Cine actualidad/ "LA VIDA DE PI"



Mi vida con un tigre



En el año 2001 se publicaba un libro titulado "La vida de Pi", escrito por el canadiense Yann Martel y que relataba la historia de un muchacho hindú cuyo nombre completo, Piscine Patel, pronto queda apocopado hasta convertirse en el símbolo matemático que representa al número 3,1416.  Pi, cuyo padre poseía un zoológico, sobrevive a un aparatoso naufragio y se ve obligado a pasar más de 200 días en una barca a solas con un tigre, y, cuando llega por fin a tierra firme, se siente capaz de iniciar una nueva vida en un continente totalmente nuevo.  El relato, más allá de este aventurero esquema argumental, albergaba un riquísimo universo filosófico y metafísico en el que la existencia física constituye un paralelismo de la vida espiritual, y viceversa.

Una década más tarde, el proyecto de  convertir en película la hermosa novela de Martel se convierte en realidad en manos del director taiwanés Ang Lee, autor de films hermosos y exóticos como “Comer, beber, amar”, “El banquete de bodas” y “Tigre y dragón”, pero recordado sobre todo por títulos "occidentalizados" como "La tormenta de hielo", “Sentido y sensibilidad”, “Hulk” o "Brokeback Mountain”.  Apoyado por un portentoso elenco de técnicos de efectos visuales, Lee no sólo consigue filmar lo que parecía infilmable, sino que sabe poner en imágenes un universo maravilloso (en el sentido literal del término) y fascinante que hace que dudemos, por ejemplo, qué es real y qué ha sido recreado en una probeta pixelada.  El problema, o al menos el problema que yo detecté cuando ví la película, es que lo visual se come vorazmente a lo argumental, que la forma devora impíamente al fondo. Las pinceladas filosóficas y el mensaje de infinita tolerancia religiosa está muy ingenuamente planteado hacia el principio de la película, sembrada apenas la simiente de que el accidentado crucero de Pi tiene un paralelismo cerebral y sentimental con su periplo interior hacia un grado más elevado de consciencia.  Pero ésto no siempre se percibe de esta manera.  La mayor parte del tiempo, "La vida de Pi" es un hito de la estética infográfica que alucina los sentidos pero adolece de una falta de base semántica  que la va lastrando poco a poco.  Tampoco ayudan mucho los muy prescindibles segmentos en los que el Pi adulto, Irrfan Khan, pedante e impertinente a partes iguales, le va desgranando su historia a un periodista (en realidad, el propio Yann Martel) muy mal interpretado por Rafe Spall.  Eso sí, el debutante Suraj Sharma, que se pasa casi todo el tiempo gesticulando ante tormentas digitales y un tigre inexistente, se merece todo el respeto.  Y atención a la breve y enorme aparición de un Gerard Depardieu en uno de sus últimos trabajos como actor francés…

Puede que en mi ánimo influyera también (negativamente) la recreación de una India demasiado parecida a la que en su día retratase Danny Boyle en mi adorada "Slumdog Millionaire", un título reciente pero intocable en mi panteón cinematográfico privado.  Pero, más allá de mi propia subjetividad, sigo pensando que, cuando la belleza formal es tan aplastante y el contenido resulta tan insulso o vacío, algo falla en el conjunto global.  Pero claro, es solamente mi muy particular y subjetiva opinión.......

Luis Campoy

Lo mejor:  los prodigiosos efectos visuales, la música de Mychael Danna
Lo peor:  la notoria victoria de la forma sobre el fondo
El cruce:  "Slumdog Millionaire" + "Náufrago" + "Un muchacho llamado Norte"
Calificación:  7 (sobre 10)

Comentarios

EXPEDIENTEX ha dicho que…
6 AÑOS Y PUNTO Y APARTE...

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