Murcia sin cines
Está tristemente de moda el fenómeno del llamado “pelotazo urbanístico”, el cual básicamente consiste en que aquéllos que ostentan cierto poder económico usan y abusan de él haciéndose con terrenos o inmuebles y luego vendiéndolos con un vergonzoso beneficio que les hace ser aún más poderosos… aún más ricos (creo que podría explicároslo con palabras mucho más complejas, pero ¿a que me habéis entendido?).
Todos hemos oído hablar de lo sucedido en “remotos” lugares como Marbella, donde se ha hecho tan famosa la llamada “Operación Malaya”… pero, mira por dónde, malhaya sea la hora, también lo tenemos aquí. Estos días se ha difundido un rumor que me temo que tiene poco de rumor y mucho de realidad, que tiene que ver con el cierre de los pocos cines céntricos que quedan en la ciudad de Murcia, capital de la Comunidad Autónoma del mismo nombre.
Se trata de una tendencia que yo ya he sufrido, aunque tiempo atrás y en otra ciudad, Alicante, donde nací y donde hasta hace no mucho tiempo vivían mis padres. Las salas de cine más castizas y entrañables (Chapí, Carlos III, Calderón, Ideal, Avenida, Navas… incluso los mucho más nuevos minicines Casablanca…) fueron siendo paulatina e inexorablemente clausurados y los edificios en los que se ubicaban, demolidos. Sin consideración. Sin piedad.
Algo así ha sucedido en Murcia, como ya sucedió, años atrás, en la propia Lorca, ciudad en la que yo vivo. Por fortuna, el caso lorquino fue mucho menos doloroso, puesto que, encima, se sustituyó un cine-teatro lleno de años y carente de nuevas tecnologías por un novísimo complejo de seis salas situado en un Centro Comercial que prácticamente se halla en el mismo centro de la Ciudad del Sol. Los murcianicos, me temo, van a tener peor suerte, ya que parece que todas y cada una de las salas que existían en el corazón de la ciudad tienen, como dijo Imanol Uribe, los días contados. Primero fue el Salzillo (ahora convertido en sede de la Filmoteca regional), luego el Floridablanca… y ahora la amenaza se cierne sobre los cines Centrofama y, muy especialmente, el muy querido y entrañable Cine Rex, donde cada semana suele (solía) estrenarse la película de mayor calidad y/o repercusión comercial.
En realidad, no es cierto que Murcia se quede sin cines. Por el contrario, con la reciente inauguración de dos macro centros comerciales (Thader y Nueva Condomina, que incluso acoge el nuevo campo de fútbol del Real Murcia), la oferta cinematográfica se ha multiplicado en los últimos meses, ya que estos mastodónticos paraísos del comercio vienen revestidos de un tejido complementario de locales de ocio, entre los que no faltan las pantallas cinematográficas. Lo que sucede es que el centro neurálgico de la ciudad, lo que antaño solía denominarse “casco antiguo”, recibe con esta medida una dolorosa puñalada en la mismísima línea de flotación. No se trata sólo de que la oferta cultural urbana se vea mermada irreparablemente, por mucho que en realidad se traslade a la periferia; se trata de que determinados colectivos (niños, jóvenes y ancianos, y, en general, cualquier persona que carezca de carnet de conducir), tendrán que modificar sus hábitos cinéfilos de un modo que no siempre será satisfactorio. Sí, naturalmente que habrá autobuses que lleguen hasta los nuevos hipermercados y su galaxia de posibilidades. Pero ya no será lo mismo.
Recuerdo, de mi niñez y adolescencia, lo bonito que era salir de casa y dirigirse, andando, paseando o incluso, a veces, corriendo, al encuentro de Luke Skywalker y Han Solo, de Superman o de Indiana Jones, y lo que disfrutaba, cuando, después de dos horas mágicas, salía del cine y, de camino a mi casa, podía detenerme junto a mis amigos para tomar una coca-cola o incluso una (o dos) cervezas, mientras comentábamos la película en una espontánea sesión de cine-fórum. Ahora, los murcianos que no vivan al lado mismo del Thader, de la Nueva Condomina, del Carrefour de Atalayas o del centro de ocio Zig Zag van a tener que sacarse, quieran o no quieran, el (carísimo) carnet de conducir (por lo cual hay que recordar aquel célebre consejo de Stevie Wonder: “Si bebes, no conduzcas”… o viceversa), o bien aprenderse de memoria los horarios no sólo de las sesiones de proyección de los films que les interesen, sino también de los autobuses que allí se dirigen. Una pena. Un atropello. Una vergüenza.
Por si alguno sois de Murcia y estáis interesados, os informo de que hoy, viernes, día diecisiete de noviembre, a las ocho de la tarde, hay convocada una manifestación popular frente a la puerta del Cine Rex, en la que los cinéfilos murcianos tratarán, a la desesperada, de luchar por su libertad cultural y por su ocio… que, una vez más, se enfrenta al negocio del pelotazo y la especulación.
Todos hemos oído hablar de lo sucedido en “remotos” lugares como Marbella, donde se ha hecho tan famosa la llamada “Operación Malaya”… pero, mira por dónde, malhaya sea la hora, también lo tenemos aquí. Estos días se ha difundido un rumor que me temo que tiene poco de rumor y mucho de realidad, que tiene que ver con el cierre de los pocos cines céntricos que quedan en la ciudad de Murcia, capital de la Comunidad Autónoma del mismo nombre.
Se trata de una tendencia que yo ya he sufrido, aunque tiempo atrás y en otra ciudad, Alicante, donde nací y donde hasta hace no mucho tiempo vivían mis padres. Las salas de cine más castizas y entrañables (Chapí, Carlos III, Calderón, Ideal, Avenida, Navas… incluso los mucho más nuevos minicines Casablanca…) fueron siendo paulatina e inexorablemente clausurados y los edificios en los que se ubicaban, demolidos. Sin consideración. Sin piedad.
Algo así ha sucedido en Murcia, como ya sucedió, años atrás, en la propia Lorca, ciudad en la que yo vivo. Por fortuna, el caso lorquino fue mucho menos doloroso, puesto que, encima, se sustituyó un cine-teatro lleno de años y carente de nuevas tecnologías por un novísimo complejo de seis salas situado en un Centro Comercial que prácticamente se halla en el mismo centro de la Ciudad del Sol. Los murcianicos, me temo, van a tener peor suerte, ya que parece que todas y cada una de las salas que existían en el corazón de la ciudad tienen, como dijo Imanol Uribe, los días contados. Primero fue el Salzillo (ahora convertido en sede de la Filmoteca regional), luego el Floridablanca… y ahora la amenaza se cierne sobre los cines Centrofama y, muy especialmente, el muy querido y entrañable Cine Rex, donde cada semana suele (solía) estrenarse la película de mayor calidad y/o repercusión comercial.
En realidad, no es cierto que Murcia se quede sin cines. Por el contrario, con la reciente inauguración de dos macro centros comerciales (Thader y Nueva Condomina, que incluso acoge el nuevo campo de fútbol del Real Murcia), la oferta cinematográfica se ha multiplicado en los últimos meses, ya que estos mastodónticos paraísos del comercio vienen revestidos de un tejido complementario de locales de ocio, entre los que no faltan las pantallas cinematográficas. Lo que sucede es que el centro neurálgico de la ciudad, lo que antaño solía denominarse “casco antiguo”, recibe con esta medida una dolorosa puñalada en la mismísima línea de flotación. No se trata sólo de que la oferta cultural urbana se vea mermada irreparablemente, por mucho que en realidad se traslade a la periferia; se trata de que determinados colectivos (niños, jóvenes y ancianos, y, en general, cualquier persona que carezca de carnet de conducir), tendrán que modificar sus hábitos cinéfilos de un modo que no siempre será satisfactorio. Sí, naturalmente que habrá autobuses que lleguen hasta los nuevos hipermercados y su galaxia de posibilidades. Pero ya no será lo mismo.
Recuerdo, de mi niñez y adolescencia, lo bonito que era salir de casa y dirigirse, andando, paseando o incluso, a veces, corriendo, al encuentro de Luke Skywalker y Han Solo, de Superman o de Indiana Jones, y lo que disfrutaba, cuando, después de dos horas mágicas, salía del cine y, de camino a mi casa, podía detenerme junto a mis amigos para tomar una coca-cola o incluso una (o dos) cervezas, mientras comentábamos la película en una espontánea sesión de cine-fórum. Ahora, los murcianos que no vivan al lado mismo del Thader, de la Nueva Condomina, del Carrefour de Atalayas o del centro de ocio Zig Zag van a tener que sacarse, quieran o no quieran, el (carísimo) carnet de conducir (por lo cual hay que recordar aquel célebre consejo de Stevie Wonder: “Si bebes, no conduzcas”… o viceversa), o bien aprenderse de memoria los horarios no sólo de las sesiones de proyección de los films que les interesen, sino también de los autobuses que allí se dirigen. Una pena. Un atropello. Una vergüenza.
Por si alguno sois de Murcia y estáis interesados, os informo de que hoy, viernes, día diecisiete de noviembre, a las ocho de la tarde, hay convocada una manifestación popular frente a la puerta del Cine Rex, en la que los cinéfilos murcianos tratarán, a la desesperada, de luchar por su libertad cultural y por su ocio… que, una vez más, se enfrenta al negocio del pelotazo y la especulación.
Comentarios
Los demás han ido cerrando, ante la apertura de las multisalas que, ¿para qué negarlo? en general ofrecen una calidad de imagen y sonido y una comodidad de la que los viejos cines carecen. Lo cual no quita que me de muchísima pena cada vez que una sala histórica tiene que cerrar.
De los cines de Murcia guardo muy buen recuerdo. En el Rex he visto películas que me han marcado mucho y recuerdo como si fuera ayer el ir a verlas con mis padres o mis primos. Sin ir más lejos, "La Bella y la Bestia". "El Príncipe de Egipto" o "Jurassic Park" las vi alli.
Y lo mismo podría decir de los Centrofama, los primeros cines a los que fui yo sola (a ver "101 Dálmatas: Más vivos que nunca", solo por la certeza de que emitirían el trailer de "Hércules").
En fin, espero que no cierren definitivamente esas salas. Si es preciso que las abran solo en fin de semana. Mejor eso que ver como cierran sus puertas.