Cine: Mi comentario sobre "HAPPY FEET"

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“Happy Feet” (cielos, nuevamente un título inglés que no se traduce a nuestro idioma… y no creo que sea porque “Pies felices” sea menos bobo que el original) pasa por ser una de las películas más esperadas de estas Navidades, y nuevamente se trata de un film de animación. Hace poco me quejaba amargamente de la desmesurada proliferación de esta clase de productos, y de aquí hasta final de año a los pobres padres cinéfilos que tenemos niños también cinéfilos aún nos quedan por afrontar otro puñado de “desafíos animados” como “Ratónpolis”, “Arthur y los Minimoys” y alguna que otra más de cuyo nombre no quiero acordarme. Por lo que respecta a “Happy Feet”, seguramente ninguna otra de sus pasadas o presentes competidoras podrá igualar sus irreprochables logros técnicos. Pero seguramente sí serán bastante más divertidas.

Mumble, alias “Pies felices”, es un pingüino emperador al que la vida le ha jugado una mala pasada. No sólo su físico es ligeramente diferente, menos “imperial” que el de sus padres y amigos, sino que su garganta no emite los gorgoritos de oro que caracterizan (no sé si sólo en la ficción) a estos simpáticos palmípedos eternamente ataviados con smoking. A pesar de que, cuando canta, todo bicho viviente en cien kilómetros a la redonda hubiera deseado haber nacido sordo, Mumble posée un don que le hace único: sabe bailar. De hecho, baila tan bien que ya quisieran Fred Astaire y Gene Kelly haber nacido pingüinos. Sin embargo, por ser “diferente”, por ser un “bicho raro”, la comunidad e incluso su padre reniegan de él y Mumble tendrá que marcharse y emprender el inevitable viaje hacia la búsqueda y la aceptación de sí mismo…

Este es el esquema argumental de “Happy Feet”, y, de verdad, que, a este respecto, hay muy poco más que decir. El guión parece ser no otra cosa que una excusa para que los animadores se luzcan, y, por otra parte, ni los chistes son demasiado graciosos ni la consabida moraleja en favor de la tolerancia y el respeto está resuelta con la solvencia que uno esperaba. Asímismo, hay que constatar que la introducción de unas doscientas mil canciones (más o menos) no ayuda demasiado a que la historia progrese, sino tan sólo a que en torno a ellas se ejecuten deslumbrantes coreografías. Uno no puede evitar pensar en “Moulin Rouge”, y el dato de que la protagonista de aquel film, Nicole Kidman, preste su voz a la madre de Mumble, no hace sino confirmar la sensación de que, musicalmente, se ha tratado de repetir el éxito de aquella banda sonora… cosa que, ciertamente, sí se ha conseguido. Las adaptaciones musicales (de temas originales de un abanico de artistas que va desde Stevie Wonder a los Gipsy Kings, pasando por Prince o Queen) son, casi todas, sensacionales, con mención especial a los actores que se destapan como cantantes: Robin Williams, la citada Nicole Kidman, Hugh Jackman y, especialmente, una increíble Brittany Murphy, cuyas cuerdas vocales dan vida a Gloria, la pingüina enamorada de Mumble.

Pero es en el terreno de la animación donde se hallan los verdaderos alicientes para acudir a ver “Happy Feet”. No sé cómo describir la perfección técnica que se ha logrado para esta película, dirigida por un veterano George Miller que no sólo realizó en su Australia natal la mítica (e hiperviolenta) trilogía de “Mad Max”, sino también un sensacional drama como “El aceite de la vida” y fue, asímismo, máximo responsable de las dos películas sobre el simpático cerdito Babe (produjo la primera y dirigió la segunda), que ya anticipaban algunos de los logros visuales de “Happy Feet”. El equipo comandado por Miller ha conseguido lo que nadie había logrado antes: “fabricar” un (falso) documental en el que los animales parecen haber sido adiestrados para actuar, cantar y bailar. El efecto es tan alucinantemente creíble que mi hijo, de 8 años, estaba empeñado en que “ésa película no era de dibujos”.

Incuestionablemente, “Happy Feet” no es una película del montón. A pesar de que su moralina parece haber sido sacada de un mercadillo, a pesar de que sus diálogos merecerían haber sido retocados y pulidos antes de haber sido grabados… los movimientos de cámara, la imaginativa planificación de George Miller y la extraordinaria habilidad de los animadores (ayudados, claro está, por lo mejorcito y más potente de la plana mayor de los ordenadores de Hollywood) convierten una historia bastante sosa en un hito poco menos que histórico.

No puedo decir nada más: tal vez no sea la película de animación más animada que he visto este año (sigo pensando que “Ice Age 2”, “Colegas en el bosque” o, sobre todo, “Cars” constituyen entretenimientos mucho más… entretenidos), pero sí es la mejor realizada, la mejor acabada, la única que parece… real.


Luis Campoy
Calificación: 7,5 (sobre 10)

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Mira, le das exactamente la misma nota que le doy yo.
A mí me pareció una película sumamente extraña porque, como comento en mi blog, estás viendo una cosa durante casi una hora y de pronto se convierte en algo totalmente distinto e inesperado que, a mí por lo menos, me sorprendió y descolocó. Es por esa capacidad de ser original hoy día y por la inmejorable animación por lo que creo que Happy Feet no merece ser pasada por alto por los adultos. Ofrece más de lo que parece.
Anónimo ha dicho que…
¿7´5?
Despues de leer tu comentario, y ver la peli, cosa que hice el viernes con mi novia y sus hermanos, fanaticos de las pelis de animación.
Considero que tus votaciones son demasiado venebolas ultimamente, y que solo INFILTRADOS merecia esa puntuación tan bien puesta y que hacer honor que todo lo que contabas.

Confieso que no fui a ver la peli en las mejores circustancias y momentos emocionales, psiquicos e integrales. Pero confieso que me aburri muchisimo y me parecio un timo, del cual como siempre muy victima , al igual que un monton de niños que seguro que acudiran.

Lo unico es una cosa, hasta en el cine, se nota el poder que tiene la inmigración en nuestro pais, ya que hasta los pingüinos tienen acento sudamericano.
Aunque no eres la mejor persona para decirtelo, y no es que me moleste, pero me sorprende.

Un 3, le daba yo y gracias, solo por que espero que me toque el viaje a Argentina.
ADIOS.

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