Mi comentario sobre "MEMORIAS DE UNA GEISHA"
Ya he visto “Memorias de una Geisha”…. y la verdad es que tengo poco que decir.
La primera vez que oí hablar del libro de Arthur Golden fue hace unos diez años, cuando se anunció que iba a ser uno de los próximos films dirigidos por Steven Spielberg. Finalmente, el creador de “E.T.” se decantó por otro tipo de películas (“A.I.”, “Minority Report”, “La Guerra de los Mundos”, “Munich”, etc.), aunque ha continuado en el proyecto en calidad de productor, y, además, su impronta se deja notar en la persona del músico John Williams, su inseparable alter-ego musical, que compone la banda sonora.
“Memorias de una geisha” nos relata la historia de Chio, una niña que, en compañía de su hermana, es vendida para entrar al servicio de una de las geishas más poderosas e influyentes. Tal y como queda reflejado en un diálogo de la película, las geishas no son prostitutas, sino artistas; artistas de la fascinación, la seducción y el placer, y, aunque necesitan estar auspiciadas por un protector, no pueden permitirse el lujo de amar. Chio no está conforme con el “honor” de convertirse en una tan especial mujer e intenta escapar, sólo para ser relegada a asumir el papel de sirviente. Sin embargo, su encuentro fortuito con “El Presidente” (Ken Watanabe) alterará su vida para siempre. A partir de ese momento, será instruída por una geisha buena, Mameha (Michelle Yeoh), que la cambiará radicalmente, empezando por su nombre, que pasará a ser Sayuri (encarnada, ya adulta, por Ziyi Zhang). El ascenso de Sayuri, destinada a convertirse en la geisha más deseada del país del sol naciente, será vertiginoso, a pesar de las constantes intrigas y provocaciones de su rival más directa, Hatsumomo (Gong Li), y tan sólo será cortado en seco por la participación de Japón en la Segunda Guerra Mundial y su posterior derrota. Finalmente, tras una serie de años oscuros dedicada a tareas agrícolas, Sayuri renace de sus cenizas y vuelve a convertirse en una geisha deslumbrante, aunque tan sólo para satisfacer los morbosos deseos de los militares americanos ocupacionistas. ¿Será tarde para que pueda disfrutar las dulces y prohibidas mieles del amor…..?
A pesar de que, según me cuentan, no es totalmente fiel a la novela (sobre todo en la simplificación de su desenlace), “Memorias de una geisha” me parece una película más que correcta, que no se hace pesada ni aburrida a pesar de que carece de acción y que, en muchos sentidos, constituye un espectáculo visual (el diseño de vestuario, los decorados, y, sobre todo, la sobresaliente fotografía, son insuperables) y sonoro (la ya citada banda sonora del famosísimo John Williams, que interpretan el violinista Itzhak Perlman y el violoncellista Yo-Yo Ma) de primer orden… al que, sin embargo, tal vez le falta algo de chispa, un soplo “divino” que provoque mayor implicación e identificación por parte del espectador y, por tanto, cause emociones más sinceras y profundas. El director, Rob Marshall, triunfó en los Oscar de hace dos años con “Chicago”, y es evidente que este año va a tratar de hacer lo mismo (aunque tiene más posibilidades “Brokeback Mountain/En terreno vedado” de Ang Lee). En cualquier caso, “Memorias…” es bastante más amena que “El Ultimo Emperador”, la sobrevaloradísima película de Bernardo Bertolucci que también relataba una historia “oriental”, y hay que elogiar el empeño del director en mantener el reparto previsto contra viento y marea, a pesar de que en Japón se levantó una gran polémica ya que ninguno de los personajes principales está interpretado por actrices de esa nacionalidad. A destacar las composiciones de Michelle Yeoh (maravillosa) y Gong Li (excelente), y mi sensación de que Ziyi Zhang (¿pero no era Zhang Ziyi?), la actriz elegida para encarnar a Sayuri, a pesar de que demuestra su buen hacer interpretativo, no reúne las dosis de belleza y capacidad de fascinación que el papel requería.
Calificación: 6,5 (sobre 10)
La primera vez que oí hablar del libro de Arthur Golden fue hace unos diez años, cuando se anunció que iba a ser uno de los próximos films dirigidos por Steven Spielberg. Finalmente, el creador de “E.T.” se decantó por otro tipo de películas (“A.I.”, “Minority Report”, “La Guerra de los Mundos”, “Munich”, etc.), aunque ha continuado en el proyecto en calidad de productor, y, además, su impronta se deja notar en la persona del músico John Williams, su inseparable alter-ego musical, que compone la banda sonora.
“Memorias de una geisha” nos relata la historia de Chio, una niña que, en compañía de su hermana, es vendida para entrar al servicio de una de las geishas más poderosas e influyentes. Tal y como queda reflejado en un diálogo de la película, las geishas no son prostitutas, sino artistas; artistas de la fascinación, la seducción y el placer, y, aunque necesitan estar auspiciadas por un protector, no pueden permitirse el lujo de amar. Chio no está conforme con el “honor” de convertirse en una tan especial mujer e intenta escapar, sólo para ser relegada a asumir el papel de sirviente. Sin embargo, su encuentro fortuito con “El Presidente” (Ken Watanabe) alterará su vida para siempre. A partir de ese momento, será instruída por una geisha buena, Mameha (Michelle Yeoh), que la cambiará radicalmente, empezando por su nombre, que pasará a ser Sayuri (encarnada, ya adulta, por Ziyi Zhang). El ascenso de Sayuri, destinada a convertirse en la geisha más deseada del país del sol naciente, será vertiginoso, a pesar de las constantes intrigas y provocaciones de su rival más directa, Hatsumomo (Gong Li), y tan sólo será cortado en seco por la participación de Japón en la Segunda Guerra Mundial y su posterior derrota. Finalmente, tras una serie de años oscuros dedicada a tareas agrícolas, Sayuri renace de sus cenizas y vuelve a convertirse en una geisha deslumbrante, aunque tan sólo para satisfacer los morbosos deseos de los militares americanos ocupacionistas. ¿Será tarde para que pueda disfrutar las dulces y prohibidas mieles del amor…..?
A pesar de que, según me cuentan, no es totalmente fiel a la novela (sobre todo en la simplificación de su desenlace), “Memorias de una geisha” me parece una película más que correcta, que no se hace pesada ni aburrida a pesar de que carece de acción y que, en muchos sentidos, constituye un espectáculo visual (el diseño de vestuario, los decorados, y, sobre todo, la sobresaliente fotografía, son insuperables) y sonoro (la ya citada banda sonora del famosísimo John Williams, que interpretan el violinista Itzhak Perlman y el violoncellista Yo-Yo Ma) de primer orden… al que, sin embargo, tal vez le falta algo de chispa, un soplo “divino” que provoque mayor implicación e identificación por parte del espectador y, por tanto, cause emociones más sinceras y profundas. El director, Rob Marshall, triunfó en los Oscar de hace dos años con “Chicago”, y es evidente que este año va a tratar de hacer lo mismo (aunque tiene más posibilidades “Brokeback Mountain/En terreno vedado” de Ang Lee). En cualquier caso, “Memorias…” es bastante más amena que “El Ultimo Emperador”, la sobrevaloradísima película de Bernardo Bertolucci que también relataba una historia “oriental”, y hay que elogiar el empeño del director en mantener el reparto previsto contra viento y marea, a pesar de que en Japón se levantó una gran polémica ya que ninguno de los personajes principales está interpretado por actrices de esa nacionalidad. A destacar las composiciones de Michelle Yeoh (maravillosa) y Gong Li (excelente), y mi sensación de que Ziyi Zhang (¿pero no era Zhang Ziyi?), la actriz elegida para encarnar a Sayuri, a pesar de que demuestra su buen hacer interpretativo, no reúne las dosis de belleza y capacidad de fascinación que el papel requería.
Calificación: 6,5 (sobre 10)
Luis Campoy
Comentarios
A quienes nos gusta el mundo oriental, resulta una película entretenida.
Agathe.