Cine actualidad/ "THE WAY (El Camino)"

El camino que lleva a Santiago




El pasado miércoles hice doblete. A las seis, me dejé "golpetear" por Tejero y su tricornio mientras veía "23-F, la Película" en una sala comercial que, a pesar de la innegable oportunidad de la fecha, estaba prácticamente vacía. A las diez, emprendí "El Camino" hacia un Teatro Guerra (sede de las proyecciones del Cine Club Paradiso de Lorca) que, como casi todas las semanas, estuvo lleno hasta la bandera.



El actor Martin Sheen es conocido por las nuevas generaciones por su papel de Presidente Bartlett en la serie de TV "El ala oeste de la Casa Blanca", pero los carcas como yo tenemos un poco más de perspectiva y recordamos que su nombre empezó a sonar fuerte a principios de la década de los 70, cuando protagonizó la memorable "Malas tierras" de Terrence Malick, y se consagró poco después con su interpretación del Capitán Willard en la famosísima "Apocalypse Now" de Francis Ford Coppola. En todas las revistas de la época se hacía oportuna mención de que Martin Sheen en realidad se llamaba... Ramón Estévez. ya que su padre era español, más concretamente gallego de Pontevedra. Por tanto, no era de extrañar que, antes o después, su dilatada carrera le llevara de vuelta a sus orígenes, o, al menos, a los orígenes de su progenitor...



En "The Way (El Camino)", Martin Sheen interpreta a un prestigioso oftalmólogo norteamericano que, tras años de agrio distanciamiento de su hijo, recibe la noticia de que éste ha fallecido en un accidente cuando trataba de realizar el Camino de Santiago. Traumatizado por la tragedia, nuestro hombre decide que lo mejor que puede hacer es recorrer el Camino que su hijo no pudo completar, y, de paso, esparcir las cenizas de éste durante la ruta...



Durante su ya larga vida (tiene 70 años), Martin Sheen no sólo ha intervenido en multitud de películas y telefilms, sino que ha procreado a cuatro hijos que también están o han estado involucrados en el negocio paterno. Uno de ellos es el no menos famoso y visceral Charlie Sheen, pero los otros tres decidieron mantener su apellido original (recordémoslo: Estévez), siendo Emilio el más conocido de ellos. En los años 90, Emilio Estévez se hizo popular por pertenecer al llamado "Brat Pack" ("Hatajo de mocosos"), grupo de jóvenes actores que prácticamente monopolizaron las comedias de la época ("El club de los cinco"), aunque Emilio logró destacar también por las dos entregas de la serie "Arma joven", en las que encarnó a Billy el Niño. Ahora que ya no es tan niño, ha decidido probar suerte en el terreno de la dirección, y, quizás como homenaje a sus ancestros, ha acometido el proyecto de fusionar varios relatos pertenecientes a un libro de viajes jacobeos escrito por Jack Hitt en un guión que también firma y para cuya producción ha contado, cómo no, con la financiación de la Xunta de Galicia.



Sobre el Camino de Santiago se han narrado un sinfín de historias a lo largo de los siglos, y, en lo estrictamente cinematográfico, me viene a la cabeza un film reciente, "Al final del camino" de Roberto Santiago, que interpretaron Fernando Tejero, Malena Alterio y Diego Peretti. Evidentemente, todas y cada una de estas obras o son meros documentales o tratan de aprovechar el itinerario geográfico para narrar un viaje psicológico en el que los personajes se acaban encontrando a sí mismos entre los verdes prados de una Galicia de ensueño. Obviamente, Emilio Estévez pretende remar en la misma dirección, y digo "pretende" porque de lo que intenta a lo que consigue, media un trecho muy considerable. Para empezar, el guión es una rutinaria acumulación de tópicos en la que a la historia principal (el padre que viaja llevando las cenizas de su hijo) se le superponen, con muy poca fortuna, otras tres tramas secundarias, protagonizadas por un holandés, un inglés y una canadiense. El primero de ellos es un hombretón corpulento que pretende hacer el Camino de Santiago para... ¡adelgazar!, ya que su mujer le ve tan gordo que se niega a hacer el amor con él. El inglés es un escritor estancado en una fase de sequía que, gracias a la inspiración (¿?) del Apóstol, será capaz de volver a escribir. En cuanto a la mujer, su presencia es tan absurda y prescindible que no merece la pena analizarla. Todos ellos están pésimamente caracterizados y, lo que es peor, interpretados con desgana por unos actores que, si alguna vez tuvieron algo de carisma, hace tiempo que lo olvidaron. Deborah Kara Unger (conocida años ha simplemente como "Deborah Unger") fue una de esas chicas monas de los noventa ("The Game") a las que el tiempo se tragó, y en su kara (perdón, cara) se aprecian los rastros infames de alguna operación de estética mal resuelta. James Nesbitt, inglés, hace de inglés, y el orondo Yorick Van Wageningen se interpreta a sí mismo, ésto es, a un holandés grueso y campechano. Todos hablan en un perfecto castellano (maravillas del doblaje, oiga) y se entienden a las mil maravillas entre ellos, vamos, como si se hubiesen educado en el mismo colegio. Y se llevan de perlas, y enseguida superan sus mínimas diferencias iniciales, y todos se apoyan y se respetan y ¡oh, milagro! ninguno de los tres hombres intenta beneficiarse a la ¿bella? señora de Canadá. Desde luego, el libreto es de una inmadurez casi insultante: los personajes no tienen vida propia (a excepción, quizás del de Martin Sheen), no importa de dónde vienen y nos da igual a dónde van. Por si faltaba poco, el "magnífico" casting incluye a lo más granado del cutrerío hispano-yanqui, es decir, todos aquellos actores que el cine norteamericano siempre asocia a cualquier película ambientada en España o Sudamérica (seguramente, para ellos no hay diferencia): Angela Molina, Simón Andreu, Joaquim de Almeida y Tcheky Karyo. Sólo faltan Jack Taylor y Fernando Rey, y este último porque está muerto… El elenco se completa con el mismísimo guionista y realizador, Emilio Estévez, que (¿a que no lo adivináis?) interpreta, en breves flashbacks, al hijo fallecido…



Filmada con bastante torpeza (ay, esos planos en los que los cuatro protagonistas aparecen pulcra y perfectamente alineados, con una artificiosidad antinatural) y fotografiada con pericia pero sin inspiración, "The Way" logró reunir, en su estreno lorquino, a un montón de aficionados que, éso sí, nunca sabremos si habrían acudido en igual número de haber tenido que pagar su correspondiente entrada (las proyecciones del Cine Club son de carácter gratuito). Por lo menos, todos ellos volvieron compartir la experiencia inigualable de ver cine en una pantalla grande, y ésa es la mejor conclusión que un servidor puede sacar.



Luis Campoy



Lo mejor: la masiva afluencia de público


Lo peor: el guión, Deborah Kara Unger, el soporífero desfile de tópicos


El cruce: "Al final del camino" + "La carretera"


Calificación: 4,5 (sobre 10)

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Gracias Luis por incluir mi blog en esa sección de tu blog. Tomo nota de la pelicula. Un saludo de Javi.

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