Garzón en la picota

Dijo Antonio Machado que al españolito que viene al mundo, una de las dos Españas le helaría el corazón. Han pasado casi ochenta años y no parece que las heridas seculares se hayan cerrado y mucho menos curado. De hecho, si nos paramos a mirar el mapa invisible de los sentimientos, no sólo podríamos hallar dos, sino cuatro o cinco Españas. ¿Estamos peor que en 1936 o 1939? Lo que es seguro es que estamos peor que en 1975 o 1977. Al menos, entonces habíamos sido víctimas de un ejercicio de hipnosis colectiva en el que, cegados por un movimiento pendular de la sobrevalorada Constitución, nos vimos obligados a aceptar que un futuro de esperanza se construiría sobre el olvido, sobre la amnesia, sobre el reseteo de la memoria. La costura que pretendió unir aquellas ideologías separadas por una guerra y cuarenta años de dictadura pasaba por el perdón obligado a un millón de crímenes y afrentas imperdonables, pero cuando las entrañas se rebelan y crece el gas del descontento, algunas puntadas mal dadas acaban por saltar. Mirándolo bien, ¿por qué las víctimas directas o indirectas de las atrocidades cometidas en aquel tiempo oscuro iban a permanecer quietas y calladas para siempre? El otro día lo hablaba con mi amigo Jose, y él me decía que, al fin y al cabo, esas personas ya habían sido convenientemente indemnizadas. Pero es que no hablamos de éso. El dinero puede ayudar a superar determinados baches, a mirar para otro lado en según qué momentos, pero las injusticias permanecen, la mayoría de ellas, sin ser juzgadas y castigadas. Baltasar Garzón ha sido, como todos sabemos, el magistrado que más se ha involucrado en la investigación de estas causas, así como de otras muchas. Lo malo de querer abarcar tanto no sólo es que se termina por apretar poco, sino que se le toca los huevos a demasiada gente, y ninguna buena. Garzón ha metido sus justicieras narices en tantas salsas que era lógico pensar que antes o después acabaría siendo víctima de alguna venganza. Afortunadamente, no ha aparecido en alguna cuneta con alguna bala firmada por ETA o por los simpatizantes de Pinochet, pero el anuncio de que va a ser procesado tras ser denunciado por un colectivo falangista no ha dejado indiferente a nadie. El martes, en el transcurso de una manifestación de apoyo convocada por los sindicatos en el recinto de la Universidad Complutense de Madrid, se profirieron gritos bastante intolerables en contra del poder judicial, cosa que no va hacer sino enturbiar aún más las cosas. Porque, vamos por partes, sí es cierto que ha sido denunciado por Falange, el refugio moral de lo más granado del franquismo, pero se supone (o así se ha dicho) que si se le juzga no será por haber investigado los crímenes franquistas, sino por el modo en que desarrolló alguno de sus procedimientos que inició. Este matiz es de vital importancia y quienes se lanzan a la calle deberían tenerlo en consideración. Yo, como tantos otros, apoyo plenamente a Garzón en su iniciativa de intentar hacer justicia (tardía), incluso amparándose en un texto tan propenso al descrédito como esta titubeante Ley de Memoria Histórica que el PSOE nos ha dado. Pero creo que hay que pensárselo dos veces antes de llamar “fascista” a la judicatura. Sin darnos cuenta, nos estamos metiendo hasta las rodillas en fangos muy peligrosos que alguien, sin duda, excesivamente mal pensado, bautizó como “preguerracivilistas”. O sea, no creo que en el actual contexto democrático tenga cabida la beligerancia fratricida del siglo pasado, pero, como decía al principio, la división entre las ideologías (por no hablar de la diatriba entre la religiosidad y el agnosticismo) nos está llevando a una situación cada vez más insostenible. Todos deberíamos ser Garzón y exigir que no se olvidasen los crímenes cometidos, pero no hay que ser miopes: no sólo los fascistas y los falangistas torturaron y mataron, ¿qué pasa con los fusilamientos de Paracuellos y demás barbaridades teñidas de rojo? ¿Esas no tienen que ser investigadas? Tratemos de serenarnos un poco y defendamos al Juez Baltasar con sosiego y con la cabeza fría, y luego juntémonos todos para exigir que no queden crímenes impunes, tengan el color que tengan.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
¡¡¡Demóniossss cuanta lectura pendiente!!!!...

Acabo de aterrizar en tu blogger.
Por motivos de enfermedad de mi mami, que por cierto ha estado en el hospital, no he podido visitarte.

Ya está en casa, ya está mejorcilla, aunque no bien del todo.

con respecto a "Garzón en la picota", que razón más grande tienes, parece que las envidias, las corruptelas, y otras maldades no nos van a dejar tregua.

Y aparecen tiempos extraños, y extraños personajes que van hilvanando día a día una tela de araña que será dificil poder desliar.

Me parece tu artículo como siempre Magistral, nunca mejor dicho, por lo de magistrado.


un gran abrazo como siempre,

tu fiel lectora Marisa
Anónimo ha dicho que…
Leido tu articulo...Creo que la frase final es una de las más acertadas que he leido sobre el tema.
Me parece totalmente injusto lo que se hace con este hombre y ya que se ha involucrado en tantas cosas...dejemonos de soplapoyeces y demosle tiempo para que lo acabe todo. Y cuando digo todo ,es todo, lo de un lado y lo del otro.
Un abrazo tio!!!


Eugenio Gómez Quina
Anónimo ha dicho que…
Impresionante Monstruo. Eres bueno escribiendo amigo....( ponle voz de rambo...)
Consigues escribir un artículo, manifestar tu opinión y seguir siendo aséptico. Es decir no escribes con tinta de color... como tantos periodistas. Ultimamente poca gente escribe sin posicionarse. Es evidene que tu tendrás tus pensamientos políticos, pero tu artículo este hecho desde la lógica, no desde la política.
Me ha gustado mucho, y lo comparto ciento x ciento.

Paco Arrais

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