Cine actualidad/ "SHREK 4: Felices para siempre"



Qué bello es ser ogro (verde)



Hace ya varias semanas que ví esta cuarta (y última, según se dice) entrega de la saga de "Shrek", y, si no he escrito nada sobre ella hasta este momento, es porque bien poco se puede decir. Si el primer "Shrerk" constituyó un éxito relativamente sorprendente (su guión era inteligente y tenía acertados golpes de humor, pero su realización técnica dejaba bastante que desear), sus dos continuaciones "Shrek 2" (todavía bastante potable, e incluso mejor que la primera en cuanto a la animación digital) y "Shrek 3" (terriblemente infumable y aburrida) dilapidaron no menos sorpresivamente el potencial cómico y corrosivo de la serie. Para acabar de exprimir el filón, los ejecutivos de DreamWorks se decidieron a darle carpetazo al ogro verde, con un último episodio que sirviese de broche de oro (¿?) a la saga. En esta ocasión, el antaño terrible y ahora aburguesado Shrek es engañado por un maléfico duende, y, pensando que vuelve atrás en el tiempo para recuperar su perdida fiereza, lo que le sucede en realidad es que su existencia hasta el momento sufre un vuelco terrible, de modo que la historia se reescribe sin su presencia, y todos sus seres queridos y conocidos experimentan acentuados cambios, que solo él podrá y deberá rectificar. Si lo que acabáis de leer os suena a "¡Qué bello es vivir!", el clásico navideño de Frank Capra, no andáis nada desencaminados. Lo malo es que Shrek no es James Stewart, y los guionistas son incapaces de sacarle punta al invento con detalles realmente afortunados. La fórmula que aplican no es otra que alterar (bastante cutre y torpemente) los patrones ya conocidos, de modo que Asno es ahora un burrito totalmente domesticado, Fiona una princesa guerrera y El Gato con Botas, un minino obeso y hedonista. Como todo el mundo ha oído que "Shrek, Felices para siempre" va a ser el final de la tetralogía, se daba por supuesto que el final iba a ser lo más feliz posible, de modo que el statu quo volverá a los patrones conocidos, y las intrigas urdidas por el duende Rumpelstiltskin se quedarán en mera agua de borrajas, así que “¿Para qué calentarnos mucho la cabeza?”, habrán pensado los escritores que han perpetrado la historia. Con todo, hay que reconocer que el film es bastante más entretenido que su predecesor, “Shrek Tercero” (claro que, para esto, no hacía falta que fuese muy bueno), y el espectador esboza dos o tres sonrisas satisfechas, tanto más cómplices cuanto más se conozcan los primeros títulos de la saga. Por cierto, la película se exhibide en 3-D, lo cual sólo quiere decir que nos cobran más dinero por las entradas.




Luis Campoy



Lo mejor: revivir los momentos más afortunados de “Shrek” (la original), sólo que con los parámetros alterados


Lo peor: la poca inventiva de su equipo de guionistas


El cruce: “Shrek” + “Qué bello es vivir”


Calificación: 6 (sobre 10)

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