Pasados por agua

Desde luego, es que nunca estamos conformes con nada… Después de tanto “Agua para todos”, cuando por fin conseguimos agua por un tubo y durante una semana entera, todavía nos quejamos. Una vez más queda patente la infinita sabiduría de nuestro Refranero, el cual afirma, no sin razón, que “Nunca llueve a gusto de todos”. Claro que unas vacaciones húmedas de lluvia no era lo que casi ninguno hubiéramos deseado, máxime teniendo en cuenta que vivimos en una España aún tradicionalista en la que lo típico es ver o tratar de ver los desfiles procesionales que cada ciudad pone a disposición de vecinos y visitantes. ¡Cuántas ilusiones pasadas por agua…! ¡Cuántas horas de esfuerzo y dedicación frustradas por una meteorología favorable a la agricultura pero adversa a las personas…! Quien dijo aquéllo de “En abril, aguas mil” (otro refrán profético) no sabía lo que estaba vaticinando, al menos desde el punto de vista de cofrades, procesionistas y espectadores en general. En ciudades como Lorca, donde vivo, el perjuicio que las inclemencias climatológicas han causado ha sido irreparable. En todos los rincones de España la sobredosis de precipitaciones ha obligado a cancelar cientos y cientos de procesiones, y sé de buena tinta que tanto en Murcia como en Cartagena, Totana o Alhama (por citar ejemplos relacionados con mi más estrecho ámbito geográfico) alguno de los cortejos más significativos no pudo salir a la calle. Pero ni los más viejos de la Ciudad del Sol (definición ciertamente irónica si la aplicamos a la realidad de estos últimos días) recordaban que todos sus más importantes y multitudinarios desfiles bíblico-pasionales hubieran sido suspendidos en un mismo año. Y lo peor de todo no es sólo que los cofrades lorquinos se hayan quedado con las ganas de lucir sus cuádrigas, carrozas, mantos, bordados e imágenes; lo peor es que las sillas y los palcos desde los que deberían haberse presenciado las procesiones canceladas estaban ya comprados muchos meses atrás, y los defraudados espectadores se encuentran con que han perdido su dinero sin posibilidad alguna de recuperarlo. Esta mañana un amigo me mostraba sus tickets por valor de más de ¡¡ochocientos euros!! cuyo importe no se le iba a reembolsar, ya que en una cláusula maquiavélicamente redactada en el dorso de las localidades se anunciaba expresamente que si el desfile se suspendía por “causas medioambientales de fuerza mayor” el dinero no sería devuelto, dado que las Cofradías ya lo habían reinvertido en la puesta a punto de los desfiles. Lamentable. Deprimente. Pero esperemos que muy beneficioso para el campo. Por lo que a mí respecta, el Jueves Santo por la tarde me monté en un autobús con destino a Alhama de Murcia, donde aún viven mis padres. En otras circunstancias no hubiera dudado en viajar a lomos de mi propio coche, pero a) la tripulación la componíamos dos adultos y cuatro niños, exactamente un pasajero más de los que la Ley permite viajar en un turismo; y b) mi pequeño pero coqueto Citröen C3 se hallaba prisionero detrás de una tonelada de metal, y es que los palcos y tribunas bloqueaban sin excepción todos y cada uno de los vados y parkings con salida a la Avenida Juan Carlos I (arteria principal de Lorca), y quien, como yo, no hubiese sacado su vehículo antes de las ocho de la mañana del Miércoles Santo, se vio privado de él hasta bien entrada la noche del Sábado de Gloria. Pero también en Alhama los angelitos se hincharon a llorar y sólo secaron sus ojos a partir de la tarde-noche del Viernes. Alguna vez he dicho que soy cartagenero de corazón y casi de adopción, y, durante la Semana Santa, el influjo de Cartagena es tan poderoso que parece como si fuerzas levitatorias superiores a mí se apoderasen de mi alma tratando de abducirla. Por diversos problemas de logística, en estos últimos años no he podido acudir a mi cita con Marrajos y Californios, y el descubrimiento de que las procesiones de Alhama tienen inequívocas semejanzas con las de Cartagena (al menos en lo referente a la indumentaria de los penitentes, la iconografía de las tallas y, sobre todo, el preciosismo de los arreglos florales) me ha servido de consuelo y satisfacción. Para certificar este dato, acompaño unas cuantas fotos tomadas por mí mismo durante el último de los desfiles alhameños (el de ayer, Domingo de Resurrección), que supuso para este cronista un bello, dignísimo y triunfal broche de oro a una Semana Santa que, después de todo y al menos para mí, no estuvo enteramente pasada por agua.










Comentarios

Anónimo ha dicho que…
SABES POR MI CONDICION, QUE NO SUELO ASISTIR A EVENTOS GENERALMENTE POR TEMAS DE ATENCION A MI MAMA, QUE ES MAYOR Y ESTA MALITA.

SÍ QUE ESPERO PODER VISLUMBRAR ALGUNAS HECHOS O CIRCUNSTANCIAS DESDE TI.

PELICULAS, ENVENTOS, LOS COMENTARIOS DE TU VIDA MISMA...

Y ME SIRVE...mucho.

MI VIDA, SIN TU BLOG YA TE HE DICHO ALGUNA VEZ, SERIA COMO UN JARDIN SIN FLORES....JAJAJA

ESPERABA ANSIOSA TUS PALABRAS PROCECIONALES Y HAN LLEGADO, AUNQUE SÉ, QUE HA VECES TENGAS QUE HACER ALGUN ESFUERZO PARA ELLO.

NO SIEMPRE UNO ESTA PARA ESTOS MENESTERES.

SOLO DECIRTE QUE TE CUIDES Y MANDARTE MIS MEJORES DESEOS DE FELICIDAD, SEA COMO SEA, PERO DE FELICIDAD.

MIL BESOS.

MARISA
La Semana Santa pasada por agua es un fastidio, además yo el miércoles Santo tuve mi cruz particular... y lo pasé francamente mal. Viví el peor día de mi vida con diferencia...
Gema ha dicho que…
Qué pasada de fotografías!Oye la verdad que viendo la ofrenda floral de Valencia en Fallas y esot, tiene pinta d una gran dedicación, si no se aguo Luis, aún que mejor.
Saludos
Anónimo ha dicho que…
Marisa, eres el pilar sobre el que da gusto continuar edificando día a día esta página. Eliza, he visitado tu blog para saber qué te había sucedido, pero no me he enterado bien. Espero que se trate de circunstancias superadas o en vías de solución. Finalmente, gracias, Gema, por los (inmerecidos) elogios a las fotos, lo realmente meritorio eran los maravillosos alardes florales.

Entradas populares de este blog

Banda Sonora: "PIRATAS DEL CARIBE, La Maldición de la Perla Negra"

Recordando a... Supertramp

La historia de Village People