Piratas desalmados, hermosas damiselas en apuros, aguerridos donceles salvadores, batallas navales en mar abierto, efectos especiales de última generación, una banda sonora destinada a hacerse archipopular… Tres años después de su estreno, confieso que “Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra” (2004) se ha ido convirtiendo en una de mis películas de aventuras favoritas de todos los tiempos. Obviamente, puede pareceros que estoy exagerando, pero, sin necesidad de tener que recurrir al viejo dicho de que “sobre gustos no hay nada escrito” , insisto en que, quizás por casualidad, el film dirigido por Gore Verbinski consiguió recuperar la esencia del cine de piratas de toda la vida, pasándolo por el tamiz de la modernidad digital y revistiendo al conjunto de un irresistible sentido del humor.
El año pasado llegó la primera e inevitable continuación, “PDC: El cofre del hombre muerto” , que, tal y como sucediera con las tres entregas de “El Señor de los Anillos” , se
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