Cine/ "INDIANA JONES Y EL REINO DE LA CALAVERA DE CRISTAL"




EL RETORNO DEL AUTENTICO HEROE




El otro día, con motivo de su premiere mundial en el Festival de Cannes, leí el comentario de un periodista de la cadena SER que afirmaba que “Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal”, cuarta entrega de la saga iniciada en 1981 con “En busca del Arca Perdida”, era “más de lo mismo”. Por su parte, una redactora del diario “El Mundo” confesó que “se había aburrido mortalmente” mientras la veía. Sobre el primer comentario, y ya tras haber visto la película hace apenas unos minutos, he de decir que AFORTUNADAMENTE es más, mucho más de lo mismo: aventura, humor, amistad, magia, misterio y extraordinaria partitura musical. En cuanto a lo dicho por esa mujer que casi se jactaba de haber sido víctima del aburrimiento… lo siento, querida, pero me das auténtica PENA.

Naturalmente, quien ésto escribe no es un espectador precisamente neutral, pues todavía recuerdo nítidamente el momento en que “En busca del Arca Perdida” me deslumbró cuando tenía 18 añitos recién cumplidos, mientras la veía en un cine de Alicante al lado de mi amigo José Antonio. Los dos siguientes capítulos, “Indiana Jones y el Templo Maldito” (que sólo muy recientemente hemos conocido que era una “precuela” de la anterior) e “Indiana Jones y la Ultima Cruzada” (donde Indy compartía desventuras con su padre) conformaron una trilogía en la que aprendimos que el Bien siempre triunfa sobre el Mal, que el verdadero poder de lo Divino radica en el alma de los humanos y que el clasicismo rutilante es un oasis en medio de la vorágine del cine moderno cada vez más dependiente de los efectos especiales. Las películas de Indiana Jones no han envejecido un ápice y dudo mucho que jamás lo hagan, y su efecto en el espectador es exactamente el mismo que hace 27, 24 o 19 años. Por éso es tan de agradecer el ansiado regreso del mismo equipo creativo de siempre (George Lucas, creador y productor; Steven Spielberg, director; John Williams, compositor; y Harrison Ford, actor, icono e insustituible protagonista). Por éso considero que es un mérito incuestionable haber sabido reconstruir una nueva aventura alrededor de las mismas bases de las otras tres, recuperando sus elementos comunes y trivializando el evidente deterioro del héroe arqueólogo, deterioro que tan sólo se concreta, afortunadamente, en muchas canas y algunas arrugas, pero que no ha podido ni podrá doblegar el espíritu del personaje, justo éso que, si sabemos cuidarlo como se merece, nunca se nos arrugará.

Desde el plano inicial (que nuevamente homenajea el logotipo de Paramount Pictures, esta vez en la forma de un minúsculo montículo de tierra) hasta esa imagen del sombrero Fedora de Indy rodando por el suelo, ante nuestros ojos se despliega un torrente de fotogramas en los que un director que ya no es precisamente adolescente pretende y consigue hacer progresar al único personaje al que ha tutelado en todas sus apariciones fílmicas, llevándolo desde los años 30, en los que se desarrollaban sus primeras hazañas, hasta la década de los 50, cuya banda sonora era el rock’n’roll de Bill Haley & His Comets y en la que millones de americanos creían a pies juntillas que los marcianos habían aterrizado en 1947 en el desierto de Roswell y que los comunistas eran el enemigo terrícola a batir. No por casualidad son los rusos los nuevos oponentes del Dr. Jones, toda vez que los nazis habían caído en el olvido una vez concluída la Segunda Guerra Mundial.

¿Es mejor “Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal” que sus tres ilustres predecesoras? Tomo aliento y humildemente hago auto-introspección y tengo que confesar que… no. Pero tampoco es mucho peor. Pienso que se trata de la atmósfera de ese tiempo en el que transcurre, menos inocente y menos optimista, y también de que, en algunos momentos, lo que anteriormente he catalogado como virtud… se torna en inconveniente: resulta demasiado obvio que no sólo se continúa la saga anterior, sino que lo que se pretende es repetir cada uno de sus ingredientes. Así, allá donde hubo un Arca perdida, una Piedra robada o un Cáliz fugazmente recuperado, tenemos ahora un cráneo vitrificado; allá donde nos maravilló una persecución en el desierto, ahora nos deja boquiabiertos otra bastante similar, esta vez enmarcada en la selva sudamericana; la villana soviética que encarna Cate Blanchett desempeña el mismo papel de la Alison Doody de “La Ultima Cruzada”; John Hurt maximiza el concepto de profesor despistado que llevó a cabo el fallecido Denholm Elliott (al que en el nuevo film se le rinde tributo, mediante un cuadro y una estatua); Ray Winstone aúna en uno solo los papeles que anteriormente hicieran Paul Freeman y John Rhys-Davies; y el recién llegado Shia LaBeouf retoma un rol similar al del malogrado River Phoenix. Mas, allá donde lo nuevo casi empieza a sabernos a viejo, aparece, casi como un gigante mítico, un maravilloso e inconmensurable Harrison Ford que probablemente nunca ha sido tan buen actor como en esta ocasión. Su media sonrisa, su perfecto equilibrio entre el ratón de biblioteca y el profanador de tumbas y, sobre todo, su portentosa composición física (¿qué importa que SEPAMOS que casi tiene 66 años, cuando VEMOS todo lo que aún es capaz de hacer) son un regalo para el cinéfilo que todos, todos llevamos dentro.

Por mucho que, quizás, no llegue al nivel de los tres primeros capítulos, “Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal” es tan BUENA que está muy por encima de cualquier película de aventuras de las que se hacen en la actualidad. Y no parece que tenga que ser, forzosamente, el fin de la franquicia. Ese plano al que aludía antes, en que el sombrero de Indiana Jones se desliza hasta los pies del hijo del arqueólogo, llamado Mutt (al que interpreta un Shia LaBeouf muchísimo menos inspirado que en “Transformers” y visiblemente acongojado ante la idea de actuar junto a Ford y bajo la batuta de Spielberg), que, mientras comienza a sonar la archipopular fanfarria compuesta por John Williams, hace ademán de calárselo… y se queda con las ganas, porque papá Indy pasaba por allí y se lo asienta en su venerable cabeza, es lo suficientemente revelador: Indiana Jones no hay más que uno, y se llama Harrison Ford. Como dije antes, compadezco un poco a la muchacha que decía haberse aburrido mientras veía esta película, porque justamente ésto, para mí, es el Cine: magia, aventura, humor, entretenimiento, espléndida fotografía y música prodigiosa. Gracias, John Williams. Gracias, George Lucas. Gracias, Steven Spielberg. Y, sobre todo, gracias, muchas gracias, Harrison Ford.

Lo mejor: Harrison Ford, el respeto a la fórmula y las convenciones de la saga
Lo peor: el abuso de la fórmula y las convenciones de la saga
El cruce: “En busca del Arca Perdida” + “Indiana Jones y el Templo Maldito” + “Indiana Jones y la Ultima Cruzada” + "Expediente X"

Calificación: 8,5 (sobre 10)

Luis Campoy

Comentarios

Azusa ha dicho que…
No he podido verla hoy pero lo haré pronto, tengo muchas ganas y si es como dices y me han dicho, más de lo mismo, seguro que me encantará...
Anónimo ha dicho que…
Arrastrar a la gente al cine, tambien es un ARTE y eso, amigo, lo consigues Tú muchas veces con tu puesta en escena...

También iré a verla, porque sé, que saldré del cine, sobre todo contenta por haber pasado un buen rato, que al fÍn y al cabo es lo que el "Septimo Arte" pretende entre otras cosas, verdad?

besos

MARISA
Anónimo ha dicho que…
Estoy leyendo las temibles críticas crueles y destructivas. Ya he dicho que no es tan buena como las tres primeras, pero, por supuesto, no es tan mala como se está diciendo. Parece como si se extendieran esas voces discrepantes tan sólo para que la gente no vaya al cine. Lo que me entristece y decepciona no es la película, sino el modo en que algunos parecen conjurados para desprestigirla.
Anónimo ha dicho que…
Buenasssss.

Como ya te dije volvería a verla pues la primera vez no fue lo que yo esperaba. Y... ahora sí. Ahora sí que me ha gustado. Te comenté que ocurrió lo mismo con el Templo Perdido y que le daría otra oportunidad. Lo he hecho y no estoy nada decepcionado. No es la mejor, pero está a la altura que debíamos esperar. No me acaba de convencer el final, pero estando Steven Spilberg no podía dejarnos sin marcianitos. ¿No había algo más terrenal o divino o mágico? Bueno admitiremos marciano como animal de compañía. Y que conste, como tu sabes, que soy muy amigo de la ciencia ficció ¡Vale!. Un saludo. JA desde Alicante.
Anónimo ha dicho que…
Yo dependo mucho, como tú sugieres, de la segunda revisión (que ya será en DVD), para definir mi posicionamiento definitivo. En otro post de hace unos días ya dije que, al ir pasando el tiempo, mis recuerdos se han ido haciendo progresivamente menos entusiastas. Ya veremos qué te contesto cuando la vuelva a ver. ¡Saludos!

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