Sin vergüenza

Hace unos días decía, en mi artículo titulado “Adiós a la Liga”, que, aunque fuese una paradoja para un culé confeso como yo, lo mejor que le podía pasar al Barça era ser eliminado de la Champions y quedar no segundo, sino tercero en la Liga. Parece que mis súplicas han sido oídas por el Hacedor, y ahora sólo falta que e resto de mis deseos se cumpla: que se marche Rijkaard (pobre hombre), que se le dé finiquito a media plantilla y que tanto Joan Laporta como Txiki Begiristain sean muy pronto poco más que un mal sueño. Con respecto a esto último me temo que me voy a quedar con las ganas, pero sí es inevitable la marcha del técnico holandés y el adiós de algunos jugadores que nunca han llegado a cuajar (Ezquerro, Thuram, Gudjohnssen…) y de otros que antaño (hace una eternidad de cuatro años) nos hicieron realmente felices, caso de Deco o Ronaldinho. Este último, a juzgar por algunas informaciones difundidas por determinadas fuentes que son de todo menos barcelonistas, está tan destrozado físicamente que ya no podrá volver a jugar en la élite (qué bien si lo lee Berlusconi, ¿verdad?, así el Barça se quedará sin los 40 millones de euros que estaba a punto de percibir del Milan), pero es que, a juzgar por lo que entreví anoche (tan sólo fui capaz de permanecer frente al televisor hasta que Raúl marcó el primer gol), el resto de sus compañeros están destrozados psíquicamente. Hicieron el pasillo a los merengones y éstos se dieron el paseíllo triunfal después de propinar la puntilla y el descabello al morlaco catalán, al que también cercenaron las dos orejas y el rabo (por no mentar otros atributos claramente extrapolables). Así lucieron durante noventa minutos los Laporta Boys: sin orejas ni rabo, sin ideas, sin ambición, sin ilusión, sin amor propio… sin vergüenza. ¡Sinvergüenzas!. Se me ocurren muchos más calificativos, pero las meras palabras no van a resolver los problemas. Dicen que será el lampiño Pep Guardiola el sucesor de Rijkaard, cosa que puede que garantice el continuismo del espíritu Cruyff del añorado Dream Team, pero yo me temo que quien debería haber recalado en el banquillo azulgrana en este momento es un técnico con mano de hierro tipo Mourinho. Espero equivocarme yo, porque, si se equivocan ellos, vamos a tener que seguir haciendo pasillos y aguantando humillaciones y burlas de los medios de comunicación pro-madridistas (que son bastantes), y maldita la gracia que éso me hace.

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