¿Opinión o alarmismo?

En los días inmediatamente posteriores al terrible terremoto que vivimos en Lorca el 11 de Mayo, fueron muchos los lorquinos que buscaron cobijo en la playa y en el campo, creyéndose allí a salvo de posibles réplicas y tratando de olvidar la tragedia sufrida. Una de las noches en que mi novia y yo, vagando casi como zombies, fuimos acogidos en la casa rural de una amiga en la pedanía de Aguaderas, coincidimos con un periodista generalmente bien informado a quien, en un momento dado, escuchamos comentar en voz muy queda: “Dicen los geólogos que el mes que viene va a haber uno mucho peor que éste”. Confieso que me acojoné (literalmente) y que durante días lo ví todo negro, pensando en la inutilidad de la reconstrucción y en lo absurdo de reemprender un simulacro de vida normal. Sin embargo, con el transcurso de las horas, me fui convenciendo a mí mismo de que aquel comentario no podía ser cierto, de que, como todos sabemos, los terremotos no se pueden predecir, al menos no con tal precisión temporal. Así, poco a poco, me había ido tranquilizando y mi nivel de alarma, como el de todos mis conciudadanos, había ido bajando hasta los niveles habituales de confianza y tranquilidad… hasta ahora. El pasado viernes día 17 de Junio (o séase, anteayer), el diario “La Opinión” de Murcia publicaba un artículo titulado “Los geólogos vaticinan que otro gran terremoto sacudirá la Península”.


Frases como “España es un país con una peligrosidad sísmica moderada”, “Las comunidades autónomas situadas en zonas de riesgo sísmico deben adoptar medidas de prevención, en función de los estudios de peligrosidad y vulnerabilidad sísmica” y “Los seísmos son un tema de actualidad y, desgraciadamente, serán de actualidad en el futuro porque las fallas no dejan de moverse” suenan desalentadoras y ominosas aunque no dejan de ser estrictamente informativas, pero las dos siguientes se llevan la palma, sobre todo la segunda, una auténtica maravilla periodística, una jodida obra maestra de la literatura apocalíptica: “Todas las fallas de la Península tienen un movimiento muy modesto (centésimas de milímetro cada año), pero se pueden esperar seísmos relativamente importantes, de entre seis y siete grados de magnitud, en algún momento”, y (last but not least): “Los geólogos han exigido a los poderes públicos un Plan Nacional de Prevención de Riesgos Naturales y no han descartado que en la Península acontezca un gran seísmo, como el de Arenas de Rey (Granada), que en 1884 costó la vida a un millar de personas”. Y digo yo: ¿cómo se puede publicar en un periódico mínimamente serio un artículo de estas características?. Vale que es lícito y necesario informar a la estúpidamente feliz ciudadanía de que la tranquilidad de sus vidas puede pender de un hilo en cualquier momento, pero ¿hacía falta cuantificar la posible magnitud del futuro seísmo? (el del 11 de Mayo, que a todos nos pareció dantesco y que ha provocado 9 muertos y ha causado daños por valor de mil millones de euros, “apenas” fue de 5,1 grados) ¿Era preciso establecer una comparación concreta con una tragedia que originó la pérdida de un millar de vidas?



¿Qué esperaban conseguir los plumillas de “La Opinión” con tan desafortunadas explicaciones? Yo, desde que leí este artículo, confieso que apenas vivo, que lo veo todo negro, que el pánico pugna por apoderarse de mí. Porque esa maldita “información” apareció encuadrada en las páginas de Lorca, porque ya de por sí la gente de Lorca (al igual que aquel innombrable periodista de Aguaderas) no dejaba de cuchichear sobre futuros nuevos y peores seísmos, y porque, como todos sabemos, la costa mediterránea, con especial protagonismo para la zona asentada sobre la maldita “Falla de Alhama de Murcia (FAM)”, que se extiende desde Alcantarilla hasta Góñar (Almería), es sísmicamente activa y potencialmente peligrosa. ¿Qué hacer en una situación como la mía (la nuestra)?. Casi como si de un árbol se tratara, mi vida está ligada a Lorca, enraizada a Lorca, y ni siquiera un panfleto apocalíptico como el que estoy comentando podría justificar que dejase mi empleo fijo o que arrastrase a mi familia conmigo en busca de una región o un país a salvo de terremotos (y, ya puestos, de tsunamis, huracanes, tornados o erupciones volcánicas). Dicen que, en cualquier caso, el litoral costero es menos susceptible de sufrir movimientos telúricos, pero, aun cuando me arriesgase a alejarme treinta o cuarenta kilómetros de mi puesto de trabajo para vivir, me obligaron a firmar un contrato de permanencia de seis meses en mi nuevo piso, y, de todas formas, pretender encontrar una vivienda en Aguilas o Mazarrón es poco menos que imposible en estos prolegómenos del verano. Así pues, todo parece indicar que, si el horrendo nuevo terremoto que vaticina “La Opinión” vuelve a cebarse sobre Lorca en las próximas semanas, yo, mis familiares y todos los miles de desafortunados lorquinos que no poséen casa en la playa, vamos a volver a vernos afectados igual (o peor) que hace un mes. La amenaza sísmica es un hecho científico demostrable y constatable, pero el terremoto anímico que cierto artículo de prensa ha provocado en nuestras almas ha vuelto a dejar bien claro que una Opinión mal enunciada puede provocar un alarmismo devastador.


Aquí tenéis el enlace por si queréis leer el artículo en su totalidad:


http://www.laopiniondemurcia.es/municipios/2011/06/17/geologos-vaticinan-gran-terremoto-sacudira-peninsula/331030.html

Comentarios

Entradas populares de este blog

Banda Sonora: "PIRATAS DEL CARIBE, La Maldición de la Perla Negra"

Recordando a... Supertramp

La historia de Village People