Cine: mi comentario sobre "UN PUENTE HACIA TERABITHIA"


Sorprendido. Así me quedé, en plena sala de cine y flanqueado por mis dos hijos, cuando “Un Puente hacia Terabithia”, a pesar de lo que su (engañosa) publicidad trata de vendernos, resultó ser una de las mejores y más dramáticas películas sobre el mundo de la infancia que he podido ver en estos últimos años.

Jess (Josh Hutcherson) es un muchacho de familia humilde, que se ha criado junto a tres hermanas. Su madre parece ignorarle y su padre es incapaz de comprenderle. Agobiado por la precariedad económica y deseoso de escapar a su triste realidad, Jess se refugia en el deporte y, sobre todo, en el dibujo. En el instituto, suele ser el blanco de las bromas pesadas de los inevitables camorristas , pero un buen día conoce a una chica, Leslie (AnnaSophia Robb) que no sólo es capaz de ganarle en atletismo sino que también le aventaja en imaginación. Juntos son capaces de crear todo un mundo mágico en el que se refugian de la mediocridad de sus vidas cotidianas, hasta que un día la cruda realidad hace acto de presencia…

Basada en una (al parecer) popular novela juvenil escrita por Katherine Paterson, “Un Puente hacia Terabithia” ha sido posible gracias a la colaboración de Walt Disney Pictures y Walden Media, que ya produjeron conjuntamente el primer episodio de la saga de “Las Crónicas de Narnia” hace dos temporadas. Aparentemente, este nexo de unión debería hermanar también la concepción y desarrollo de ambas películas, puesto que, indudablemente, contienen elementos comunes: los protagonistas principales son niños que son capaces de convertir elementos de uso cotidiano (un armario en “Narnia”, una cuerda en “Terabithia”) en una especie de portal hacia un mundo poblado por criaturas fantásticas. Sin embargo, muy pronto se produce una circunstancia claramente diferenciadora. Mientras que en “Las Crónicas de Narnia” el mundo “real” apenas aparecía en unas pocas y breves escenas y la mayor parte de la acción transcurría en el territorio de lo imaginado, en “Un Puente hacia Terabithia” se invierten totalmente estos términos y podríamos decir que lo mágico o lo fantástico son tan sólo escenarios o decorados en los que se desarrollan las ensoñaciones de dos adolescentes marginados.

Viendo “Un Puente hacia Terabithia”, me fui dando cuenta de que las escenas que su trailer ha hecho populares tardaban y tardaban en aparecer, pero no sólo eso. La verdad es que NO QUERÍA que aparecieran. Al contrario que en películas más o menos recientes como “Las Aventuras de Shark Boy y Lava Girl”, la descripción de personajes con tan sólo un par de pinceladas, los diálogos eminentemente realistas y la excelente interpretación de todos sus actores me hicieron volver la vista atrás, hacia un modo de hacer cine “infantil” que ya no se lleva. Inmediatamente recordé viejos títulos como “Los 5000 dedos del Dr. T” o “El muchacho de los cabellos verdes”, en las que los niños protagonistas no se comportaban como estúpidos sino como verdaderos niños, y sus aventuras y desventuras interesaban por sí mismas y no por el lujoso envoltorio que las envolvía. La soledad de Jess a pesar de que en su casa habitan cinco personas más; su ingenua atracción por su profesora de música (Zooey Deschanel); el distanciamiento entre él y su padre (un estupendo Robert “Terminator 2” Patrick); la preciosa amistad con Leslie… están tratados no sólo con inteligencia y precisión cinematográficas, sino con las dosis exactas de ternura, alegría y dolor.

Me atrevería a decir que las (afortunadamente, pocas) escenas que transcurren en Terabithia, que constituyen indudablemente el principal (por no decir único) reclamo publicitario del film, son, en realidad, su mayor lastre. Sí, en ese mundo de ensueño y misterio tienen lugar algunos momentos en los que los técnicos de efectos visuales tienen sobradas ocasiones para lucir el poderío de sus ordenadores, e incluso se consigue el propósito de que la fotografía en colores vívidos sirva de contrapunto a los tonos “quemados” con los que habían sido filmadas (deliberadamente) las escenas escolares y domésticas, pero ese derroche de fantasía no hace sino restarle credibilidad a todo lo demás. En una historia tan realista y dramática, tan próxima, tan humana, acaba resultando casi molesta la irrupción de gigantes con cuerpo de árbol, buitres mutantes y libélulas guerreras.

Pensando en lo mucho que uno puede llegar a identificarse con el joven Jess (solitario, introvertido, que encuentra en el dibujo su necesaria válvula de escape), con la preciosa Leslie (pobre niña rica a la que la riqueza no hace sino estorbarle) o con el padre de Jess (sumido en la depresión a causa de sus penurias económicas, no se da cuenta de que su único hijo varón no es sólo un hombre en pequeño, sino un niño que todavía le necesita), os aseguro que a punto estuve de otorgar a “Un puente hacia Terabithia” nada menos que un 9… pero claro, eso fue antes de que el estúpido epílogo, trufado de criaturas animadas digitalmente, me hiciese recordar que había ido a ver una película avalada por Walt Disney. En mi opinión, a veces es mucho mejor dejar que el espectador ejercite su propia imaginación, sugerir en vez de mostrar, y no encorsetar la fantasía bajo los bits y los bytes de un mundo que huele a ordenador.

Luis Campoy
Calificación: 8 (sobre 10)

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Bueno, teniendo en cuenta que en esta película la fantasía y la realidad se mezclan sutilmente, no me molestó el desenlace tanto como a tí. Me recordó a una famosa escena de "Descubriendo Nunca Jamás".
Por cierto, espero que la gente no se lleve a engaño por el trailer esperando una nueva película tipo Crónicas de Narnia porque no tiene nada que ver. Ésta es una película de realidad con toques de fantasía mientras que Las Crónicas... es una fantasía épica que se desarrolla en un mundo paralelo y real.

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