Las películas de mi vida/ "BLADE RUNNER"

Ciencia ficción para todos




1. INTRODUCCIÓN



Los Angeles, Noviembre, 2019. La ciudad es un gigantesco y bullicioso estercolero al que jamás llegan los rayos del sol. Por las interminables calles, perdidos entre la enormidad de las nuevas y viejas edificaciones, pulula un enjambre de seres humanos sumidos en la más patética degradación física y moral. Los tubos de neón permanecen encendidos de día y de noche, anunciando las excelencias de una sociedad colonizada por los orientales, los hispanoamericanos y los marginados de todo tipo.


Podría decirse que el Barrio Chino ha alcanzado proporciones de auténtica metrópoli, y en él coexisten las concepciones estéticas más dispares, desde la moda de los años 1930 hasta el vestuario futurista, pasando por atuendos de auténtica militancia “punk”. Las altísimas chimeneas continúan vomitando humo y contaminación, y la lluvia, sucia y constante, no deja de caer sobre la selva de asfalto. Las naves de la Policía sobrevuelan la ciudad, pilotadas por antiguos criminales que mantienen la legalidad a distancia y se comunican entre ellos mediante una jerga denominada "interlingua”, mezcla de inglés, francés, español e italiano. Desde una enorme pantalla de video que ocupa toda la fachada de un rascacielos, una geisha de tez pálida entona una interminable canción cuyas notas se pierden entre la estridencia del tráfico y los insistentes slogans de la Coca-Cola. Completando el cuadro, los focos de una nave publicitaria barren monótonamente todos los rincones de la urbe, rasgando la penumbra de los suburbios y profanando la intimidad de sus habitantes, a mayor gloria del paradisíaco Mundo Exterior.



Este es el contexto social en el que transcurre la acción de "Blade Runner" (1982), quizás la mejor película (y esto es decir mucho) del realizador inglés Ridley Scott, aclamado también por su terrorífica "Alien, el 8º pasajero" (1979) y por su épica “Gladiator” (2000). En el film que nos ocupa, Scott vuelve a disertar sobre uno de sus temas favoritos, el de la soledad e impotencia del ser humano que vive en un medio hostil o alienante y no encuentra la forma de escapar de él. En el caso de "Blade Runner", el punto de partida no puede ser más opresivo y decepcionante. La visión de la ciudad de Los Angeles y la misma apariencia de sus pobladores convierten a la película en una parábola nada optimista acerca de la condición humana, del fracaso moral, de la decadencia. El Hombre es un extraño en su propio mundo, un mundo deshumanizado e infectado de tecnología en el que la naturaleza ha sido sacrificada en aras de la industrialización. Los animales vivos escasean y se considera delito la posesión de objetos hechos de piel natural. Las fábricas han llenado el mercado de productos sintéticos que imitan la realidad a la perfección, y uno de los últimos adelantos ha sido la fabricación de androides sofisticados y obedientes, los "replicantes", cuya apariencia es idéntica al modelo natural que les ha dado origen. Dotados de una fuerza y agilidad superiores a las de cualquier ser humano y de una inteligencia por lo menos similar, los replicantes reciben trato de esclavos y son utilizados en las labores más arriesgadas y penosas. La única característica que los distingue de sus creadores es la carencia de "empatía” o capacidad de sentimiento, si bien se ha comprobado que, con el tiempo, un replicante puede desarrollar sus propias respuestas emocionales. Para evitar esta posibilidad, que les llevaría a una toma de conciencia ante su situación y, consecuentemente, a una rebelión contra sus tiranos humanos, se les destierra a las colonias siderales más alejadas, declarándoseles proscritos en la Tierra y reduciendo su esperanza de vida artificial a 4 años. Cumplida esta edad, el replicante entra en una fase de envejecimiento acelerado que culminará en una muerte dolorosa e irreversible. El hecho es que, salvo por el pequeño detalle de la empatía, el Hombre, en su afán egoísta por dominarlo todo, ha usurpado la atribución divina de crear vida a su imagen y semejanza: el hombre ha fabricado otros hombres.



2. SINOPSIS ARGUMENTAL



La acción dramática de la película se inicia cuando seis replicantes de la serie "Nexus 6”, dos de los cuales han entrado ya en su cuarto y último año de existencia, se apoderan de la lanzadera espacial que les conducía a la colonia minera de Orión, con el fin de regresar a la Tierra y obligar al ingeniero Tyrell (Joe Turkel), su creador, a que prolongue sus vidas indefinidamente. La Policía, entretanto, ha detectado la fuga de los replicantes y deja en manos del agente Rick Deckard (Harrison Ford), de la unidad especial Blade Runner, la difícil tarea de descubrir y eliminar a los cuatro de ellos que han logrado salvarse y vivir camuflados entre los otros ciudadanos. Deckard, mercenario a la fuerza, policía porque no puede ser otra cosa, a duras penas logrará cumplir su misión de muerte, desenmascarando y ejecutando, con riesgo de su propia vida, a tres de los replicantes fugitivos (Brion James, Joanna Cassidy, Daryl Hannah). El cuarto, Roy Batty (Rutger Hauer), que ha fracasado en su intento de convencer al creador para que les permita seguir viviendo, descargará su frustración y sus deseos de venganza en el magullado Deckard, pero, en última instancia, sabiéndose ya a punto de expirar, Batty salvará de morir a su enemigo: es más grande su amor a la idea de la Vida que el odio que le inspira la persona del policía. Incapaz de continuar desempeñando un oficio que significa el exterminio de otros seres, Deckard abandona la ciudad para siempre, en compañía de otra replicante, Rachael (Sean Young), también fabricada por Industrias Tyrell, pero que, sorprendentemente, carece de "fecha de terminación”. La vida comienza para ellos, en los espacios abiertos del "Mundo Exterior"…



3. DETRÁS Y DELANTE DE LA CÁMARA



La génesis literaria de "Blade Runner" se halla en un relato breve escrito por Philip K. Dick en 1975 y titulado "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”. En la adaptación cinematográfica del mismo se trasladó el marco de la acción de San Francisco a Los Angeles y de un mundo semi-despoblado (a consecuencia de una supuesta Tercera Guerra Mundial) a una metrópoli superpoblada y dantesca, además de haberse relegado a segundo término el detalle de que, dada la escasez de animales vivos, la tenencia de éstos se ha convertido en un auténtico signo de prestigio social. Las sugerentes connotaciones filosóficas de su argumento (sublevación de la criatura creada contra la potestad de su creador, alienación del hombre hacia sí mismo por el mero cumplimiento de un deber, presentación de la muerte como elemento preservador de la vida) hacen de "Blade Runner" uno de los mejores films de Ciencia Ficción de la Historia del Cine, gracias también a esa una factura intencionadamente en la línea de las películas policíacas de los años 30 y 40 (alternancia de los tonos oscuros con la luminosidad blanquecina de los primeros planos en interiores, situación de las acciones en escenarios sombríos en los que cualquiera puede ser un sospechoso) y unos soberbios efectos especiales de Douglas Trumbull ("2001", "Naves misteriosas", "Encuentros en la Tercera Fase") responsable junto al especialista Syd Mead de los increíbles decorados construidos expresamente para la película. A otro nivel, señalar la popular pero en realidad poco inspirada banda sonora del sobrevalorado Vangelis, funcional en ocasiones pero carente de identidad propia. En el terreno interpretativo, tenemos, por supuesto, al por aquel entonces ubicuo Harrison Ford ("La Guerra de las Galaxias", "En busca del Arca Perdida", “Unico testigo”, etc.), actor impersonal que sabe sacar partido de sus limitaciones y, sobre todo, de su carisma y simpatía. Ford compone discretamente el personaje del policía "duro" pero menos, en una línea muy parecida a la de Paul Newman, al que yo diría que, al menos en este film, trata de imitar. Convincente el trabajo de los secundarios, sobre todo Rutger Hauer y William Sanderson (J.F. Sebastian), perfectamente encuadrados dentro de una película absolutamente imprescindible que el devenir del tiempo ha convertido en clásico y a la que sólo se le puede objetar la artificiosidad y bobería de su “happy end” (¡ay, esas nubecillas sobre las que resuena la música de Vangelis que durante años fue la sintonía de “Informe Semanal”…!) .



Luis Campoy



Lo mejor: la fotografía, la ambientación, los decorados, el montaje… la puesta en escena magistral de Ridley Scott

Lo peor: la absurda necesidad de realizar un remontaje posterior (“El Montaje del Director”), en el que se suprimía la voz en off del narrador (el propio Deckard), se incluía un unicornio robado de “Legend” (también dirigida por Ridley Scott), y se sugería la posibilidad de que el protagonista fuese, él mismo, un replicante

El cruce:El halcón maltés” + “Mad Max 2” + “Atmósfera Cero

Calificación: 9,5 (sobre 10)

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