Cine: mi comentario sobre "DIAMANTE DE SANGRE"


Viendo anoche “Diamante de Sangre”, en la que dos personajes buscan denodadamente a un familiar de uno de ellos que ha sido secuestrado por un grupo violento que presumiblemente tratará de lavarle el cerebro, no pude evitar pensar en “Centauros del Desierto”, aquella megamaravillosa obra maestra dirigida por John Ford y protagonizada por John Wayne y Jeffrey Hunter. En realidad, la comparación entre ambos títulos sería simplemente imposible, primero, porque “Centauros…” es una de las mejores películas de la Historia del Cine, y “Diamante…” no es más que una discreta aportación al subgénero de “aventuras con mensaje”, y, segundo, porque el western protagonizado por John Wayne se rodó en una época radicalmente distinta a la actual, en que los creadores cinematográficos trataban de forjar una auténtica obra de arte, mientras que el film con Leonardo DiCaprio parece que se conforma con la belleza del actor y exponer la incuestionable valía de los técnicos de efectos especiales que han trabajado a las órdenes del director Edward Zwick.

De la filmografía de este señor, que empezó su carrera, si mal no recuerdo, en el campo televisivo, destacaría ante todo tres títulos anteriores: “Tiempos de Gloria”, un verdadero peliculón con Matthew Broderick y Denzel Washington (ganador de su primer oscar por este trabajo); “Leyendas de Pasión”, una especie de pseudowestern en el que actuaban Julia Ormond y Aidan Quinn y se paseaban Brad Pitt y Anthony Hopkins; y, mucho más recientemente, “El Ultimo Samurai”, película muy reivindicable con un Tom Cruise en plan superstar. De lo dicho cabe deducir que Edward Zwick está más o menos especializado en glorificar a las estrellas masculinas más atractivas del momento (tal vez no exactamente Broderick, pero sí Pitt, Cruise y ahora DiCaprio), aunque, después de analizar más profundamente su filmografía, mi teoría es que Zwick lo que hace es utilizar a dichas estrellas para exponer una y otra vez un mismo mensaje: aun en el fracaso o la derrota, la valentía y el honor son dignos de ser glorificados.

“Diamante de Sangre” transcurre en el pequeño país africano de Sierra Leona en 1999, y guarda alguna que otra semejanza argumental con la reciente “El Jardinero Fiel”; en aquella ocasión, se denunciaba la inmoral actuación de las multinacionales farmacéuticas en Africa, y ahora se nos cuenta el modo en que tras las guerras y revoluciones que acontecen en las zonas más deprimidas de ese continente se ocultan los intereses de traficantes de diamantes carentes del más mínimo escrúpulo. Archer (Leonardo DiCaprio), exsoldado y exmercenario, es uno de esos “cazadores de diamantes”, en cuyo camino se cruza un pobre campesino, Solomon (Djimon Hounsou) que, tras ser separado de su familia (su hijo ha sido reclutado a la fuerza por las violentas tropas rebeldes), encuentra un enorme diamante de valor casi incalculable. Forzados a entenderse, Archer y Solomon vivirán una accidentada aventura en la que uno de los dos encontrará aquello que tanto ansiaba y el otro se encontrará… a sí mismo.

Tengo que admitir que, una vez transcurridas unas horas, mi opinión sobre “Diamante de Sangre” ha mejorado ostensiblemente. Mientras la veía, era tanta la irritación y la impotencia que sentía ante el tremebundo despliegue de miseria, injusticia, sufrimiento y violencia que no deseaba otra cosa que se acabara cuanto antes. También es verdad que, si la película hubiera durado unos tres cuartos de hora menos, su ritmo hubiera mejorado un horror y todos nos hubiéramos ahorrado un montón de secuencias truculentas y de diálogos perfectamente prescindibles (los que mantiene el personaje de DiCaprio con el de Jennifer Connelly, una periodista con la que se insinúa un innecesario romance que, por fortuna, no llega a cuajar). Mas, siendo justos, hay que destacar la hermosa fotografía, el estupendo montaje y el buen hacer de sus dos protagonistas masculinos, ambos nominados al Oscar, aunque en categorías diferentes. ¿Alguien puede explicarme por qué Leonardo DiCaprio está nominado como protagonista y Djimon Hounsou, que aparece más minutos en pantalla y me atrevería a decir que actúa mejor que su compañero, es considerado secundario?. En cuanto a Jennifer Connelly, parece que ha superado su etapa anoréxica y vuelve a recuperar parte de su belleza juvenil, aunque su papel sólo se justifica como contrapunto estético al de Leonardo Dicaprio (¿cómo un chico tan guapo no va a encontrar una chica mona que le ablande el corazón?).

Hija de su tiempo, un tiempo de violencia y de miseria, “Diamante de Sangre” pretende ser una película de denuncia que juega la baza del cine de aventuras y cifra todas sus esperanzas comerciales en la presencia de su estrella masculina. Como entretenimiento es obvio que no llega a funcionar, y tampoco cumple su propósito de concienciación social. Se queda pues, en una tierra de nadie en la que no falta el típico final moralizante (ver el segundo párrafo de este artículo) que tan del gusto es de su director Edward Zwick.

Luis Campoy
Calificación: 6,5 (sobre 10)

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Tres intiresno, gracias

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