Cine: mi comentario sobre "UN PLAN BRILLANTE"


Me siento eufórico, ésto es casi inaudito: he tenido oportunidad de ver en cine tres películas en seis días, ¡y dos de ellas son buenas o muy buenas! La menos “potable” de las tres ha resultado ser “La extraña que hay en ti” (obviamente, acabará siendo, con mucho, la más taquillera), pero tanto la excelente “Promesas del Este” como esta “Un Plan Brillante” poséen gratificantes dosis de calidad.

Lo primero que me llama la atención de “Un Plan Brillante” es lo mismo que comentaba a propósito de “Promesas del Este”: la apreciable evolución experimentada en el estilo narrativo de su director, un Michael Radford cuyas obras más conocidas eran hasta ahora “1984” y “El Cartero y Pablo Neruda”. La parábola futurista y el melodrama rural dan paso ahora a un exquisito thriller adscrito al subgénero de “robos y atracos”, del que últimamente habíamos podido contemplar muestras como “Plan Oculto” de Spike Lee (nótese que en todas estas películas sobre ladrones lo fundamental es tener un buen “plan”… al menos en el título).

La historia que nos cuenta “Un Plan Brillante” transcurre en el Londres de los años 60, concretamente en el seno de la “Londinense de Diamantes”, la más poderosa industria diamantífera (¿o se dice “diamántistica”?) mundial, en cuya sede principal trabaja Laura xxxxx (Demi Moore), una ejecutiva ambiciosa pero abnegada, dedicada en cuerpo y alma a su profesión hasta el punto de no haber sido capaz de formar una familia. Otro de los anónimos empleados de la corporación es el sufrido Hobbs (Michael Caine), al borde de la jubilación pero que no ha sido relevado de las más sufridas tareas de limpieza. Es justamente Hobbs quien concibe un plan para apropiarse de lo que en principio parece ser una minúscula cantidad de diamantes que sus jefes “nunca echarían de menos”, idea que expone a una Laura que está a punto de ser despedida, justo tras haber promovido una importantísima operación con los socios rusos de la compañía. Laura y Hobbs, una pareja insólita e imposible, deciden unir fuerzas justo cuando la Londinense acaba de reforzar su seguridad con un “sofisticado” entramado de cámaras de vigilancia…

Debo decir que, probablemente, el punto más débil de “Un Plan Brillante” es, paradójicamente, su máximo reclamo publicitario: el regreso de Demi Moore a la cabecera de una película. Moore tuvo un efímero reinado en las taquillas a principios de los años 90, concretamente desde que “Ghost” la hizo famosísima, pero su empeño en desnudarse en aquel bodrio titulado “Strip-Tease” hundió su carrera de modo casi irreparable. Ahora vuelve a intentarlo (ya lo había hecho con la segunda parte de “Los Angeles de Charlie”, donde encarnaba a la villana), pero parece que sus cambios metabólicos (¿dónde están aquellas redondeces que encandilaron a media Humanidad?) y sus poco exitosas operaciones de cirugía facial juegan en su contra. En “Un Plan Brillante” su personaje se supone que tiene 38 años, pero Moore aparenta 48 (en realidad, no veo ningún motivo para que no fuera esta última edad la que tuviera que tener), y se pasa todo el metraje profusamente maquillada, incluso cuando se halla tomándose un baño en su casa. Siendo un poco cruel, uno podría decir que resulta más creíble como octogenaria (el film se inicia en el presente, cuando el personaje de Demi Moore relata a una periodista la increíble historia de su vida) que como treintaañera. Todo lo dicho no implica que Moore haga un mal trabajo, pero sí es culpable de la nula química existente entre ella y Michael Caine y, posteriormente, entre su personaje y el del investigador de la compañía de seguros (Lambert Wilson). En lo referente a Michael Caine, se trata de uno de los escasos monstruos sagrados de la interpretación que aún continúan en activo, y los calificativos ya resultan repetitivos para catalogar cada una de sus interpretaciones, en papeles sólo secundarios por la extensión de los mismos en cuanto a minutos en pantalla.

Correcta, entretenida, excelentemente iluminada, lujosamente realizada y competentemente interpretada, “Un Plan Brillante” puede que no pase a la historia del cine pero, salvando algunos puntos inverosímiles de su guión, constituye una muestra nada desdeñable del buen hacer de los cineastas británicos.

Luis Campoy
Calificación: 8 (sobre 10)

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