filmada hace prácticamente ¡¡50 años!! O sea, por mucho que avancen determinadas técnicas cinematográficas, el esfuerzo, la pericia y el mérito de los humanos sigue siendo notoriamente superior a los logros auspiciados por las máquinas.
Lo peor de “Asterix en los Juegos Olímpicos”, junto a ese sentido del humor tan francés, tan poco sutil y tan grotesco y chabacano en demasiados momentos, es que la participación de los teóricos protagonistas, Asterix y Obelix, queda diluída en favor de personajes que deberían haber sido secundarios, tanto en función de su importancia real en la trama como de la (antipática) composición de los actores que los ejecutan, con especial mención al insoportable Benoit Poelvoorde, al parecer muy popular en el país vecino, y que aquí interpreta a Bruto, hijo de Julio César. Alrededor de este caricato se desarrollan demasiados minutos y demasiadas subtramas y sobrevuelan demasiados personajillos (sin ir más lejos, nuestro Santiago Segura, simplemente horrendo), mientras que los irreductibles galos parecen secundarios en su propia película. En cuanto a Alain Delon, rescatado de su voluntario retiro para interpretar a César, decir que su presencia es tan gratificante en cuanto a su condición de animal cinematográfico como irritante por su tediosa sobreactuación (¡y qué cargantes los franchutes, remarcando y subrayando y enmarcando por doquier la participación de su mayor estrella, casi como si de un verdadero César de la interpretación se tratara!).
Podríamos decir que es el exceso lo que hiere casi mortalmente a esta coproducción entre varios países europeos. A “Asterix en los Juegos Olímpicos” le sobran ambiciones (técnico-estéticas), le sobran personajes (incluyendo cameos tan poco aprovechados como los del citado Schumacher, el futbolista Zinedine Zidane o el baloncestista Tony Parker) y, sobre todo, le sobran minutos (sin ir más lejos, el larguísimo y soporífero epílogo pone de los nervios al más pintado). Algo más corta, más fiel al comic original y más ceñida al protagonismo de Asterix y Obelix, esta película hubiese resultado mucho, muchísimo mejor.
Luis Campoy
"Asterix en los Juegos Olímpicos" se basa, obviamente, en la historieta de igual título y traslada la acción a una Grecia que hace poco hubiéramos definido como "de cartón piedra" pero que hoy en día hay que denominar "de píxel y byte", dado que, aunque se erigieron suntuosos decorados en la muy publicitada “Ciudad de la Luz” de mi Alicante natal, el pestilente tufo a infografía puede percibirse en todas y cada una de las secuencias. No estoy en contra del progreso, aunque sí me fastidia que los ordenadores sean la técnica dominante a la hora de (re-)construir escenarios, ambientes e incluso personajes. Puede que yo me haya vuelto más arcaico que la antigüedad grecorromana que el film pretende evocar, pero tengo una cosa muy clara: la escena cumbre de “Asterix en los Juegos Olímpicos”, la carrera de cuádrigas en la que participa el ex-piloto Michael Schumacher, en ningún caso está mejor visualizada, rodada o montada que su indiscutible modelo canónico, la magistral secuencia central de “Ben-Hur”, filmada hace prácticamente ¡¡50 años!! O sea, por mucho que avancen determinadas técnicas cinematográficas, el esfuerzo, la pericia y el mérito de los humanos sigue siendo notoriamente superior a los logros auspiciados por las máquinas.
Lo peor de “Asterix en los Juegos Olímpicos”, junto a ese sentido del humor tan francés, tan poco sutil y tan grotesco y chabacano en demasiados momentos, es que la participación de los teóricos protagonistas, Asterix y Obelix, queda diluída en favor de personajes que deberían haber sido secundarios, tanto en función de su importancia real en la trama como de la (antipática) composición de los actores que los ejecutan, con especial mención al insoportable Benoit Poelvoorde, al parecer muy popular en el país vecino, y que aquí interpreta a Bruto, hijo de Julio César. Alrededor de este caricato se desarrollan demasiados minutos y demasiadas subtramas y sobrevuelan demasiados personajillos (sin ir más lejos, nuestro Santiago Segura, simplemente horrendo), mientras que los irreductibles galos parecen secundarios en su propia película. En cuanto a Alain Delon, rescatado de su voluntario retiro para interpretar a César, decir que su presencia es tan gratificante en cuanto a su condición de animal cinematográfico como irritante por su tediosa sobreactuación (¡y qué cargantes los franchutes, remarcando y subrayando y enmarcando por doquier la participación de su mayor estrella, casi como si de un verdadero César de la interpretación se tratara!).
Podríamos decir que es el exceso lo que hiere casi mortalmente a esta coproducción entre varios países europeos. A “Asterix en los Juegos Olímpicos” le sobran ambiciones (técnico-estéticas), le sobran personajes (incluyendo cameos tan poco aprovechados como los del citado Schumacher, el futbolista Zinedine Zidane o el baloncestista Tony Parker) y, sobre todo, le sobran minutos (sin ir más lejos, el larguísimo y soporífero epílogo pone de los nervios al más pintado). Algo más corta, más fiel al comic original y más ceñida al protagonismo de Asterix y Obelix, esta película hubiese resultado mucho, muchísimo mejor.
Luis Campoy
Lo mejor: Gerard Depardieu, la carrera de cuádrigas y algunos decorados
Lo peor: Benoit Poelvoorde, Santiago Segura y el atracón de efectos digitales
Lo peor: Benoit Poelvoorde, Santiago Segura y el atracón de efectos digitales
El cruce: "Asterix y Obelix: Misión Cleopatra" + "Ben-Hur" + "Torrente"
Calificación: 5 (sobre 10)
Comentarios
Creo que los españoles no solo tienen un FUERTE problema de dicción por lo fatal que se escuchan al tratar de traducir las peliculas hoolywoodenses si no que aún creen que hacen cine.