Cine: mi comentario sobre "BEOWULF"


Completando una especie de tríada de oro de la épica medieval (junto con el “Cantar de Roldán” y el “Cantar de Mío Cid”), “Beowulf” fue escrita por un poeta anónimo alrededor del siglo X de nuestra era, y narra la historia de un bravo guerrero oriundo de lo que hoy conocemos como Suecia, que acude a la llamada de auxilio del anciano Hrothgar, monarca danés cuyo reino estaba siendo asolado por Grendel, un gigante aparentemente invencible. Beowulf, que es el nombre del intrépido vikingo, consigue dar muerte al monstruo, pero aún tiene que enfrentarse a su terrorífica madre, Wotja, tras lo cual será proclamado nuevo Rey. Muchos años después y ya al filo de la vejez, Beowulf deberá exterminar a un dragón que ha vuelto a poner a prueba la frágil estabilidad del país…

“Beowulf”, la película que ha dirigido Robert Zemeckis, respeta en líneas generales el argumento del poema original, si bien aproximándose más a la reinterpretación en clave de comic llevada a cabo por el famoso autor Neil Gaiman. Supongo que, dado que la intención de Zemeckis era continuar transitando los caminos del cine de animación (que ya había tanteado en “¿Quién engañó a Roger Rabbit?”, “Polar Express” y “Monster House”), dio órdenes a sus guionistas (Gaiman y Roger Avary, co-autor de “Pulp Fiction”) de que construyeran una película de dibujos “para adultos”, y nada mejor que hacerlo a base de glorificar la violencia (al lado de este “Beowulf”, la brutalidad de “Apocalypto” y “300” sí que parece cosa de niños) y de “oscurecer” el tono del relato a golpe de truculencia. Por ejemplo, se sugiere de modo más que sutil que Grendel es hijo del rey Hrothgar, que copuló con su monstruosa madre, pero es que también se acusa de bestialismo al propio Beowulf, quien, asimismo, habría cedido a los monstruosos encantos de Wotja, con la que habría concebido al mismísimo dragón al que al final de su vida tendrá que derrotar. Todo ello sin mencionar pequeños detalles como que Beowulf, que se define como “Príncipe de la lujuria”, se pasea desnudo en más de una ocasión y, además de yacer con la monstrua madre, se casa con la joven viuda del rey Hrothgar, engañándola años después con una jovencita que bien podría haber sido su hija.

Al igual que ocurriera el año pasado con “Happy Feet”, la perfección técnica de la animación que sustenta “Beowulf” hace que durante la mayoría del metraje de la cinta uno se pregunte si lo que está viendo es una película de dibujos o una de imagen real convencional. La respuesta es que se trata de un híbrido, porque, aunque es cierto que las imágenes que vemos sí han sido recreadas a base de pixels y megabytes, lo primero que hizo Robert Zemeckis fue rodar la mayor parte de las escenas con un entregado equipo de actores (Anthony Hopkins, Angelina Jolie, John Malkovich, Robin Wright y, en menor medida, Ray Winstone), que actuaron con un millón de sensores pegados a sus cuerpos y rostros, para dar lugar a un proceso llamado “Performance Capture” (captura de la interpretación), mediante el cual el fruto de sus dotes interpretativas era directamente transferido a un ordenador que los convertía en clones digitales de sí mismos.

Como película de acción, hay que admitir que “Beowulf” sigue dignamente la estela de la citada “300”, así como de las algo más antiguas “El guerrero número 13” o “Conan el Bárbaro”, y creo que me hubiera gustado más si no hubiese pretendido ser una maravilla tecnológica sino simplemente una buena película de aventuras. Porque los máximos “peros” que se le pueden imputar derivan, precisamente, de su condición de film de dibujos animados, ya que, como dije anteriormente, es demasiado violenta, oscura y escabrosa como para ser recomendable para un público netamente infantil (mi hijo, al que, algo incautamente, llevé conmigo al cine, se pasó casi todo el tiempo tapándose los ojos), pero es que, por muy bien hecha que está en su mayoría, algunas expresiones y movimientos de los personajes “cantan” a ciberlápiz que da gusto, lo cual da al traste con la sensación antes apuntada de que lo que estábamos presenciando era una cinta de acción real. Personalmente, hubiese preferido una versión de tan épica historia rodada por actores de carne y hueso a la usanza tradicional, o, en su defecto, una versión animada con menos pretenciosidad y menos truculencia. Pero, en fin, lo que hay es lo que hay y este “Beowulf” constituye un entretenimiento adulto de primer orden, un goce para los sentidos de la vista y el oído (la partitura de Alan Silvestri, a pesar de que plagia algunos compases de “El guerrero número 13”, obra del insigne Jerry Goldsmith, es simplemente magnífica) y un prodigio tecnológico ante el que hay que descubrirse.

Luis Campoy
Calificación: 8,5 (sobre 10)

Comentarios

Dani M.F. ha dicho que…
"Beowulf" me pareció una película notable aunque mi calificación sería más baja que la tuya. Tal vez mis expectativas eran muy altas tras leer el equipo creativo que había detrás (guionistas&director). Durante varios pasajes de la "peli" me acordé de un film injustamente olvidado y que en mi tierna pre-adolescencia me impresionó bastante "Dragonslayer". Una obra (al igual que esta) destinada a un público adulto (algo de eso comentamos en el parking del cine). Me alegró verte después de tanto tiempo. Un abrazo.

Dani M.F.
Anónimo ha dicho que…
"Dragonslayer" se estrenó en España con el título de "El Dragón del Lago de Fuego" y la protagonizaba un juvenil Peter MacNicol muy distinto al de su "bizcochito" de "Ally McBeal". Gracias por tu comentario, Dani, en estos tiempos un tanto escasos de presencias, se hace particularmente de agradecer.

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