Cine actualidad/ "LA DAMA DE HIERRO"


El ocaso de una dama oxidada




En un mundo aún más machista que el actual, Margaret Hilda Roberts, conocida como Margaret Thatcher tras su matrimonio con el burócrata Denis Thatcher, dirigió el Partido Conservador británico a partir de 1975, y llegó a ser Primera Ministra de Inglaterra entre 1979 y 1990.  Conocida por su terquedad y firmeza, no tardó en hacerse merecedora de un apodo que pronto dio la vuelta al mundo:  “The Iron Lady" (“La Dama de Hierro").

“La Dama de Hierro", la película, trata de ser una aproximación a la vida de la ex-mandataria, narrada de modo no lineal y justificando tal decisión en el punto de partida:  una Thatcher anciana y senil deja volar su memoria, azuzada por el fantasma imaginario de su difunto marido Denis.  Así, lo mismo presenciamos cómo una Margaret adolescente abandona el hogar paterno, que la niñez de sus propios hijos;  sus inicios como parlamentaria que los preliminares de la Guerra de las Malvinas.  Naturalmente, el aliciente para el gran público no lo constituye el errático guión y ni siquiera la correcta y a veces imaginativa puesta en escena, sino la portentosa interpretación (otra más) de la simpar e insigne Meryl Streep.  Streep ya había trabajado con la directora de “La Dama de Hierro", Phyllida Lloyd, en la triunfal “Mamma Mia", por lo que a nadie sorprende que una y otra se hayan buscado mutuamente para poner en marcha este nuevo largometraje.

El actual gobierno británico que preside David Cameron acaba de presentar una queja formal no sólo por el contenido propiamente dicho del film, sino por la oportunidad de estrenarlo precisamente ahora, cuando Thatcher todavía vive y su salud mental actual queda frágilmente retratada.  Desde mi punto de vista, el problema de "La Dama de Hierro" no tiene que ver con su inoportunidad o discutible falta de respeto, sino con su propia construcción narrativa.  Una historia como la de la homenajeada no sólo pierde fuerza dramática si empieza a ser contada desde la senectud, sino que el hecho de alternar, sin orden ni concierto, los diferentes momentos temporales, acaba no sólo por cansar sino por aburrir, algo impensable durante los primeros y afortunados diez o quince minutos.  Por otra parte, los sucesos más arraigados en nuestra memoria (los atentados del IRA, la contienda de las Malvinas, la forzada renuncia) son tratados con excesiva ligereza o desligados de contexto, de modo que su impacto emocional es casi nulo.  Ante un guión tan desenfocado, de poco sirven las virguerías visuales de Phillida Lloyd (ese ocurrente plano cenital de Thatcher vestida de azul desfilando entre una barahúnda de hombres ataviados de negro), y solamente las interpretaciones y, sí, también el maquillaje y la peluquería, no defraudan.  Jim Broadbent encarnando a Denis Thatcher resulta divertido y entrañable, pero es que lo de Meryl Streep no tiene otro calificativo que un nombre propio:  Oscar.

Luis Campoy

Lo mejor:  Meryl Streep, la puesta en escena
Lo peor:  el guión, anacrónico y demasiado superficial
El cruce:  "La Reina" + "Love Actually" + "Amadeus"
Calificación:  7 (sobre 10)

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