Cambios de look
Coincidiendo con el inicio de esta nueva (y no dudo que mejor) etapa de mi vida, durante unos días he lucido un nuevo aspecto que confío no tenga que recuperar. Como si de un monje franciscano se tratara, mi cabello parecía recortado tras haber utilizado como molde una ensaladera invertida encasquetada en mi cabeza. Naturalmente, mi carismático y campechano barbero Sebastián no fue culpable íntegramente de este desaguisado. El sólo cumplió mis indicaciones de “ igualar y emparejar ”, pero lo cierto es que a un barbero le gusta más cortar el pelo que a Leo Messi chupar balones, y el hombre se afanó tanto que mi finísimo cabello lució tan emparejado y tan igualado que los destellos de mi cráneo turgente resplandecían homogéneos por toda la superficie. Estaba claro que algo había que hacer para que mi precaria imagen no quedara irremisiblemente deteriorada, y opté por orientar mis folículos capilares en dirección “norte/sur” y no “oeste/este” como de costumbre, un camuflaje temporal que