Cine: mi comentario sobre "EL MOTORISTA FANTASMA"


El éxito de una película genera automáticamente la producción de una secuela. Aquí, en Lima y, naturalmente, en Hollywood. El éxito de un film adscrito a un determinado género o subgénero determina que, durante los años siguientes, tengamos la suerte (o, casi siempre, la desgracia) de poder disfrutar no una sino varias producciones vinculadas a la misma temática. Sucedió con “·Sin Perdón”, que posibilitó que durante algunos años se volvieran a rodar algunos westerns; ocurrió con “Gladiator”, que permitió que las películas “de romanos” se pusieran fugazmente de moda; y también con “Spiderman” (2002), gracias a la cual los comics saltaron de nuevo con éxito al celuloide, después de años en el ostracismo gracias al fracaso estrepitoso de la cuarta entrega de Batman (“Batman y Robin”, 1997). Después de “Spiderman” (y sus dos continuaciones, la última de las cuales llega a los cines el próximo mes de Mayo), un montón de historietas se han vestido de cine, con más o menos medios, con mayor o menor fortuna comercial y con mejor o peor aceptación por parte de la crítica. Hemos tenido películas excelentes (“Batman Begins”, “V de Vendetta”, “Spiderman 2”, “X-Men 2”), tan sólo aceptables (“Superman Returns”, “Hulk”) y otras que se quedaron en la tierra de nadie entre lo mediocre y lo simplemente malo (“Blade”, “La Liga de los Hombres Extraordinarios”, “Los Cuatro Fantásticos”, “Elektra”, “El Castigador”). En este último grupo también podríamos incluir “Daredevil”, que protagonizaron Ben Affleck y Jennifer Garner y dirigió un tal Mark Steven Johnson, director que regresa al terreno del tebeo para proponernos su visión del Motorista Fantasma, personaje de la factoría Marvel que, sin ser una de las estrellas más populares de la casa (Spiderman, los X-Men, los Cuatro Fantásticos) sí ha contado desde su debut con un buen número de fieles adeptos.

Creado por Roy Thomas y Gary Friedrich (guión) y Mike Ploog (dibujo) en 1972, Ghost Rider (que significa, indistintamente, “Motorista Fantasma” o “Jinete Fantasma”, dado que el verbo “ride” hace referencia al hecho de ir montado a lomos de algo, ya se trate de un ser vivo como un caballo, o un medio de locomoción artificial como una motocicleta) era una actualización del concepto clásico, ya cantado en famosas canciones country, del legendario caballista que recorría las infinitas praderas del Viejo Oeste, siempre de noche y galopaba en las pesadillas de varias generaciones de americanos. Básicamente, lo que hicieron Thomas y Friedrich fue sustituir el caballo por la moto (inicialmente, una Harley Davidson) y dotar al personaje central de un aspecto de lo más terrorífico, ya que su cabeza es una calavera en llamas (para no dejar lugar a dudas, ya el apellido del protagonista, Johnny Blaze, da una pista irrefutable: “blaze”, en inglés, significa ni más ni menos que “fuego”, “llamas” o “llamarada”). Originariamente un motorista acrobático, de ésos que se juegan la vida a diario tratando de saltar varios coches o camiones colocados en hilera, Johnny Blaze hizo un pacto con el Diablo (un diablo llamado Mefistófeles, como en el “Fausto” de Goethe) para salvar la vida de su padre, con tan mala fortuna que papá acabó muerto igualmente y Johnny pasó a engrosar las filas de los funcionarios en la nómina del Infierno, para quien trabaja como cazarrecompensas a media jornada (sólo se transforma por las noches).

Años después de su fallida pero no desdeñable adaptación de “Daredevil” (lastrada irremediablemente por la lamentable interpretación de Ben Affleck), Mark Steven Johnson se adjudicó el proyecto de llevar a cabo la traslación de Ghost Rider, después de que otros directores como Steven Norrington (“Blade”) finalmente desertaran del proyecto. Como protagonista, nadie mejor que Nicolas Cage, confeso amante de los comics que hace tiempo vio frustrado su sueño de interpretar a Superman a las órdenes de Tim Burton (finalmente, el film se llevó a cabo con Bryan Singer de realizador y Brandon Routh vestido de rojo y azul), y ni siquiera pudo hacerse con el papel del Duende Verde en el primer “Spiderman”, que recayó en Willem Dafoe. Cage por fin se convierte en superhéroe, aunque, eso sí, su interpretación de Johnny Blaze es probablemente la peor de toda su carrera y su aspecto, con ese postizo capilar simplemente ridículo, no acaba de resultar demasiado convincente. Pero siempre es positivo para una película tener en su reparto a un actor ganador del oscar (Cage lo obtuvo por “Leaving Las Vegas”), y, de cara a muchos espectadores que se sienten reticentes a acudir a un film basado en un tebeo, tal vez sea un reclamo ineludible.

Creo que procede recuperar aquí y ahora mi conocida teoría (ya expuesta en mi artículo acerca de “V de Vendetta”) acerca de cuáles son las claves para que una película de superhéroes goce tanto del favor de la crítica como del éxito entre el público: 1) resultar entretenida, pero dosificar las escenas de acción; 2) trabajar tan intensamente el guión como si tratase de una adaptación de teatro clásico; es un error dirigirse a un hipotético público infantil formado por niños idiotas; 3) prescindir del humor que no sea estrictamente necesario; 4) hacer al protagonista tan creíble y humano como se pueda, explicando los orígenes de su poder o destreza y haciéndolo accesible; 5) no olvidar que, para que un héroe sea digno de admiración, tiene que existir un villano no menos formidable; 6) no ceder a la tentación de supeditar la película al lucimiento de los efectos especiales, en particular aquéllos generados por ordenador. Basándome en mis propios postulados, los cuales sigo manteniendo, un año después, totalmente vigentes, no puede sentenciarse que este “Motorista Fantasma” sea una buena película, y ni siquiera una buena adaptación de un comic. El guión, típico y tópico como el de cualquier culebrón de sobremesa, está trufado de situaciones trilladas y sus diálogos posiblemente hubieran sido más afortunados si los hubiera escrito mi hijo de ocho años. Los personajes son unidimensionales y no puede decirse ni que sea “contagiosa” la supuesta agonía espìritual del protagonista ni tampoco que resulte “aterradora” la teórica malignidad de los villanos (el citado Mefistófeles y su propio hijo, Blackheart). La chica de turno (la escultural Eva Mendes) no cabe duda de que está muy buena (¿para qué andarnos con rodeos?), pero su papel es de comparsa y su aportación es puramente estética. Las escenas en las que los efectos visuales (en su mayoría, generados por ordenador) no campan a sus anchas son tan insulsas que provocan el bostezo y un momento que debió haber sido emocionalmente impactante como la muerte del mejor amigo del protagonista (Mack: Donal Logue) está narrado con tanta frialdad que parece que el director no sabe qué hacer cuando no tiene en pantalla al llameante Motorista.

Si hablamos estrictamente de la puesta en escena del film, los términos han de ser más bien elogiosos. La apariencia fantasmagórica del protagonista es un acierto incuestionable, con esas llamas que son ávidas y rojizas cuando Johnny Blaze está airado, y azuladas y diminutas cuando se relaja, y el espectacular reclamo de su motocicleta infernal, una Harley que ruge como un trueno y deja un reguero de fuego por donde quiera que pasa, es innegable que lucen de lo más conseguidas y resultonas. Una de las mejores escenas de la película (por no decir la mejor) es aquélla en la que el Motorista y su antecesor, el Jinete Fantasma (Sam Elliott) se dirigen juntos al pueblo maldito de San Venganza, el uno a bordo de su moto llameante y el otro a lomos de su caballo no menos flamígero: un momento verdaderamente inolvidable, como, en líneas generales, todas y cada una de las (pocas) secuencias en las que aparece el Motorista Fantasma digital, que, por cierto, resulta mucho más creíble que su alter ego humano Nicolas Cage.

Con una ficha técnica llena de nombres ilustres (Russell Boyd en la fotografía, Lizzy Gardiner a cargo del vestuario y Christopher Young firmando la partitura), “El Motorista Fantasma” puede fácilmente calar hondo en un amplio espectro de público (aficionados al comic de cualquier edad, adolescentes ávidos de adrenalina, moteros o amantes de las dos ruedas, devotos del cine de terror), y muy posiblemente será la primera película de una franquicia al frente de la cual tal vez no continúe Nicolas Cage, que tarde o temprano tendrá que darse cuenta de que los años no pasan en balde. No quiero despedirme sin mencionar a los actores secundarios que acompañan a Cage, entre los que sobresale un Peter Fonda (hermano de Jane e hijo del gran Henry Fonda) que llevaba décadas sin estar presente en una película importante, y cuyo papel más destacado fue el que realizó hace ya 40 años en “Easy Rider (Buscando mi Destino)”, precisamente encarnando a un motorista; el otro villano, Blackheart (¿de verdad suena mejor un nombre en inglés que su traducción española, “Corazón negro”?), tiene los rasgos de Wes Bentley, el joven traficante de droga de “American Beauty”, y diríase que su existencia se debe únicamente al despliegue de maquillajes que se produce a su alrededor, sobre todo en ese bar poblado de “ángeles del infierno” que remite a “Terminator 2”; por su parte, Sam Elliott, el Jinete Fantasma original, hace exactamente lo mismo que Kris Kristofferson en “Blade” y su apariencia física es idéntica, si bien Elliott cuenta con algo más de curriculum en materia superheroica, ya que fue el villano en “Hulk”.

Durante los títulos de créditos finales de “El Motorista Fantasma” suena, muy adecuadamente, una mítica canción country titulada “Ghost Riders in the Sky” (“Jinetes Fantasmas en el Cielo”), inmejorable colofón para este apetecible entretenimiento en el que el fuego infernal y el bramido de las motocicletas conseguirán hacernos olvidar que el cerebro lo dejamos aparcado a la puerta del cine y lo recogeremos en cuanto termine la película. A veces no es necesario pensar para pasar un ratillo divertido soñando con una estética próxima a la de las pesadillas.

Luis Campoy
Calificación: 6,5 (sobre 10)
Nota: La versión original de este artículo la he redactado para mis amigos de la librería "NOSOLOCOMIX", de Lorca, que me han pedido una colaboración para el primer número de su fanzine, que se publicará por primera vez en Marzo. ¡¡Suerte, compañeros!!.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
no se porqué te metes con Nicholas cage.a mi me gusta como trabaja. no sabia que el demonio ese era hermano de la jane Fonda.
Anónimo ha dicho que…
Yo creo que los comics se volvieron a poner de moda con la película de X men, que, si no me equivoco, es anterior a Spiderman. De todas formas, es un buen artículo, me ha gustado.
Anónimo ha dicho que…
DOS COSITAS..

PRIMERO,
ME HA GUSTADO TU CAMBIO DE IMAGEN EN EL BLOGGER, NO OBSTANTE Y SI ME ME PERMITES, DESDE QUE ESTÁ ASI, ME CUESTA MUCHO MAS TRABAJO, LEERLO.

¡AUNQUE QUIZA SEA LA EDAD!

Y SEGUNDO,ME GUSTARIA CONOCER TU OPINION SOBRE LOS OSCARS...CUANDO PUEDAS.

HE REELEIDO, TU COMENTARIO SOBRE EL LABERINTO DEL FAUNO, PELICULA QUE AUN NO HE VISTO, Y ME HA PARECIDO GENIAL...

Y POR ULTIMO, DESEO QUE ESTA PAGINA, SIGA SIENDO LO QUE ÉS, UNO DE LOS MEJORES LUGARES, EN DONDE TE PUEDES INFORMAR Y FORMAR SOBRE AQUELLOS TEMAS DE LA MAS ULTIMA ACTUALIDAD Y SOBRE TODO UN ¡¡¡HURRA!!! POR TUS CRITICAS DE CINE, QUE ME DEJAN CON LA BOCA ABIERTA.

MIL BESOS,

MARISA
Anónimo ha dicho que…
Marisa, la verdad es que también a mí me estaba cansando la "oscuridad" de esta nueva versión de mi blog. Con este nuevo cambio espero que sigas visitándolo tan fervientemente como antes. Un besazo.

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