Cine actualidad/ "QUE SE MUERAN LOS FEOS"

Mocedades vs. Los Sirex




Lo mejor que puede decirse de "Que se mueran los feos" es que, afortunadamente, no es tan mala, tan chabacana y tan cazurra como su horroroso trailer presagiaba. O sea, es cierto que todas esas escenas preñadas de cutrerío ramplón y horterez pueblerina que abochornaban desde el avance siguen estando en la película, pero, Dios sea loado, hay, también, algunas cosas más.



Eliseo (Javier Cámara) tiene un mote que constituye, más que un pareado fácil, una realidad empírica y palpable: "El Feo". Vive con su madre y su tío en un pueblo perdido en la montaña y en el tiempo, y, justo cuando decide emigrar a la ciudad, no le queda otro remedio que quedarse para hacerse cargo de la explotación agropecuaria familiar. Su cuñada, Nati, abandonada por su marido, será su principal apoyo en esos tiempos difíciles, y poco a poco irá surgiendo entre ellos una atracción tan prohibida como difícil de aceptar en dos seres tan poco convencionales y agraciados...



Tras una película que a mí me encantó, "Fuera de carta", el realizador Nacho G. Velilla, curtido en el mundillo televisivo (fue el artífice de series como "Siete vidas", de la cual se forjó "Aída"), vuelve al terreno de la comedia, que le es tan familiar, y lo hace contando nuevamente con Javier Cámara como protagonista. Sin embargo, algo se ha quedado en el tránsito de lo urbano a lo rural. Si "Fuera de carta" sabía mantener la misma agudeza de "Siete vidas" y lograba ser hilarante y tierna a la vez, en "Que se mueran los feos" hay que reconocer que a Velilla se le ha ido bastante la mano. Durante gran parte del metraje, parece que nos hallamos sumidos en un viaje en el tiempo y que lo que estamos viendo no sea sino uno de aquellos productos de cutrerío setentero que encumbraron a Alfredo Landa, Fernando Esteso y Andrés Pajares. La mayoría de las chanzas a costa de los feos, los retrasados, las lesbianas y los pueblerinos en general, huelen muy mal y son más crueles que hilarantes. Ni siquiera Javier Cámara, prisionero de sus propios tics, es capaz de hacer que el film levante el vuelo, y tiene que ser la sin par Carmen Machi ("Aída") la que vuelva a cuajar una interpretación memorable.



No es que en "Que se mueran los feos" no existan situaciones divertidas y (muchos) diálogos chispeantes, es que la mayoría de ellos parecen escritos con el único fin de burlarse de las personas diferentes, de aquéllos que no poséen un cuerpo Danone ni una deslumbrante inteligencia emocional, y es por éso que, aunque te ríes, no deja de tratarse de una risa un tanto culpable, en la que cada carcajada duele un poquito en el alma. Por lo demás, hay que alabar el trabajo de los secundarios, sobre todo Juan Diego y María Pujalte, y subrayar el protagonismo de dos canciones que fueron poco menos que iconos de sus respectivas décadas: "Que se mueran los feos", popularizada por Los Sirex, no sólo da título a la película sino que marca sus directrices de estilo; "Eres tú", de Juan Carlos Calderón y el grupo Mocedades, simbolizó en tiempos el romanticismo y la poesía, y ahora apenas se ha quedado en carne de cañón para ser blanco de burlas sin cuartel. Menos mal que esta última melodía sirve de acompañamiento al mejor momento del film, en el que definitivamente caen las máscaras del estereotipo y los convencionalismos y los protagonistas, feos y guapos, se permiten simplemente ser como son en realidad y comportarse como les piden el alma y el corazón.



Luis Campoy



Lo mejor: Juan Diego, Carmen Machi


Lo peor: las burlas crueles a costa de los feos, los retrasados y los pueblerinos


El cruce: "Plácido" + "Al final del camino" + "Bienvenidos al Norte"


Calificación: 6 (sobre 10)

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