Malo para el barcelonismo


Ayer se produjeron dos malas noticias para el barcelonismo. La primera, según nos la cuentan los periódicos deportivos catalanes, no es preocupante y ni siquiera merece nuestra frustración: el Barça perdió por fin. La segunda sí lleva implícitas unas mayores dosis de inquietud y amargura: Bernd Schuster ya no es entrenador del Real Madrid. Que el Barcelona tenía que perder antes o después era un hecho incuestionable, pues nadie gana eternamente. Mirándolo desde cierto punto de vista, esta derrota es muy poco dolorosa, porque la verdad es que quienes se enfrentaron al Shakthar Kapur no fueron los jugadores habituales que han hecho del “Pep Team” una auténtica máquina de jugar al fútbol, sino un puñado de suplentes reforzado con un manojo de chavales del filial. En cualquier caso, no sólo estaba asegurado el pase a la siguiente ronda, sino que, pasase lo que pasase, se iba a hacer como primeros de grupo, con todas las ventajas que ello conlleva. Pensemos, pues, que el amigo Guardiola quiso, por un lado, preservar a los titulares (Messi, Eto’o, Xavi, Valdés, Puyol…) de cara al (descafeínado) derby contra el Madrid y, por otro, dar una oportunidad de oro a sus suplentes de lujo (Bojan, Busquets, Keita…) al tiempo que regalaba a los mozos de la cantera una noche de Champions que jamás van a olvidar. Lo sucedido en la Casa Blanca sí es un auténtico jarro de agua fría para el aficionado culé. Como sabéis, el primer deseo del hincha azulgrana debe ser, antes incluso que una victoria del “més que un club”, una derrota del Madriz, cuanto más abultada y humillante mejor. En este sentido, la permanencia de Schuster al frente del banquillo merengue era poco menos que un sueño erótico para los blaugranas: eliminación de la Copa del Rey por un Segunda B, dos derrotas seguidas en Liga, 9 puntos de desventaja en la tabla clasificatoria, y lo mejor de todo, un estilo de juego torpe, confuso e indigno de un club como el del Manzanares. No me extrañan las frecuentes palabras de apoyo de Joan Laporta a su colega Calderón: lo mejor para el Barcelona hubiera sido que la situación se mantuviera intacta por los siglos de los siglos. Sin embargo, las rogativas de Can Barça no han sido oídas por el Hacedor, y, en lugar de ofrecerle a “Chúster” un contrato vitalicio prorrogable en sucesivas reencarnaciones, ese playboy algo grasiento llamado Pedja y apellidado Mijatovic tomó la decisión de chutarle un patadón a Bernardo en sus teutónicas posaderas. Lo de menos es que el nuevo técnico blanco sea ese Juande Ramos que, en uno de los casos más flagrantes de avaricia antideportiva que jamás he visto, dejó colgado, a media temporada, al Sevilla que le había encumbrado para irse, a cambio de un puñado de millones de euros, a un equipo inglés (el Tottenham) del que hace unos meses fue botado tras fracasar rozando las simas del ridículo. Lo realmente importante es que, con toda probabilidad, Juande, aun proponiéndoselo, no va a poder hacerlo peor que Schuster, y ésto, se mire por donde se mire, es malo para el barcelonismo.

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