Agresion en el tren


Casi todos sabéis que mi pareja es de nacionalidad ecuatoriana; ecuatoriana, como esos casi cien mil (se dice pronto) compatriotas suyos que residen en España en la actualidad (sin contar, claro está, a los que no están debidamente censados). ¿Cómo no iba a dedicar, pues, unas líneas a ese lamentable incidente acaecido el pasado día 7 de octubre en uno de los pocos trenes que aún funcionan en Catalunya? Las imágenes han dado la vuelta al mundo en apenas tres días y todos las hemos visto infinidad de veces: a la altura de Colonia Güell, un joven con apariencia de skin se dirige a la parada del ferrocarril mientras habla por su teléfono móvil, cuando, de repente, al comprobar que uno de los dos pasajeros que viajan en el vagón es una muchacha con obvios rasgos sudamericanos, comienza a insultarla (“inmigrante de mierda”), le soba un pecho, la agrede varias veces y, cuando ya parecía que iba a bajarse y dejarla en paz, aún le propina una monumental patada en plena cara. El energúmeno en cuestión tiene 21 años y el viernes pasado, tras ser identificado merced a la grabación efectuada por la cámara de seguridad del tren, fue detenido por la Guardia Civil, pero, sorprendentemente, fue puesto en libertad a las pocas horas al no personarse la Fiscalía en el momento en que iba a ser juzgado. Tan atroz disparate legal no ha pasado desapercibido para nadie, y desde el Gobierno ecuatoriano se ha exigido a su homólogo español que se aplique un castigo ejemplarizante sobre el elemento en cuestión, que esta misma tarde aún estaba de copas con sus amigotes, a pesar de que, con toda probabilidad, mañana mismo volverá a pasar a disposición judicial, esta vez para pasar un tiempecito en chirona, donde tan merecidamente debería estar pudriéndose ya. Pero no nos engañemos. La importancia superlativa de este suceso ha sido magnificada por coincidir en el tiempo con la visita del presidente de Ecuador, Rafael Correa, que hace menos de una semana estuvo de visita en Lorca, con el claro propósito de llevarse de vuelta a su país a tantos compatriotas como pueda. ¿Acaso se ha aprovechado este suceso para tratar de convencer a la colonia ecuatoriana de que en España no se les quiere y que, por tanto, es mejor que regresen ipso facto a su patria? Muy probablemente no, ya que el anhelado retorno de los hijos pródigos traerían consigo la pérdida de suculentas divisas. Creo, por tanto, que es mejor que tratemos de centrarnos en la naturaleza evidente de lo que estamos analizando, que no es tanto la violencia de corte racista o xenófobo como la violencia en sí misma, ¿o acaso los hechos serían menos execrables si la víctima hubiese sido madrileña, gaditana o manchega? El mundo está loco y sus pobladores también, y, bajo la apariencia de normalidad en la que vivimos la mayoría, subyace otra realidad plagada de tribus urbanas (skins, punkies, grunges, emos, etc.) que no siempre promueven la paz y la armonía. Ante la prueba evidente de que un joven ha agredido a una persona, habría que aplicar la Ley sin contemplaciones, sin paliativos y sin miramientos, y el dato de la condición inmigrante de uno de los dos no debería ser tan importante: el agresor debe ir a la cárcel y ser confinado en ella durante todo el tiempo que le corresponda, no por ser racista sino por ser un bárbaro incivilizado. Otra cosa es que, de modo preocupante, vaya extendiéndose una oleada de xenofobia hacia aquéllos que nos visitan, sin que, en la mayoría de las ocasiones, nos demos cuenta de que el sudamericano o moro en cuestión cumple la importantísima labor social de ejecutar aquellas labores ingratas que el españolito acomodado no quiere llevar a cabo. Por el contrario, está cada vez más extendida la teoría de que los inmigrantes comparten nuestros privilegios pero no nuestras obligaciones, chupan descaradamente de nuestro bote de beneficios sociales y nos privan de ocupar la cama hospitalaria que legítimamente nos correspondería. Yo quiero romper una lanza a favor de estas personas que no han venido a nuestro país a pasar unas vacaciones, sino a trabajar duro para mantener a sus familiares de allende los mares, y que, en la inmensa mayoría de los casos, tan sólo son gente humilde que ha cometido el error de creer que en España, la Madre España, iban a encontrarse mismamente como en su propia casa.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
MUCHAS GRACIAS LUIS.

CON RESPECTO A ESTE ENERGÙMENO DEL QUE HABLAS, SOLO LA CARCEL Y NO POR POCO TIEMPO, ES LO QUE VERDADERAMENTE TIENEN QUE MANDARLE COMO TRATAMIENTO PARA SU PIEDRA PÓMEZ QUE TIENE POR CORAZÓN, Y TAMBIÉN LA COMPASION DE LOS QUE OBSERVAMOS CUANTO MAL HAY EN ÉL Y QUE POQUITO ARREGLO TIENE.

YA DIGO... SOLO LA CARCEL Y NO POR POCO TIEMPO.

COMO SIEMPRE, UN GRAN BESO PARA MI ADMIRADO ESCRITOR.

MARISA
Azusa ha dicho que…
La verdad es que no puedo estar más de acuerdo contigo

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